La inflación alcanzará una media del 7,5% en España en 2022 pese al plan anticrisis

El Banco de España reduce en un punto el crecimiento de este año y 2023, hasta el 4,5% y el 2,9%, y calcula que el plan de choque del Gobierno reducirá solo entre cinco y ocho décimas la inflación de este año

El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos. BdE

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Unos 10.000 millones de euros costará a España el impacto de la crisis energética y la guerra en Ucrania este año. El Banco de España ha rebajado en nueve décimas su previsión de crecimiento para el ejercicio respecto a lo que proyectaba en diciembre, hasta el 4,5%, tras duplicar su previsión de inflación media hasta el 7,5%. El organismo constata la ralentización y retrasa la recuperación hasta el tercer trimestre del año que viene.

Así se desprende del informe trimestral de la economía española elaborado por el organismo supervisor, en el que duplica su previsión de inflación media este año tras calcular que el plan de choque contra el impacto de la guerra aprobado por el Gobierno por 16.000 millones reducirá solo entre cinco y ocho décimas la inflación respecto a un escenario sin dichas medidas.

El organismo explica que el conflicto bélico impactará sobre todo en el segundo trimestre y no provocará un deterioro apreciable del potencial del crecimiento. De hecho, asegura que la rebaja sería aún más pronunciada si no fuera porque, desde la publicación de las proyecciones de diciembre, los datos que se han conocido referidos a la evolución de la actividad en la segunda mitad de 2021 han sido más favorables de lo previsto», con un impacto mecánico positivo de ocho décimas en el PIB de este año.

En los dos años posteriores, las nuevas proyecciones anticipan que la actividad mantendrá un «elevado grado de dinamismo», de forma que la economía española crecería un 2,9 % y un 2,5 % en 2023 y en 2024, respectivamente, lo que supone un punto menos en el primer caso pero siete décimas más que la proyección de diciembre. En este escenario, la recuperación del nivel prepandemia de la actividad tendría lugar en el tercer trimestre de 2023, en vez de a finales de este año.

El recorte de nueve décimas de las previsiones se debe al impacto de los mercados exteriores y cuellos de botella (0,5%), la energía y las dinámicas de la inflación (0,7%), la confianza e incertidumbre (0,6%) y los factores financieros (-0,2%), que en conjunto fue más negativo que las ocho décimas en positivo de la economía y las dos décimas que aportarán las medidas fiscales adoptadas. De esta forma, el PIB crecerá este año menos de lo que lo hizo en 2021 (+5,1%) y muy por debajo de las previsiones oficiales que aún mantiene el Gobierno (+7%), si bien está previsto que en abril las reduzca al entorno del 5%, por lo que las estimaciones del organismo quedarían igualmente por debajo.

El nuevo director general de Economía y Estadística del Banco de España, Ángel Gavilán, ha indicado que la guerra en Ucrania constituye una «notable perturbación negativa» cuando aún no se había completado la recuperación de la crisis sanitaria, por el fuerte repunte del precio de la energía y de las materias primas, las sanciones a Rusia, el agravamiento de los cuellos de botella y el deterioro de los flujos comerciales y el impacto negativo en la confianza de empresas y hogares. Todo ello sitúa el crecimiento del primer trimestre del año en el 0,9% y una tasa de repunte «muy reducida» en el segundo trimestre.

El organismo supervisor explica que, en el caso de España, la guerra está teniendo un «impacto importante sobre la evolución de la actividad y de los precios», y ello a pesar de que la exposición directa de la economía española a algunos de los canales de transmisión es inferior a la que presentan otros países europeos. En concreto, tanto la dependencia de Rusia en el aprovisionamiento de gas como la magnitud del comercio no energético con ese país son relativamente reducidas en la economía española.

Impacto de la guerra: materias primas, comercio y confianza

Gavilán ha indicado que esa menor perturbación no ha evitado que se hayan recrudecido los incrementos de costes, sobre todo de los insumos energéticos, a los que nuestra economía es «particularmente sensible«. Además, el organismo apunta que dichos incrementos, que parecen haber comenzado a transmitirse con cierta intensidad a los precios finales de otros bienes y servicios —mermando la capacidad de compra de los hogares—, también han dado lugar a paradas de la actividad en algunos sectores, como el transporte, con el consiguiente agravamiento de las alteraciones en las cadenas de suministros.

El conflicto bélico condiciona a través de múltiples canales las perspectivas de crecimiento e inflación, como en el canal de las materias primas, por el encarecimiento de estos insumos y mayor inflación de consumo, junto a posibles problemas de suministro. El impacto del shock energético afecta sobre todo al sector del transporte terrestre, pesca, transporte aéreo, fabricación de vehículos de motor, transporte marítimo, entre otros.

En cuanto al canal comercial, aunque las relaciones comerciales son «limitadas», Gavilán ha avisado de que si se deterioran las relaciones comerciales internacionales puede acabar afectando a España y agravar los cuellos de botella en las cadenas globales de valor. En lo referente al canal de confianza e incertidumbre, la situación bélica puede provocar un retraso en las decisiones de consumo e inversión de hogares y empresas y un tensionamiento en las condiciones financieras.

