El doble rasero de la banca para ‘salvar’ a grandes empresas

Al descubierto el filtro que no han pasado Panrico, Pescanova o Fagor pero que sí cabría aplicar a El Corte Inglés, FCC o Prisa

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Tu sí, tu no. Hasta hace unos meses, la patada hacia adelante era la estrategia más seguida por la banca acreedora a la hora de refinanciar las deudas que las empresas no podían pagar, incluso en aquellos casos en los que se tenía la certeza de que sería imposible recuperar lo prestado.

Se confiaba en que, con el paso del tiempo, la situación económica mejorara y, por ello, se alargaban tres o cuatro años los vencimientos sin mayores problemas. Un aumento de las garantías para cubrirse las espaldas, y punto.

Ya no. Eso se acabó. Y la vista está, con ese reguero de quiebras de empresas –ya de una cierta envergadura–, que ahora el panorama es otro, totalmente diferente.

Decretos Guindos 

Primero, el año pasado, con las provisiones de los dos decretos Guindos para cubrir las eventuales minusvalías de los activos inmobiliarios, y ahora, con las nuevas exigencias que el Banco de España va a imponer en la cobertura de los 135.400 millones de euros de créditos refinanciados que los bancos españoles (Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia, Popular, Sabadell y Bankinter) tenían hasta junio.

Hasta ahora, esa deuda queda cubierta en algo más de 24.500 millones, con una media del 18%, repartida de manera desigual. Desde el 25% aportado por Bankia tras su rescate con dinero público, al algo menos del 17% provisionado por Sabadell o Popular. De llegar al porcentaje alcanzado por la entidad presidida por José Ignacio Goirigolzarri, serían más de 7.300 millones de capital los que deberían aportar entre el resto de entidades, en ese margen de entre 5.000 y 10.000 millones que se viene barajando.

Morosidad 

Cantidades asumibles, de entre 1.200 y 1.700 millones por entidad, derivadas de considerar como subestándar todos esos créditos refinanciados, pero que dejaría en el aire la incógnita de saber cuántos deberían estar realmente catalogados como morosos.

Si de verdad se hicieran las cosas atendiendo a la realidad de los pagos, se llegaría a la conclusión de que, según los propios criterios del Banco de España, en torno al 50% de esos créditos subestándar serían dudosos.

En este caso, estaríamos en otro escenario –quizá más realista, pero a todas luces insostenible– que llevaría al abismo de tener que aportar coberturas adicionales, no de un máximo de 10.000 millones, sino de una cantidad cinco veces mayor, de entre 50.000 y 60.000 millones.

Refinanciar la deuda 

A partir de aquí, resulta curioso observar el doble rasero que se está empezando a utilizar en el tratamiento que los bancos dan a unas u otras empresas en los procesos de refinanciación de sus deudas. Aquel término de sistémico que se acuñó el año pasado para calificar a Bankia como una entidad que no podía quebrar bajo ningún concepto, cabría ahora aplicarlo a algunas de las grandes empresas.

Un filtro que, a la vista está, no han pasado Panrico, Pescanova o Fagor, ni muchas más, pero que sí cabría aplicar a otras como El Corte Inglés, FCC o Prisa, o al resto de grandes constructoras o multinacionales eléctricas. No tanto por el empaque de sus deudas –hay empresas como Martinsa-Fadesa o Reyal Urbis, también con agujeros abismales, a las que dejaron caer en concurso de acreedores, no sin razones pero sin muchos miramientos–, como por unos intereses rayanos en lo nacional.

Del nulo empeño que se tiene con algunas empresas, vemos cómo con esas otras compañías sistémicas los esfuerzos que se hacen para no dejarlas caer movilizan a las más altas esferas políticas, y se busca dinero de debajo de las piedras para facilitar la refinanciación de sus deudas las veces que haga falta.

Botín auxilia a Álvarez 

En esa búsqueda de dinero y de tirar hacia adelante como sea, ha sido uno de los grandes acreedores, el Banco de Santander –acumula 33.000 millones en créditos refinanciados, con una cobertura del 20%–, el que ha salido en auxilio interesado de El Corte Inglés –una de estas empresas sistémicas–, al quedarse con el control mayoritario de la financiera del grupo de distribución presidido por Isidoro Álvarez, tras pagar 140 millones de euros.

Fondos de capital riesgo 

En otros casos, como ha ocurrido con Prisa o cómo está a punto de ocurrir con FCC, el apoyo altamente interesado para llevar a cabo la refinanciación de la deuda llega de fuera, procedente de esos grandes fondos de capital riesgo.

En el grupo de comunicación son ya más de 300 millones de euros de su deuda (casi el 12% del total) los que atesoran estos fondos y le acaban de conceder otros 100 millones más a un interés cercano al 20% para afrontar pagos inmediatos. Y en FCC vuelven a tener al fondo Guggenheim merodeando por su deuda.

Tras la negativa a aceptar la oferta de derribo que hizo el fondo a principios de año, con la que pretendía recapitalizar la sociedad a través de la que Esther Koplowitz controla la constructora, la aparición de nuevo de Guggenheim –ahora en la negociación que está en marcha para unificar un único préstamo sindicado de 3.000 millones– hace presagiar en un nuevo intento de entrada en FCC.

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