La guerra entre accionistas deja a La Seda al borde del precipicio

El consejo de administración solicita el concurso de acreedores que consigue evitar desde hace 20 años

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El consejo de administración de La Seda de Barcelona ha decidido solicitar finalmente este lunes el concurso voluntario de acreedores. Una situación que intenta evitar desde hace 20 años. La trayectoria empresarial de la compañía va intrínsecamente ligada a capear los temporales provocados por las batallas entre accionistas y/o acreedores que, hasta la fecha, se habían solucionado en los match ball.

¿Puede salvar los muebles por enésima vez? Los especialistas en derecho mercantil consultados por este medio señalan que la junta de accionistas del próximo 29 de junio será, de nuevo, un día clave para el futuro del grupo. A pesar de que el proceso concursal esté en marcha, sólo concierne a sus acreedores. “Es la junta quien debe responder frente a los accionistas”, señalan estos interlocutores.

BA Vidrio

Los propietarios de La Seda decidirán la próxima semana si aceptan la oferta que la portuguesa BA Vidrio mantiene para capitalizar con 40 millones de euros el grupo. Al mismo tiempo, esta operación les consolidaría como accionistas de control de la química.

Además, cambiaría el estado de la caja de La Seda y podría propiciar que abandonara su insolvencia actual, que proseguirá con su tramitación.

Formalismos

Formalmente, el concurso aún no está declarado. Se espera que este martes se decida qué juzgado de lo mercantil se encarga de su gestión, ya que los casos especialmente relevantes suelen tener prioridad en el reparto entre los 10 magistrados especializados que existen en Barcelona.

La opción también convertiría a BA Vidrio en la empresa ganadora del último pulso en la cúpula. El que ha mantenido la empresa fabricante de envases de vidrio del presidente de La Seda hasta el pasado 12 de abril, Carlos Moreira, con el fondo buitre de Nueva York (EEUU) Anchorage Capital Group.

Negociación del crédito sindicado

Los estadounidenses tenían la mayoría del crédito sindicado que se negociaba desde el pasado septiembre. El montante total de la operación asciende a 230 millones de euros y no ha conseguido el quórum necesario marcado por la legislación británica para salir adelante.

Han sido dos entidades portuguesas quienes ha bloqueado el pacto, según fuentes conocedoras de la operación: Caixa Geral y Banco Comercial Portugués (BCP). Han reclamado más dinero por parte de Anchorage para sumarse a un pacto que ya habían aceptado HSBC, Deutsche Bank y el Institut Català de Finances (ICF). Los estadounidenses no han respondido a esta petición.

Preconcurso en 2010

La anterior refinanciación del crédito sindicado, que empezó a finales de 2009 y terminó a mediados de 2010, se decidió negociar en Londres porque la normativa de Reino Unido impide que las minorías bloqueen el pacto, según señalan fuentes empresariales que participaron en ese proceso. Acudir a la isla demuestra, a la vez, lo complejo que fue recibir el visto bueno de las entidades que participaron en ella, añaden estos interlocutores.

De hecho, aseguran que se evitó solicitar el preconcurso de acreedores en el último momento. Tras la firma, Moreira desembarcó en la presidencia, desplazando a José Luis Morlanes. Éste, ha regresado los últimos dos meses a la cúpula de la química tras la renuncia del primero, quien se fue por la falta de consenso de su propuesta de capitalización.

El ejecutivo luso llegó a la presidencia de La Seda de la mano del último gobierno tripartito en Catalunya, informan fuentes cercanas al Ejecutivo de PSC, ICV y ERC. A través del ICF, exigieron que llegara un nuevo socio industrial a La Seda a cambio de inyectar más dinero público a la compañía. Concretamente, unos 15 millones de euros que se sumaban a los más de 35 millones que ya se habían concedido cuando Jordi Puol (CiU) era presidente de la Generalitat.

Desencuentro entre Morlanes y Moreira

La falta de sintonía entre Morlanes y Moreira es conocida entre el empresariado barcelonés. El empresario portugués había dejado “con muy pocas responsabilidades” al también vicepresidente del RCD Espanyol en su organización, señalan los mismas fuentes.

En esta última etapa de La Seda, Morlanes se ha situado al lado de Anchorage para intentar sacar a flote la química. La propuesta del fondo estadounidense pasaba por capitalizar parte de la deuda que estaba en sus manos (la compró a Morgan Stanley de un paquete que, originariamente, estaba en poder de la CAM) y tomar las riendas de la institución.

Ibersuizas

La primera vez que La Seda bordeó el concurso de acreedores data de 1995. Fue el empresario Juan Abelló quien salvó a la química de la insolvencia a través del holding Ibersuizas. Desembolsó 4.500 millones de pesetas (27,5 millones de euros) para quedarse como accionista de referencia tras la salida de la multinacional Akzo de la sociedad.

Abelló reenfocó la producción del grupo desde las fibras de nylon al plástico PET. Pero en los últimos 20 años este sector tampoco ha resistido el envite de la crisis económica. El propio Moreira reconocía tras la última junta de accionistas que la única parte que ahora es solvente es la dedicada al packaging. Esta división es, realmente, la que despierta el interés actual del grupo portugués en la compañía catalana.

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