Guerra sin sangre de los grandes del motor en el carsharing

El carsharing vive una fiebre particular en Madrid, donde los grandes fabricantes han ocupado la carretera sin desatar una guerra de precios

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El fenómeno del coche compartido es una oportunidad que nadie quiere perderse. Se concentra en Madrid, campo de pruebas de la movilidad en el que cada año se suma un nuevo actor a escena y en el que se replica un modelo con una misma franja de precios. Saben que es un negocio de volumen, con márgenes estrechos y, de momento, con conductores para todos.

Daimler (2015), PSA (2016) y Renault junto a Ferrovial (2017) fueron los primeros en ocupar el asfalto de la capital con Car2go, Emov y Zity, respectivamente. Y parece que caben más: aunque el pasado año Avancar anunció que echaba el cierre en la capital precisamente por la concentración del mercado, en lo que va de 2018 ya se ha anunciado la entrada de Kia y Repsol con Wible y de Seat a través de Respiro.

El auge del sector es un hecho. La flota de vehículos se ha multiplicado por cuatro hasta alcanzar más de 2.000 vehículos en menos de tres años, mientras que el número de clientes ha pasado de 180.000 a casi más de 300.000 –en Madrid se realizan al día 2,5 millones de desplazamientos en coches particulares– sumando todas las empresas.

Todos operan con un modelo de negocio que replica al primero. Una flota aproximada de 500 coches –en gran parte cero emisiones– que se pueden encontrar aparcados en el centro de la ciudad, se utilizan para trayectos cortos y habitualmente se alquilan por unas horas.

Los precios se mueven en la misma franja. Car2Go empezó con 19 céntimos por minuto y subió a 21 pasado el tiempo; Emov hizo un incremento mayor, pasando de 19 a 24 céntimos; Kia, que ha anunciado que arrancará a partir de junio, lo hará ya en la parte media alta de esta horquilla, y Zity es actualmente el operador con el precio por minuto más alto.

La diferencia para el usuario está en si se excede el tiempo habitual, con precios fijos que oscilan entre 60 euros y 70 a partir de las 24 horas, o en el precio de darse de alta, que va desde el coste cero (Zity) a los 9 euros (Car2go).

También en los recargos –como una pérdida de llaves, fumar dentro del vehículo o permitir que un tercero conduzca–, que pueden incrementar la factura hasta en 200 euros.

“Es un negocio principalmente de volumen”, insiste Orazio Corva, de Car2go, a Economía Digital, tratando de explicar que un cambio brusco en los precios debe estudiarse con mucho cuidado.

Desde Emov siguen la misma tesis. «Los precios en España están por debajo de la media europea. La apuesta por un servicio como es el nuestro, 100% eléctrico, lleva aparejado unos costes muy elevados de operaciones e infraestructura propia para poder realizar la recarga de toda la flota», explican.

Madrid, el ecosistema perfecto

El crecimiento del carsharing en Madrid no habría sido el mismo en otra ciudad. ¿Por qué? Según explican desde Emov, la confluencia de varios factores ha posibilitado que la capital se convierta “en líder mundial de la movilidad compartida 100% eléctrica”.

Uno de ellos es “la apuesta de la administración local de Madrid», que ve en el carsharing una opción para descongestionar el centro, sobre todo, en los días en los que se activan los escenarios del protocolo anticontaminación.

El otro, “la rápida adopción de esta tecnología por parte de los ciudadanos”, gracias a un sistema en el que basta con darse de alta vía online y descargar la aplicación.

Como anécdota, desde Emov destacan que, aunque el perfil de usuario esté marcado por los nativos digitales (entre 25 y 35 años y mayoritariamente hombres), hay «usuarios de más de 80 años que encuentran en la facilidad del coche su manera favorita de moverse por Madrid». 

Cristian Reche

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