Fin de ciclo: Podemos naufraga en Galicia y sentencia al rupturismo

Galicia en Común, la confluencia liderada por Unidas Podemos, no consigue representación en el Parlamento gallego tras ser segunda fuerza hace cuatro años

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Derrota sin paliativos. Así es como ha calificado los resultados de Unidas Podemos en las elecciones gallegas y vascas Pablo Iglesias, que ha indicado que ahora toca «una profunda autocrítica«. Los resultados en ambas autonomías han sido malos, aunque si en Euskadi perdió cinco escaños, en Galicia llegó la debacle, al quedarse fuera del Palamento gallego. El espacio ha pasado de 14 a cero escaños.

En 2016, En Marea, partido instrumental que se creó para aglutinar las distintas sensibilidades del denominado rupturismo y en el que estaba integrado Podemos, consiguió 14 diputados y 273.523 votos, situándose como segunda fuerza en la Cámara autonómica por encima del PSOE. Cuatro años después, tras unas elecciones municipales en 2019 en las que el espacio perdió sus principales bastiones locales (A Coruña, Ferrol y Santiago) y con el voto gallego a Unidas Podemos desinflándose en los sucesivos comisios generales, la confluencia Galicia En Común, liderada por Antón Gómez Reino, político coruñés muy próximo a Iglesias y diputado en el Congreso, se queda fuera del Pazo do Hórreo al no ser capaz de conseguir el 5% de los votos necesarios para acceder al mismo. Con 51.212 votos, sus apoyos han caído a una quinta parte en tan solo cuatro años.

Resultados inesperados

Las expectativas de Galicia en Común no eran buenas, pero nadie en la coalición conformada por Unidas Podemos, Anova y las mareas municipalistas esperaba una caída de tal magnitud. Las mejores encuestas le otorgaban seis escaños. Las peores, dos representantes. Con todo, parecía seguro que Gómez Reino entraría en el Parlamento de Galicia. No ha sido así. Para muchos, el resultado evidencia el fin o, al menos, el necesario cambio de un ciclo iniciado en 2015, cuando las mareas se hicieron con tres de las grandes alcaldías de Galicia e impulsaron, un año después, a una confluencia denominada En Marea que llegó a liderar la oposición a Alberto Núñez Feijóo. 

No obstante, las turbulencias vividas en los cuatro últimos años han pasado factura. En Marea acabó disgregándose en dos grupos distintos antes de acabar la legislatura: por un lado, los comunes de Unidas Podemos, Anova y las mareas; por el otro, los afines a Luis Villares, dirigente que abandonó la política recientemente para volver a la judicatura que abandó en 2016. Esa ruptura, pública y notoria, marcó el principio de un declive que parece haber culminado en esta noche electoral. Como dato, en la ciudad de A Coruña, donde su conocimiento se suponía mayor, la confluencia solo logró reunir 6.500 votos, mientras que en Compostela se quedó con 2.500.

Unidas Podemos lideró la coalición

En estos comicios, Unidas Podemos, haciendo valer el peso conseguido tras la entrada en el Gobierno central, apostó por liderar la candidatura de Galicia en Común, de la que también formaban parte tanto Anova como las mareas. Gómez Reino, un candidato sin tanto conocimiento en la comunidad como, por ejemplo, Martiño Noriega, el exalcalde de Compostela (número 3 por A Coruña), fue escogido como cabeza de cartel.

El hecho de no haber estado presente en el Parlamento gallego ni en la vida política de Galicia (es diputado en Madrid) jugaron en su contra. Lo mismo que la pandemia del Covid-19, que también frenó la maquinaria puesta en marcha para darlo a conocer. El hecho de que, finalmente, los herederos de las siglas la antiga En Marea decidiesen presentarse también a las elecciones bajo la marca Marea Galeguista, fue otro de los factores que ayudó a diluir su imagen. No obstante, para muchos, el problema principal ha estado en las divisiones internas del espacio político, que se hicieron excesivamente públicas.

