El ‘caso Tezanos’ vuelve a enlodar la imagen de las organizaciones empresariales

Quince meses después de que el anterior presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, ingresara en prisión acusado de presunto levantamiento de bienes, blanqueo de dinero y fraude fiscal, entre otros delitos, y de que el actual presidente, Juan Rosell, se comprometiera a que no se repitieran este tipo de casos que suponen un fuerte descrédito para la imagen de la organización y de la patronal, un nuevo escándalo vuelve a salpicar a instituciones empresariales.

Se trata de la detención, por parte de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal de la Policía Nacional (UDEF), del presidente de la Federación de Empresarios de Madrid (Fedecam) y vocal en la directiva de la patronal madrileña CEIM, Alfonso Tezanos. Se le acusa de un presunto fraude cercano a los 15 millones de euros.

En pleno proceso preelectoral de la patronal madrileña, CEIM, su actual presidente y número dos de la CEOE, el hostelero Arturo Fernández, a su vez imputado en la causa por la que se investiga la fusión y salida a bolsa de Bankia, se apresuraba a negar que Tezanos fuera su «hombre fuerte» en la organización, donde según ha indicado era «uno de los 200» miembros de la directiva.

Sea como fuere, el escándalo no beneficia a los empresarios ni al proceso electoral que, por primera vez, se va a celebrar con la presentación de dos candidaturas, lo que hace que la campaña sea especialmente dura. Hasta el punto de que el puesto de Fernández parece estar el peligro, lo que no sería nada bueno para el presidente de Cantoblanco, grupo de cuenta con una especial querencia por concesiones públicas.

El presidente de la CEOE se ha posicionado públicamente a favor de su vicepresidente. Un apoyo que algunos analistas explican por la dependencia que el propio Rosell tiene del hostelero si quiere repetir como presidente de la patronal española en las elecciones a celebrar a finales de año, poco después del anunciado referendo catalán.

Sin que el caso Díaz Ferrán o Tezanos sean el detonante, la realidad es que el asociacionismo oficial de los empresarios en torno a la CEOE hace tiempo que hace aguas y las empresas españolas hace tiempo que decidieron estructurar la defensa de sus intereses fuera de la Confederación presidida por Rosell. Muy lejos de tener la fuerza que tienen sus colegas italianos (Cofindustria) y alemanes (BDA), lo que se demuestra de forma continuada en los conflictos que surgen de forma periódica entre sectores y gobierno.

De ello pueden dar fe sectores como el eléctrico o el financiero, que se han visto en ocasiones maltratados, sin que de la CEOE haya salido una frase de apoyo.

No es un caso que se circunscriba a la actualidad, sino que se remonta a hace años. Encendidas todas la alarmas entre los empresarios de los grandes sectores españoles una vez constatado el alto grado de ineficacia alcanzado por la CEOE –institución que se encuentra en caída libre sin que nadie parezca dispuesto a activar el freno–, iniciaron un proceso de redefinición de modelos de representación en busca de la necesaria efectividad en su interlocución con las administraciones.

Algo que se antoja en ocasiones como complicado. Se interponen, entre otras, cuestiones políticas derivadas de la estructura autonómica del Estado.

Un ejemplo es el sector del automóvil, que representa el 7% del PIB, el 11% del empleo y el 25% de las exportaciones españolas. Además, es uno de los que parece haber encontrado el modelo más eficaz, aunque no exento de tensiones.

El modelo de vertebración sectorial, encontrado hace años por el sector del automóvil y que vino a sustituir a la antigua Confederación Española del Automóvil, gira en torno a un foro de debate conformado por las cuatro asociaciones del sector Anfac, Aniacam, Faconauto y Ganvam- y en donde estaban presentes los ministerios de Economía y de Industria.

Bajo el nombre de Comité de Diálogo, los fabricantes nacionales, los importadores, los concesionarios y los vendedores, encontraron en esta mesa un punto de encuentro y una fórmula eficaz para defender sus intereses comunes frente a las administraciones públicas, siendo la fórmula estudiada por otros sectores con el objeto de implantarla.

La falta de efectividad demostrada por una obsoleta CEOE, obliga a distintos sectores empresariales españoles a buscar modelos sustitutorios de representatividad y de defensa de sus intereses. Por el momento, la iniciativa del sector automovilístico español parece una fórmula eficaz, aunque los personalismo que surgen en todo proceso asociativo “son como las termitas, arrasan con todo”.

La imagen de los empresarios vuelve a estar en la picota en un momento en que se hace imprescindible su participación en la recuperación económica y de poco vale que el último de sus escándalos haya venido flanqueado de una monumental fianza de 29 millones impuesta por la juez Alaya a Magdalena Álvarez; la renuncia del presidente del Barcelona, Sandro Rosell, tras la admisión a trámite de la querella por apropiación indebida en modalidad de distracción y por simulación contractual en el traspaso de Neymar; o el escándalo del presidente del Bayern, Hoeness, condenado a tres años y seis meses de cárcel por un delito de fraude fiscal.