«Se ha perdido mucho poder adquisitivo», ha lamentado Gavilán, quien se ha referido a la incertidumbre sobre el consumo, lo que puede provocar un ahorro precautorio pero ante esa pérdida de poder adquisitivo predominará el efecto de una senda de preservación del consumo, eso sí, suavizado por la alta inflación El consumo crecería un 4,5% este año y un 3,9% y un 2,4% los dos años siguientes.

Duplica su previsión de IPC: inflación media del 7,5% en 2022

En lo referido a las presiones inflacionistas, desde el organismo estiman que la tasa de inflación se situaría en el 7,5%, por término medio, en 2022, lo que supone el doble que la tasa del 3,7% que calculaba en diciembre, aunque puntualiza que los mercados de futuros de la energía prevén una cierta relajación de los precios a partir de julio de este año.

Un supuesto crucial que subyace en las proyecciones y enfatiza el organismo es que la «reducida magnitud de los efectos de segunda vuelta», esto es, una «escasa realimentación entre las presiones inflacionistas de precios y de salarios». Bajo este supuesto, la tasa de inflación descendería hasta el 2% en 2023 y hasta el 1,6% en 2024.

Así las cosas, se han revisado al alza las estimaciones de inflación, ni más ni menos que en 3,8 puntos este año y ocho décimas el año que viene, mientras que se ha mantenido en el 1,6% en 2024, ya que, según Gavilán, las tasas se moderarán a partir del tercer trimestre de este año. «Nos hemos equivocado todos los analistas en los últimos meses, así que la incertidumbre es importante», ha admitido el nuevo director general, que augura que las tasas serían elevadas en torno al 9% o 10% hasta el verano y entonces comenzaría el descenso gradual.

La tasa de inflación subyacente (sin energía ni alimentos no elaborados), escalará al 2,8% este año, para moderarse al 1,8% en 2023 y al 1,7% en 2024. Según sus cálculos, las medidas aprobadas en el plan de choque de manera mecánica permitirá reducir entre cinco y ocho décimas la tasa de inflación media de este año, frente a un escenario sin medidas.

En este sentido, advierte de que no evitar los efectos de segunda ronda de la inflación en salarios y precios finales recortaría 1,5 puntos porcentuales al PIB y al empleo hasta 2024, mientras que la inflación podría subir casi tres puntos adicionales entre 2022 y 2024.

Más paro este año y mayor déficit por ligar las pensiones al IPC

Pese a las peores perspectivas de PIB, el Banco de España mejorado ligeramente sus previsiones de media anual para la tasa de paro, que se situaría en el 13,5% este año, siete décimas menos que en diciembre, pero las ha empeorado para 2023 en tres décimas, hasta el 13,2%, y en cuatro para 2024, hasta el 12,8%.

En lo referente al déficit público, el saldo presupuestario de las administraciones en 2021 fue mejor de lo previsto por el buen desempeño de los ingresos, pero su evolución se revisa a la baja en estos tres años principalmente por la indexación de las pensiones al IPC (por cada punto de inflación son 1.800 millones). Así, el déficit rondará el 5% del PIB este año, en línea con el Gobierno, y escalaría el próximo año incluso al 5,2%, para moderarse después al 4,7% en 2024.

En el caso de este año, el cierre y la inercia económica reducirían cuatro décimas el desajuste, sin embargo las medidas adoptadas en el Plan de choque contra el impacto de la guerra elevará en seis décimas el déficit, por lo que revisa dos décimas al alza el déficit público de este año.

Pese a todo, el organismo augura una ratio de deuda pública inferior en todo el periodo de proyección al que auguraba hace tres meses por el aumento del PIB nominal, lo que compensa la subida del déficit. Así, calcula que el pasivo aumentará del 118,4% del PIB que marcó el año pasado al 112,6% del PIB este año. A posteriori descendería hasta el 112,8% en 2023 y volvería a subir al 113,5% en 2024. El Gobierno calcula un 115,1% este año, superior por tanto.

Incertidumbres y distintos escenarios

El director general de Economía del organismo supervisor se ha referido a la elevada incertidumbre actual procedente de las dudas sobre la duración e intensidad e la guerra, los efectos indirectos y de segunda vuelta sobre la inflación o la ejecución e impacto sobre la economía de los fondos europeos.

A ello se suman los precios de la energía el consumo de los hogares y recurso a la bolsa de ahorro, la evolución de la pandemia, los cuellos de botella, la normalización de la política monetaria y posibles medidas de política fiscal y energética en España y en la UE.

Ante el riesgo de posibles efectos de segunda vuelta, Gavilán ha avisado de que por el momento solo se observa un repunte moderado de las tarifas salariales pactadas, de forma que «los trabajadores están perdiendo poder adquisitivo», al tiempo que ha mostrado su preocupación sobre el aumento de las cláusulas de salvaguarda del entorno del 15% al 30% este año, alcanzando el 50% en los convenios firmados para 2023.

Igualmente, el supervisor sostiene que las empresas no estarían trasladando completamente a los precios de sus productos el aumento que están soportando en el coste de sus insumos, por lo que las compañías están reduciendo sus márgenes empresariales.

Por último, el escenario central estima una bolsa de ahorro de los hogares de 85.000 millones, bajo el supuesto de que se gastará un tercio de dicha bolsa en el periodo 2022-2024, pero en un escenario alternativo en el que se gastasen dos tercios el PIB crecería cuatro décimas más y casi dos en 2023, aunque sería inflacionario el efecto.

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