Una sangría de cuatro años

En cualquier caso, los resultados conseguidos son un mazazo sin precedentes para un espacio que se ha ido fragmentando de forma demasiado evidente desde 2015, cuando consiguió sus mejores marcas. Entonces, los rupturistas crecieron en gran medida gracias a los votos pescados en el caladero electoral del Bloque. Unos apoyos que, en esta ocasión, han vuelto al BNG de Ana Pontón, que ha sido capaz no solo de sorpassar al PSOE como primera fuerza de la oposición en Galicia, sino de conseguir su mejor marca histórica, por encima incluso de la conseguida en los noventa por el histórico Xosé Manuel Beiras

La caída de apoyos de este 12 de julio ha sido la culminación de una sangría que se ha ido notando en todos los comicios electorales de los últimos años. En las elecciones generales de abril de 2019, en las que la alianza inicial de En Marea ya se había roto en el Parlamento gallego, Podemos y sus socios inauguraron la marca Galicia en Común. Entonces, ya se dejaron casi 100.000 votos con respecto a las generales de 2016. También bajaron de cinco a dos escaños, uno de ellos, el de la ministra Yolanda Díaz, y el otro, el del candidato a la Xunta, Antón Gómez Reino. En la repetición electoral de noviembre de 2019, lograron conservar esos dos escaños de Díaz y Gómez Reino —que previsiblemente conservará, al haberse quedado sin asiento en el Parlamento gallego–, pero volvieron a perder votos, ya que sacaron 188.231, frente a los 238.061 de abril de ese año. Cifras muy lejanas con respecto a las conseguidas en las generales de 2015, con 410.698 votos a su favor.

Las incógnitas tras la derrota

La dureza de la derrota electoral plantea ahora muchas incógnitas. La primera es si la confluencia de Unidas Podemos con Anova y con las mareas municipalistas se mantendrá y, en caso de hacerlo, cómo se reconstruirá un espacio fragmentado. Este domingo, Gómez Reino dio un paso al frente. En su comparecencia ante los medios reconoció que el espacio había sufrido un «fracaso sin paliativos», en los mismos términos en los que se expresó Pablo Iglesias. Unos resultados que, indicó, asumía «en primera persona».

Anova, la formación de Martiño Noriega, permaneció este domingo en silencio. La suya es una situación complicada. En 2012, Anova y Esquerda Unida se presentaron al Parlamento gallego bajo la marca AGE, Alternativa Galega de Esquerdas. Fue el germen inicial de las confluencias y consiguió unos destacables resultados, con 9 escaños, situándose como tercera fuerza por encima del BNG. Curiosamente, esa confluencia, en la que Yolanda Díaz tuvo ya un papel muy destacado, contó con Pablo Iglesias como asesor puntual. Entonces, aún no había fundado Podemos.

Reacciones y silencios

A la espera del análisis del resto de formaciones integrantes en la candidatura, las reacciones de miembros del entorno de Unidas Podemos no se han hecho esperar. Además de las palabras de Iglesias, el líder de Izquierda Unida, Alberto Garzón, también fue contundente en su cuenta de Twitter: «Los resultados de las elecciones en Euskadi y Galicia son malos para Unidas Podemos-IU. Tenemos la necesidad de reflexionar colectiva y críticamente sobre ello«. El cofundador de Podemos y hoy exdirigente, Juan Carlos Monedero, reaccionó a la derrota de su partido en las elecciones gallegas y vascas advirtiendo de que la formación «sigue sin dedicar el grueso de sus energías a lo que debe», que es «construir partido».

Quien, de momento, ha guardado silencio es Yolanda Díaz, la ministra de Trabajo. Su papel fue clave en la campaña de Galicia en Común, que trató de rentabilizar el tirón de la dirigente ferrolana, ante el mayor desconocimiento de su candidato en la comunidad. 

La irrelevencia de la Marea Galeguista

Pero si malos son los resultados de Galicia en Común, los de sus antiguos socios han condenado a la Marea Galeguista a la práctica irrelevancia. Liderada por el empresario del audiovisual Pancho Casal, la otra parte heredera de En Marea y conformada también por Partido Galeguista y Compromiso por Galicia, se queda en octava posición, con solo el 0,22% de los votos, incluso por detrás de Pacma, así como de Vox y de Ciudadanos, que tampoco logran plaza en O Hórreo.

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