Baile de falsos centristas

Para conquistar el centro se precisa una labor constante, una coherencia intachable y la expresión ininterrumpida de un convencimiento

Al final va a resultar, no sólo que existen votantes de centro, sino que algunos partidos están dispuestos a agasajarlos. No les va a resultar fácil.

De una forma mucho menos virulenta que en el pasado –la sociedad es bastante más moderna y madura que sus élites— resucitan las dos Españas. Los consensos políticos del 78 sobre las cuestiones esenciales han saltado por los aires pero la ciudadanía no parece estar por la labor del enfrentamiento.

El socialista José Luís Ábalos anuncia su vocación de reincidir en el frustrado pacto preferente con Ciudadanos

Así parecen haberlo entendido por un momento los estrategas de las campañas electorales, por lo menos los del PSOE, PP e incluso ERC -no así los demás-.

Veamos: el mismo día en que Pablo Casado ficha al hijo del jamás llorado, y aún menos añorado Adolfo Suárez, encarnación de la moderación y el pactismo integrador, el socialista José Luís Ábalos anuncia su vocación de reincidir en el frustrado pacto preferente con Ciudadanos.

Sin duda, son guiños al centro, pero sería de extrañar que el electorado al que van dirigidos trague sin más. Con la que está cayendo en las alturas, unas declaraciones sin continuidad de un líder socialista o un gesto aislado del campeón de los populares no van a resultar muy convincentes. Para conquistar el centro se precisa una labor constante, una coherencia intachable, la expresión ininterrumpida de un convencimiento.

Ciudadanos ha abandonado el centro para enzarzarse en la convulsa lucha de los tres partidos de derechas

La incorporación de Adolfo Suárez Illana como número dos por Madrid en la lista del PP se verá pronto sumergida en la vorágine de un día a día de campaña que es lo contrario del espíritu del máximo forjador de la Transición. Flor de un día, destinada a marchitarse en solitario o a resplandecer en el ramillete de la exacerbación u el exabrupto.

Por su parte, las preferencias centristas de José Luís Ábalos ya han sido rechazadas por los interpelados. Como ya hemos analizado en repetidas ocasiones, C’s ha abandonado el centro para enzarzarse en la convulsa lucha de los tres partidos de derechas, a ver cuál de ellos consigue pasar por el auténtico representante de las esencias patrias y relega a los otros dos a la triste categoría de plagiario.

Puede incluso sospecharse que si Ábalos hubiera contado con alguna posibilidad de que Ciudadanos recogiera el guante del pacto, se habría abstenido de lanzar su oferta.

Sánchez es el único candidato que no está obligado a efectuar grandes contorsiones para ser visto

Si el PSOE insiste en la preferencia hacia C’s, va a abrir un camino de retorno a Podemos de los votantes que a estas alturas ya han abandonado a Pablo Iglesias para pasarse a Pedro Sánchez.

De todos modos, Sánchez es el único candidato que no está obligado a efectuar grandes contorsiones para ser visto, sino como la encarnación del centrismo -puesto acarrea merecida fama de rebelde- sí como, legítimamente, el menos alejado del centro. Insisto, no tanto por mérito propio como por demérito de sus escasos competidores.

De ahí que resulte previsible la victoria socialista, incluso más abultada de lo que indican los sondeos. O andan muy equivocados los profesionales de la demoscopia –así como los que viven atentos al latir de la sociedad— o estas elecciones no se van a disputar tanto por los extremos, que existen y tironean sin cesar hacia el propio campo, como por el centro.

Meses atrás, la crispación política y mediática parecía contagiarse a la sociedad. Ahora, pasado el peligro inminente de secesión catalana, ya no es así.

En el campo independentista comprobaremos en las urnas hasta qué punto fracasa –o no, aunque lo dudo— la estrategia de Puigdemont de arrebatar el marchamo de original y endosar a Junqueras el papel de mala copia.

Curioso cruce mágico: si los otrora centristas de CDC y luego PDECat se han sumado tan alegremente a JuntsXCat, sacrificando incluso a sus mejores diputados en Madrid, no es porque se hayan radicalizado milagrosamente sino por cálculo táctico.

A beneficio de Pedro Sánchez

En su incansable búsqueda de la hegemonía en el sistema catalán de partidos, ERC da un paso más. En este caso es estratégico. No se trata de renunciar a su objetivo sino de ocupar primero el centro del tablero y lanzar luego, en cuanto se verifique una clara mayoría en las urnas –si tal circunstancia llega a producirse— volver a la carga.

Tampoco es centrismo, tampoco moderación, aunque sean muchos los rivales que pretenden que eso parezca. En conclusión, que los verdaderos centristas se han esfumado. Mejor dicho, los que un día lo fueron se han radicalizado mientras otros que nunca lo han sido se han travestido de centristas aunque se les vea el plumero.

El beneficiario de tanto baile de disfraces no puede ser otro que Pedro Sánchez, no un centrista pero sí un equilibrista, que en las actuales circunstancias es lo más se le parece.