Pilar de Lara: “Hay muchas formas de amedrentarte y coaccionarte”

La jueza de la operación Pokemon, suspendida por el Poder Judicial, denuncia que la Xunta rechazó dotar al juzgado de los medios que necesitaba

La jueza Pilar de Lara /EFE

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No recibió recursos para realizar su trabajo, sino presiones. Así lo asegura la jueza Pilar de Lara, hasta el pasado 30 de enero titular del Juzgado de Instrucción número 1 de Lugo. La magistrada que instruyó la Operación Pokemon, la mayor trama de corrupción política y empresarial investigada en Galicia, asegura que realizó un «esfuerzo grande» por agilizar las macrocausas que instruía ante el riesgo de que le «diesen la patada». Así sucedió y el Consejo General del Poder Judicial suspendió a la magistrada, que perdió su puesto en los juzgados lucenses por “dilaciones indebidas” en los procesos.

En una extensa entrevista en Onda Cero, Pilar de Lara afirmó que recibió la investigación que la acabaría apartando de su trabajo en Lugo «muy sorprendida» al principio, con «desconcierto e incredulidad», y, casi al final, con «cierta impotencia», ya que, a pesar del «gran trabajo» realizado por su abogado, ha sido como «darse con la cabeza en una pared».

Entre otras cuestiones, la jueza ha llamado la atención sobre que su cese se produjese «de forma fulminante» cuando «ni siquiera era firme la sanción». El día que la recibió, el 30 de enero, la magistrada ha asegurado que «llevaba casi terminado un auto importante de la Pokemon», el trámite de proceso penal abreviado, que, ahora, «tendrá que analizar otro juez» y se dilatará «muchos meses». «Me pregunto dónde está realmente ese interés público», ha apostillado.

La Xunta negó medios al juzgado

La magistrada también lamentó la falta de medios en el juzgado. Según explicó, la «falta de autonomía presupuestaria del Poder Judicial», que en el caso gallego depende de la Xunta, condicionó su trabajo. «Cuando vino la inspección en 2013, dijo que el juzgado necesitaba ya en aquel momento cuatro funcionarios de refuerzo y la Xunta dijo que no«, ha ejemplificado la jueza, que ha incidido en problemas para traducciones, falta de personal, trámites que se alargan e incluso el tiempo que los propios jueces tienen que invertir en «vigilar que no se atasque la impresora».

A mayores, ha reconocido que durante el ejercicio de su puesto ha recibido «presiones». «Nadie te va a llamar por teléfono y te va a decir ‘haz esto’, pero hay muchas formas de tratar de amedrentarte, coaccionarte o asustarte, ya no digo por parte de los poderes políticos».

La jueza ha recordado que se vio obligada a llevar escolta porque un investigado «amenazó de muerte» a su hija, pintadas hacia su pareja y «ataques» que, afirma, ha sufrido «por ser mujer». «Si hubiese sido un hombre, no los habría recibido», ha zanjado.

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