Antoni Abad: «En España no se dialoga»

El presidente de la CECOT sostiene que la clase política mira por encima del hombro

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En la última reunión de la Junta de Fomento del Trabajo (lunes pasado), Antoni Abad (CECOT) fue el punto crítico respecto al impulso antisecesionista de la gran patronal catalana. No es la primera vez que Abad detiene la pelota para decidir el ritmo (il tempo) al estilo de la escuela de mediocampistas de la Masia azulgrana. En la sede patronal de Vía Layetana, las paredes son gruesas, pero dentro se habla alto y claro.

Abad está muy lejos de ser un hombre de partido, como se ha dicho. Él se dejó querer en una lejana lista al Congreso de CiU, pero el día que puso un pie en la presidencia de CECOT, la organización empresarial de Terrassa, llamó al propio Artur Mas para desearle suerte y anunciarle su plena dedicación al mundo patronal.

La CECOT huele a fábrica. Es la síntesis de organismos como Gremio de Fabricantes de Tejidos, la Asociación de Rebuig de Lana, la Unión Comercial o del legendario Instituto Industrial. Su sede, el marmóreo Almacén Pasqual Sala, festonea la antigua ciudad Alfonsina, empujada hoy por los motores del mundo contemporáneo. Hace pocos días, uno de estos motores, la asociación de empresas de la tecnología de la información (Tics), ha reposicionado el ala catalana del sector, frente al españolismo indiscriminado de un ramo estatal contrario al soberanismo. La economía tiene vida propia y opinión. Abad lo tiene claro: «No siempre nos hemos entendido en el seno de Fomento, pero siempre que hemos discrepado lo hemos hecho a la luz. El mundo patronal está íntimamente ligado al contraste de opiniones; es nuestra tradición». ¿Qué le falta a Fomento? «Un poco de disensión, las diferencias son buenas«.

Cuando se mezcla con la política, la economía real sangra siempre por la misma herida: la falsa superioridad intelectual de los partidos y sus rigores legislativos. Después del 27S, el país se abalanzará sobre las generales de noviembre o diciembre: «Esta vez, la inocentada del 28 de diciembre será la de un país sin Presupuestos a causa del calendario electoral«. ¿Le preocupa esta incertidumbre? «Digamos que vamos todos en el mismo carro. El dinero público es nuestro dinero, el de la ciudadanía, cuyos impuestos costean la sociedad del Bienestar. Seamos serios».

No existe el unionismo ilusionante. Esta es una verdad que se ha metido muy a dentro de nuestra sociedad. Ya no es un discurso de sabios; es una vivencia secular que ha sido recordada estos días en la memoria de Ortega y Gasset (La España invertebrada). ¿Qué le pasa a España? «España es un país en el que no se dialoga«. Pero existe una vanguardia, una inmensa minoría como se decía en el 98, y dentro de ella, vive la clase política. «Es esta clase política que te mira por encima del hombro. Y sin embargo muchos de ellos son conscientes de que esta forma de actuar expresa una debilidad; saben que esta conducta no es homologable a nuestro entorno democrático».

La CECOT es el templo de la economía, enclavado en la ciudad del vapor. La cúpula de sede, dedicada a la memoria de su reformador Eusebi Cima, conserva una solemnidad tranquila. De las paredes de su sala de juntas cuelgan los retratos de los prohombres del Institut Industrial, como Narcis Bacardí, su primer presidente. Antoni Abad, economista, empresario metalúrgico y experto en el mundo de la inversión, encaja en el conjunto. Tiene el gen emprendedor. Fue presidente en funciones de la Unión Patronal Metalúrgica, la mesa redonda de nuestra obstinación productiva. Allí donde bulle la poderosa industria de componentes, brazo armado de las grandes cabeceras automovilísticas. Es un apasionado del capital riesgo, el oxígeno que vuelve; fue miembro del consejo asesor del Institut Català de Finances.

En el encaje catalán en España, el confort solo es un episodio pasajero. El emprendedor lo sabe. Es el ciudadano adaptativo por naturaleza. Vive sobre arenas movedizas.

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