De Sánchez a Amenábar: incumplir, aburrir y salir indemne

Macron y Sánchez, Nogueras y Díaz, Alantra y BofA, Kirk y la prensa, Broncano y Mariló, Amenábar y Alien Earth: la semana en seis tramas

En París, el ciclo se repite con mecánica precisión: el Parlamento francés rechaza los presupuestos, el primer ministro convoca una moción de confianza, la pierde y dimite. Vuelta a empezar. Emmanuel Macron cumple al pie de la letra la ley francesa, incluso a costa de debilitar su posición ante futuras elecciones.

En Madrid, con la certeza de que su presupuesto acabará tumbado, Pedro Sánchez prefiere no presentarlo. La posibilidad de entregar un proyecto para 2026 se alejó esta semana, evidenciando que España va camino de encadenar su cuarto año consecutivo sin cumplir con una obligación constitucional básica.

El contraste es elocuente: Macron se debilita, pero respeta las normas; Sánchez, sin riesgo electoral inmediato —sí judicial—, ignora la Constitución y espera salir indemne, como avanzó a Pepa Bueno. Dos maneras de comportarse frente a la misma realidad institucional: una se ajusta a la ley y asume las consecuencias políticas; la otra la ignora y confía en la impunidad momentánea.

Jornada laboral: Nogueras vs Díaz

Míriam Nogueras, en el debate sobre la jornada laboral, volvió a presumir sin querer de lo bien que habla. Los traductores del Congreso no le hacen justicia, pero articuló nuevamente un discurso sólido y argumentado en sus ideales. La portavoz de Carles Puigdemont explicó cómo reducir la jornada laboral sin poner en riesgo a pymes y comerciantes mediante un sistema ya ensayado en los países nórdicos: la regla del 100-80-100:

  • 100% salario.
  • 80% jornada.
  • 100% productividad.

Es decir, la jornada se reduce sin mermar la nómina si la productividad se mantiene o crece. Este modelo funciona en economías sofisticadas, donde la eficiencia y la formación permiten trabajar menos horas. Nogueras señaló, como el grueso de los economistas, que la reducción de jornada depende de cambios estructurales. Aunque, como siempre, lo enmarcó en su trasnochado discurso separatista, Nogueras noqueó a su contrincante.

Frente a ella, Yolanda Díaz recurrió a un monólogo que parecía escrito en los años 70 para un mitin del FRAP en vez de para un debate parlamentario del siglo XXI: “El motor de la historia es la lucha de clases”, dijo. Casi al mismo tiempo, Pablo Iglesias acompañaba a sus hijos al primer día de colegio privado.

Finanzas: Alantra vs Bank of America

En el terreno financiero, la semana dejó otro contraste: los informes sobre la opa al Sabadell de Alantra y Bank of America (BofA). Alantra sostiene que el banco catalán vale más en solitario y que BBVA debería mejorar la oferta en, al menos, un 20%. BofA, en cambio, prefiere ponerse de perfil hasta el 7 de octubre y retira sus valoraciones hasta que haya veredicto. Entiende que la cotización y el banco están más expuestos a la dinámica de un M&A que a sus fundamentales.

Este tipo de comparativas demuestra que, incluso en entornos corporativos aparentemente objetivos, las perspectivas dependen del prisma de análisis y los supuestos que cada autor utiliza. Para el inversor, la clave está en interpretar ambos enfoques, no en elegir ciegamente uno.

EEUU: la izquierda mediática vs Kirk

La cobertura en España del asesinato de Charlie Kirk escribe un interlineado preocupante. Numerosos titulares de prensa se recrearon con el adjetivo “ultra” para presentar al simpatizante de Donald Trump:

  • El País: “El comentarista ultraconservador Charlie Kirk, aliado de Trump, asesinado de un disparo en una universidad de EE. UU.” y “Las redes se llenan de mensajes que justifican el asesinato del agitador ultra estadounidense”.
  • eldiario.es: “El activista ultra Charlie Kirk, asesinado de un disparo en un acto en la universidad de Utah”.
  • Público: “El asesinato del ultra Charlie Kirk estimula el odio a la izquierda y resucita en EE. UU. el fantasma de la violencia política”.

Solo les faltó adornar las crónicas, cual violador común, con un “es que iba provocando”. En El País —como se lee en su segundo titular— casi lo escriben con las redes sociales como coartada. Los autores firmaron sin rubor esos textos mientras los directores defendían la tesis en las tertulias de TVE, presentando a la víctima de un crimen político como responsable de la violencia política en EEUU.

Jorge Bustos citaba al humanista Sebastian Casteillo en El Mundo: “Matar a un hombre no será nunca defender una doctrina. Será siempre matar a un hombre”. 

TVE: Broncano vs Mariló

Miguel Ángel Idígoras ha escrito —y escribirá— en Economía Digital con detalle sobre TVE. Pero fue llamativo ver cómo Mariló Montero planteaba, frente a David Broncano y su abultada audiencia, las mismas denuncias. Lo que empezó como una promoción de MasterChef Celebrity en La Revuelta terminó convertido en un choque ideológico televisado.

Montero acusó a TVE de ser un altavoz monocolor —“mañana, tarde y noche, ideología de izquierdas”— y defendió la tauromaquia como tradición y motor económico. Broncano replicó con ironía: si en la televisión pública no se puede decir nada, ¿cómo es que ella lo decía en el prime time de TVE? Ambos subieron peldaños en notoriedad pública.

Al día siguiente, el presidente del ente, José Pablo López, cargó desde las redes sociales contra Montero, en lo que parecía un adoctrinamiento “mañana, tarde y noche” —dixit—. La semana, en plena polarización, parecía reducirse a elegir entre la España de Broncano y la España de Mariló, justo mientras Begoña Gómez acudía al juzgado. Caprichosas coincidencias informativas.

Tips de supervivencia cultural

Rick Davies (DEP) y Supertramp siguen sonando frescos décadas después de su auge: temas como DreamerLogical SongBreakfast in America o Give a Little Bit recuerdan que no todo lo que parece anticuado pierde valor con el tiempo. Sergio Ramos ha contribuido con decisión a la apreciación de toda clase de discografías, incluidas las reguetoneras.

En cine, Alejandro Amenábar mantiene con Cautivo un alto nivel de manufactura cinematográfica… y de aburrimiento. Ver crecer una planta resulta más entretenido que su Cervantes —gay durante un minuto— llevado a la pantalla. Pero, como Sánchez, saldrá indemne de esta.

Alien Earth no merece el tiempo de nadie. La serie naufraga en subtramas dispersas, ausencia de estructura narrativa y un guion débil que confía únicamente en la fuerza de la franquicia y en la fama de Ridley Scott y Noah Hawley.

Lo que ofrece es una sucesión de excesos, simbolismos forzados y promesas incumplidas, cohesionados apenas por la violencia gratuita de un xenomorfo que parece poseído por Alex DeLarge. Un ultraje de Scott a Scott. Que me avisen cuando le pongan la coquillera al alien.

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