El núcleo duro del Popular es incapaz de frenar la sangría

El banco capta 16 socios para la sindicatura y facilita la compra de títulos para recuperar la cotización, pero la estrategia topa con un aluvión de ventas

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Prosigue la deriva negativa en la que lleva inmersa el Banco Popular desde que, hace dos semanas, presentara los resultados al cierre del tercer trimestre de 2016.

El forzado optimismo que su nuevo consejero delegado, Pedro Larena, quiso transmitir en su comparecencia ante analistas y medios de comunicación, fue rápidamente puesto en entredicho por los inversores.

El Popular, a precio de saldo, 3.800 millones

Las consecuencias han sido devastadoras. El Popular no solo perdía el euro de cotización el 31 de octubre, sino que también está a punto de dejar atrás los 90 céntimos, con lo que capitalización en el filo de los 3.800 millones.

Un precio que, de no ser por el lastre que suponen sus 30.000 millones de activos inmobiliarios problemáticos, pondría los dientes largos a más de un competidor para lanzar una opa.

Caída de un 19% en ocho sesiones

El agujero del 8,42%, al que cerraba la entidad presidida por Ángel Ron, el 28 de octubre, se acrecentaba en otro 10% adicional en las sesiones posteriores. El espejismo del único cierre positivo –del 0,65% el pasado lunes– fue rápidamente diluido ayer martes, cuando el Popular retomaba con fuerza las pérdidas, por encima del 3%, rompiendo a la baja, en muchos momentos, por debajo de esos 90 céntimos.

El vértigo de esta caída se produce en plena cruzada de la Sindicatura de Accionistas –el núcleo duro del Popular– que, tras ver cómo la acción se desplomaba por debajo del euro, activaba la estrategia de comprar acciones a manos llenas y captar nuevos socios.

En los días previos a la presentación de resultados –e incluso el mismo día 28 de octubre y, también, en la sesión del día 31– la sindicatura vendía casi 495.000 acciones a precios de entre 1 y 1,13 euros. 

Núcleo duro activado

A partir de entonces, según la última comunicación remitida a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), y a la vista de la caída de la cotización, las dos sociedades que forman de este núcleo duro –Sogefi y la Unión Europea de Inversiones– activaron las compras para que el deterioro no fuera a mayores.  

Más de 507.000 acciones, adquiridas entre el 1 y el 4 de noviembre a un coste de entre 0,92 y 0,98 euros. Y el mismo 1 de noviembre, en pleno puente festivo, la sindicatura también lograba captar 16 nuevos socios, con el aporte de otros 454.000 títulos.

Ventas a manos llenas

A la vista de lo acontecido, estas compras, a pesar de lo bajo de la cotización, parecen ser las únicas que se están realizando. El resto, todo ventas. A manos llenas. Hasta ver dónde se fija el nuevo suelo, a partir del cual se pueden generar grandes plusvalías para esos inversores que compren por debajo de los 90 céntimos.

En plena hecatombe, los bancos de inversión se han apresurado a rebajar el precio objetivo recomendado. Hasta un euro lo situaba ayer el Deutsche Bank, tras reducirlo un 20%, por debajo de los 1,1 euros que el pasado 4 de noviembre establecían los analistas de Barclays.

Blackrock mueve ficha

La debacle bursátil también ha despertado a Blackrock, la gestora de fondos estadounidense que llevaba sin mover su inversión en el Popular desde mediados del pasado mes de julio, tras la ampliación de capital, y que, ahora, lo ha hecho con un giro relevante en su estrategia.

Aunque, en este caso, no para deshacer posiciones, sino para curarse en salud ante lo que pueda suceder. Mantiene casi el 3% del capital en acciones de forma indirecta a través de sus fondos, pero ha aumentado significativamente un 50% los derechos de sobre acciones de Popular, a través de la contratación de instrumentos financieros, para ver si, en unas semanas, acaba o no ejerciendo las opciones de compra.

Fuertes minusvalías latentes

Desde que Blackrock reconociera, a finales de 2013, que se convertía en accionista de referencia del Popular al superar el 3% del capital, las cosas han cambiado mucho.

Entonces, aquel porcentaje capitalizaba por casi 840 millones de euros. Hoy, ese mismo 3% vale poco más de 120 millones, a los que habrían de sumarse otros 60 potenciales de colocados en derivados, equivalentes al 1,49% del capital del banco.

Mientras tanto, la entidad presidida por Ángel Ron prosigue con su plan de reestructuración para reducir costes. Al acuerdo alcanzado con el ERE sobre 2.592 empleados –que reducirá el gasto en 200 millones anuales y requerirá este año de una inversión de 375 millones–, le seguirá el despido de casi 300 empleados en Portugal al cerrar 47 sucursales.

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