El controlador sin control

El mismo presidente que se zafa de los contrapesos democráticos pretende controlar la opinión publicada

Si el Gobierno de la Moncloa hubiera aceptado la creación de una comisión independiente que asegurara la gestión de un reparto equitativo de los fondos europeos, Pedro Sánchez se habría podido librar del sambenito de su imagen tan refractaria a la transparencia. Pero solo en esta cuestión. Porque tiene otros frentes abiertos en los que va dejando un reguero de tics de autoritarismo. Sigue tirando piedras sobre su propio tejado cuando se enroca en su muralla desde donde nos quiere controlar a todos a la vez que se escurre de cualquier crítica o contrapeso.

Con los fondos europeos, si no hubiera estado tan decantado por favorecer a las autonomías gobernadas por los socialistas (solos o en compañía) se habría podido evitar pasar el apuro de que Europa nos siga observando con reticencias. La decisión del PP de denunciar ante Bruselas el sistema opaco de repartos ha puesto el altavoz donde más le duele a Sánchez. La sombra de la duda por el mal uso de los fondos europeos está calando hondo entre los observadores. Además del reparto arbitrario, primando a cuatro de las 17 comunidades autónomas ¿cómo se detalla la ejecución de estas ayudas? Silencio administrativo. Apagón informativo desde agosto. La Comisión Europea reclama la información más minuciosa para que el plan de los fondos aguante, en su momento, un proceso ágil de auditorías.  

Pero el presidente no tiene ningún interés en que se le fiscalice. Por eso se negó a crear una agencia independiente. Por eso rechazó la creación de una comisión parlamentaria. Para que nadie le pida explicaciones sobre el reparto de los nueve millones, que han ido a parar a Valencia, Extremadura, Navarra y Paí Vasco. Y por eso no quiere que la prensa meta las narices en su territorio. Sánchez está contrariado porque el PP lo denuncia en los tribunales y en Europa y dice que Díaz Ayuso y Casado quieren boicotear los fondos cuando lo que están reclamando es transparencia en el método y un reparto igualitario. Pero ya no hay vuelta atrás. 

No quiere someterse a control de nadie. Ni de la oposición ni de los medios. El mismo que se zafa de los contrapesos democráticos pretende controlar la opinión publicada. Para que no asome ni un resquicio de crítica. De sus primeras comparecencias ante la prensa sin preguntas, la actitud de la Moncloa ha ido degenerando a las preguntas filtradas. Y en esta nueva etapa del súper ministro Bolaños y de un responsable de comunicación que no es periodista sino un político ex diputado del PSC como Francesc Valls, el descaro ha llegado al extremo de permitir  , en la comparecencia de fin de año, que sólo seis de los cincuenta periodistas presentes en la sala pudieran preguntar. Los elegidos para triunfar en el Paraíso pertenecían a medios afines y no iban a poner en ningún aprieto al presidente. 

Vetos a la prensa que chirrían en democracia

Las comparecencias de Rajoy a través del plasma que tanto criticamos en su día parecen una broma en comparación con las inquietantes costumbres que está adquiriendo este presidente. Pero como cualquier situación adversa provocada por Pedro Sánchez  es susceptible de empeorar, la prensa ha hecho saltar la alarma esta semana cuando trascendió que la Moncloa había organizado un ‘breafing’ para explicar a los medios afines el oscuro reparto de los fondos europeos. Y la prensa que hasta ahora había aguantado estoicamente las cortapisas de anteriores comparecencias del presidente , sin hacer un ‘plante’ como el que acaban de  protagonizar los colegas franceses al no permitirles preguntar a Macron por falta de tiempo, esta vez sí clamaron al cielo.

La Moncloa ha intentado poner un parche en la fuga de la indignación periodística convocando, 48 horas después y como segundo plato, a los medios agraviados. Tarde y mal. El juez Manuel García Castellón alertó a los alumnos de Periodismo del Máster del Correo sobre el sentido de nuestro ingrato y noble oficio: “ Si vosotros no hacéis información con la finalidad de controlar al poder, estáis abocados a la propaganda. A lo que llamaba Goebbels la agitación y propaganda”. Un aviso pertinente.

Justo lo contrario de lo que le interesa a este presidente de Gobierno. Que no le gusta le prensa libre porque no tolera la discrepancia ni la libertad de crítica. Los vetos a los medios de comunicación que no son afines, son medidas propias de regímenes totalitarios. En Venezuela o Cuba es la moneda de uso corriente. Pero en la España democrática, chirría. Un presidente que llegó a presumir de que en este país “se había vacunado a todo el mundo sin preguntar a quién votan” deja en evidencia su talante. Me ahorro el adjetivo. Pónganlo ustedes.