Racó de l’Agüir, local familiar

C/ Tamarit, 117 www.elracodelaguir.com 93 426 68 39

Recibe nuestra newsletter diaria

O síguenos en nuestro  canal de Whatsapp

Aunque sea una obviedad, me inclino por los restaurantes que sorprenden porque van de menos a más, esos que una vez tienes la carta entre las manos y, luego cuando empiezas a comer, te das cuenta de que su presencia externa queda superada amplia y gratamente por el contenido. Dicho de otra forma, me va más esta sorpresa que la inversa, cuando la presencia exterior y la decoración no encuentran correspondencia en los platos, un fenómeno bastante frecuente, sobre todo cuando hay socios capitalistas en el proyecto empresarial.

El Racó de l’Agüir pertenece al primer grupo. Es un local de barrio, de gestión y ambiente familiar. El matrimonio alicantino que lo creó en 1990 dejó la dirección en manos de sus hijos hace cinco años. Tiene el buen gusto de servir cerveza de barril –Pilsner Urquell- bien tirada, con espuma cremosa y consistente, de burbuja fina.

Ferran Agüir mantiene la línea paterna en la cocina, con las innovaciones que dictan los tiempos, pero muy marcada por lo que podríamos llamar el perfil de una fonda mediterránea. Visita cada mañana los mercados de Sant Antoni y de la Boquería.

El fuerte de la casa son los arroces y fideuás: la familia procede del interior de Alicante, y eso se nota más allá de la incorporación de algunos de los vinos recios de la zona en la carta. Los arroces, con pasada final por el horno, no defraudan; el de bacalao con coliflor y el a banda son mis preferidos. Ninguno de ellos tiene esas bases difíciles de digerir que tan a menudo hacen que te arrepientas de haber caído en la tentación. Buenas raciones, pero no pantagruélicas.

Cuatro tipos de croquetas, entrantes clásicos, como las celebradas alcachofas rebozadas o la ensalada de tomate con cebolla y ventresca, en la que se nota que cada producto ha sido bien seleccionado: son sencillos y sabrosos. En el capítulo del pescado hay que citar el atún con mango, muy aplaudido por la peña, y en el de carne, solomillo de ternera con salsa de trompetas de la muerte o con rovellons si es temporada. En los postres es quizá donde Ferran ha tomado más iniciativas con los chocolates, los flanes y los helados, como el de violeta con virutas de chocolate.

Ivan se encarga de la sala. Conoce a la mayoría de la clientela, que en un 90% es habitual, pero al resto la trata como si también lo fuera, un toque que contribuye a dar ese aire familiar al restaurante. Trabajan mucho, doblan la mayor parte de las mesas cada día, y por la noche –se puede cenar miércoles, jueves y viernes- ofrecen un menú de 25 euros. La clientela nocturna también suele ser de la zona, como los seniors del club de tenis Pompeia, de Montjuïc, que después del partido de dobles reponen fuerzas en el Agüir.

Mesas bastante próximas entre sí, con aceiteras –la familia cosecha su propio aceite- en cada una de ellas. Pan tostado con un ajo y un tomate para que el comensal tome la iniciativa mientras le llegan las estupendas patatas bravas cortesía de la casa. Las paredes están decoradas con reproducciones publicitarias de papel de liar tabaco, herencia del bisabuelo, que trabajó en una fábrica de papel del Alicante natal.

Cocina abierta, como está de moda, aunque en este caso no suficientemente aislada de la sala, lo que se nota después en el aroma que deja en la ropa. Servicios curiosos, pero justitos. Es una fonda, en la mejor acepción de la palabra, clavada en el Eixample, a tiro de piedra del Tickets de los hermanos Adrià y de la tapería Lolita; el nuevo clúster gastronómico de Barcelona.

Los clientes, como queda dicho, son fieles; y no es para menos. El menú del mediodía, a 11,9 euros, es de los más decentes de la ciudad: tres opciones de primero, dos de segundo y de postre; pan tostado y vino. Ivan no tiene problemas en aceptar reservas aunque sean para el menú. El vino de la casa es René Barbier, mientras que la carta está perfectamente ajustada a lo que es el local, con mayoría de productos catalanes. El café, Dibar, muy correcto. Unos 35 euros de media por comensal.

Economía Digital

Recibe nuestra newsletter diaria

O síguenos en nuestro  canal de Whatsapp