Chile elige: Susto o muerte

Los chilenos deberán elegir en las próximas elecciones entre dos opciones políticas antagónicas: una de extrema derecha y otra de extrema izquierda

¿Se imaginan unas elecciones en las que usted estuviera obligado a elegir entre Jair Bolsonaro y Nicolás Maduro? Pues esa, con todos los matices que ustedes quieran, es la decisión que van a tener que tomar los chilenos en la segunda vuelta de sus elecciones presidenciales del próximo 19 de diciembre y uno de ellos, (¡toma ya pedazo de regalo de Navidad¡), será el nuevo mandatario de esta república austral.

O el populismo de extrema derecha de José Antonio Kast, un admirador del sangriento dictador y asesino de más de 3.000 personas según los números de las agencias internacionales de derechos humanos, Augusto Pinochet, de quien Kast llegó a decir que “Se hicieron elecciones democráticas y no se encerró a los opositores políticos”.

O el populismo de extrema izquierda de Gabriel Boric, un político joven proveniente de la izquierda alternativa que participó activamente en el estallido social que se produjo en este país en 2020 y cercano al Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), a uno de cuyos dirigentes, precisamente el que asesinó en 1991 al senador de la UDI Jaime Guzmán visitó recientemente en su exilio parisino.

¿Qué ha pasado en Chile en los últimos años para que el país, el más centrado políticamente de toda América Latina haya virado de esta forma tan radical hacia los populismos?

La respuesta no es sencilla, de hecho hay que mencionar al menos tres factores que han confluido con diferente intensidad y que una vez mezclados han dado como resultado este desastroso escenario. Comencemos:

1.- Una constitución ultraliberal, dogmática y elitista

Además de 3.000 muertos y desaparecidos y de las decenas de miles de torturados y encarcelados, el gran legado de Augusto Pinochet fue la constitución de 1980 (aún vigente), un experimento ultraliberal pergeñado en la escuela de Chicago y en el que los chilenos ejercieron como conejillos de indias y que relegó al estado chileno a una posición de subsidiariedad, dificultando su participación en sectores económicos clave como la salud, el transporte o la sanidad y que además alejó a los más desfavorecidos de la participación política. Una constitución que está en el origen del gran estallido social del año 2020.

2.- Un modelo electoral disfuncional

Otro de los regalitos del golpista Pinochet a su país fue un modelo electoral de laboratorio, el llamado binominal con registro voluntario en el padrón electoral y voto obligatorio a los inscritos, pensado para desincentivar el voto de las clases populares y maximizar los sufragios de las clases más altas que a pesar del cambio de modelo en el año 2012 ya había logrado el efecto buscado, un alejamiento de los más desfavorecidos de los procesos electorales que fue uno de los detonantes, de nuevo, del estallido de 2020.

3.- El gran Estallido social de 2020

Y con los mimbres anteriormente descritos llegamos al estallido de 2020 en el que una pequeña protesta por el precio del transporte público hizo cristalizar el descontento social producido por un Estado sin posibilidad alguna arbitraje económico y el alejamiento de la mitad de la población de chile de su sistema democrático y de partidos en una protesta masiva y violenta en las calles de todo el país. Una protesta cuyos efectos no ha logrado detener la elección de un parlamento constituyente votado hace unos meses y cuya misión es la de redactar una nueva constitución para el país que derogue definitivamente el experimento pinochetista.

El candidato de ultraderecha a la presidencia de Chile, José Antonio Kast. EFE/ Alberto Valdés

El resultado de esos tres factores proyectado en el tiempo y aliñado por la crisis económica lo tenemos hoy perfectamente representado en las elecciones presidenciales chilenas, un proceso en el que el 47% de los chilenos, que son los que participaron en la votación, han decidido entregar mayoritariamente su voto a dos opciones políticas antagónicas y sin posibilidad alguna de llegar a acuerdos, el populismo de extrema derecha de Kast y el de extrema izquierda de Boric.

Una votación en la que los chilenos tendrán que elegir entre susto o muerte.