Hacía tiempo que no comía tan a gusto en un restaurante argentino. Había pasado mil veces por la puerta del 9Reinas y me había llamado la atención su nombre, que me recordaba la película de Fabián Bielinsky y Ricardo Darín, pero hasta el otro día no me decidí a entrar.
Es un local de dos pisos, con la cocina a media altura entre ambos. Decoración sencilla y directa, con predominio de blancos, ladrillo vista en algunas paredes y columnas, y techos altos. Más que elegante, confortable. Los cuadros y las fotos de las paredes no reproducen ponchos, ni pampas, tampoco el mundo del tango ni de la nostalgia, sino una Argentina más actual.
El cine
Esa sensación acaba por encajar cuando echas un vistazo a la carta y ves que las ensaladas se llaman 9Reinas, Luna de Avellaneda, Un cuento chino, Kamtxatka. Un homenaje al cine más moderno del país, una industria de éxito que ha conectado muy bien en el exterior, en especial entre el público español. La cubierta de la carta, que reproduce viñetas de Quino, completa la imagen de la Argentina con la que se identifican los promotores del proyecto.
Entre ellos, figuran dos jugadores de fútbol Martín Posse y Xavier Escaich, que junto a otros tres socios, pusieron en marcha el local hace tres años. Les va bastante bien, pese a que no se puede decir que sea barato –me costó 50 euros- y a los tiempos tan difíciles que corren. Me dicen que es frecuente encontrar futbolistas entre los comensales.
El servicio es muy porteño, muy de Puerto Madero, digamos. Eficaz y serio. Los camareros, como los cocineros y el personal de recepción, están conectados por pinganillo. Y todo va sobre ruedas, pese a que el día de mi visita, a mediados de diciembre, había muchas mesas de comidas navideñas de esas que complican la vida al servicio.
Matambre
Primera sorpresa agradable. Tienen cerveza de barril. Moritz, para más señas. Además de las ensaladas cinematográficas, como entrantes también figuran el famoso matambre, las empanadas, los chorizos, las morcillas, las provoletas y la mozzarela.
Como no podía ser de otra forma, unas cuantas pastas; cinco. Y cuatro formas de presentar las patatas. Más adelante, las milanesas y sus guarniciones, además de los pescados –“marinos”-, donde aparecen langostinos, rape y bacalao.
El capítulo fuerte, lógicamente, es la ternera. 9Reinas propone primero lo que califica como carnes típicas argentinas y luego las importadas de Argentina, de donde deduzco que las primeras son singulares por su corte, no por su procedencia. Finalmente, ofrece un paseo por las mejores carnes del mundo, donde incluye Japón, Nebraska e Irlanda; además de algunas especialidades de la marca argentina La Finca.
Gran costillar
Me apetecía volver a probar las empanadas y pedí una de queso y cebolla, deliciosa y suave; nada pesada. Y también la morcilla y el chorizo, ricos, aunque por la tarde tuve que arrepentirme de la elección.
De lo que no me arrepentí fue del costillar de corte argentino hecho a fuego lento. La primera impresión era que estaba tostado en exceso, pero no, estaba sabrosísimo y en su punto. Muy bueno. Además, tan abundante que no pude acabarlo y me dejó sin saque para el tiramisú al que había echado el ojo.
Sirven el vino a copas y también tienen medias botellas, como la de Trumpeter que bebí. Es un malbec de Mendoza que pese a ser del 2011 tiene una redondez sorprendente y cierto grado alcohólico que quizá supere los 13,7 que indica la etiqueta.
La relación de vinos no es extensísima, pero sí más que suficiente, con propuestas catalanas, españolas y argentinas. En algunas botellas cargan el doble, pero en la mayoría el margen es menor. El café, Novell, correcto aunque de un argentino esperaba la medida del ristretto.