El inmenso error de Junts

La alternativa, no la salvación, consistiría en dar un giro de 180º y agarrarse a ERC como furgón de cola

¡Vaya error, qué inmenso error! Junts se deja arrastrar desde la política a los limbos de las expectativas sin fecha gracias a la confluencia entre el legitimismo de Puigdemont y el infantilismo de una directiva que soñó con disponer de la mitad del Govern para apalear a ERC y dejarla tullida para siempre.

Resultado, ya nada depende de la redacción del texto que las bases deberán votar. La directiva podría preguntar si le gustaría que el partido se fuera directamente al infierno, o bien interpelar a la militancia sobre sus deseos de alcanzar prontamente la independencia, caiga quien caiga, dando a entender que caería ERC per sin descartar que sea Junts la que se precipite por el acantilado. El resultado va a ser el mismo. Por el barranco hasta el abismo.

El error de Junts parte de la convicción de que una buena mayoría de independentistas está dispuesta a volver a la carga. Tal vez, es algo posible e incluso predecible, pero no en un futuro próximo y menos aún bajo la batuta de los que tan estrepitosamente fracasaron cinco años atrás.

En otras palabras, la situación es parecida a la de los tiempos en que el pujolismo reinaba, si bien a la baja, pero con los papeles cambiados. ERC culmina su tránsito desde el radicalismo verbal, no efectivo, hasta el podio de partido posibilista y de orden. El viaje de Convergència hasta el actual Junts es el contrario. Como los funiculares, se está cruzando a medio camino. Uno prosigue el ascenso, el otro se dirige a los infiernos.

La alternativa, no la salvación, consistiría en dar un giro de 180º y agarrarse a ERC como furgón de cola. Pero tal como se han puesto las cosas después de la doble humillación, sufrida sin apenas rechistar, de las destituciones de Laura Borràs y Jordi Puigneró, Junts perdería toda credibilidad ante su propio espejo si no abandonara el Govern.

Ante la gravedad de la situación lo peor no son los más de veinte millones en sueldos de los centenares de cargos nombrados a dedo que deberán buscarse trabajo fuera de la administración, muchos de ellos por primera vez en su vida o en años. Es más aterradora todavía la ausencia de expectativas par hacerse de nuevo con una parte de la tarta.

Habiendo rechazado el pastel autonómico por no acercar la independencia, no el de la Diputació de Barcelona que vaya vaya, la única opción de dejar la calle para volver a los despachos es que la independencia se alcanzara de pronto gracias a Junts o, alternativamente, que sus votantes más los 700.000 independentistas abstencionistas se traguen que la Generalitat, esa que tanto apesta en manos de ERC, será, de vuelta a las suyas de legítimo y redomado prestigitador, el instrumento idóneo para conseguirla el objetivo en un plis plas.

Inmenso error. Como comentábamos en el último episodio de La Plaza, en política existen dos tipos de mentiras, de modo que hay que distinguir las circunstanciales de las fundamentales. Mal pronóstico para cualquier partido que se asienta sobre una base falsa, en este caso la independencia exprés. Algo parecido rezará para ERC si no admite pronto que no dispone de llave alguna para la resolución del conflicto. Lo mismo que condena a C’s como partido en teoría liberal pero manifiestamente lo contrario. Fundamento falsos, mal asunto.

GRAFCAT1653. BARCELONA, 03/10/2022.- La presidenta de JxCat, Laura Borràs (i), y el secretario general de JxCat, Jordi Turull (d), junto a varios cargos de la formación, a su llegada a la reunión de la ejecutiva de JxCat que se reúne para decidir la pregunta de la consulta que convocará para los días 6 y 7 de octubre, en la que la militancia decidirá si hay que salir o no del Govern. EFE/Toni Albir
La presidenta de JxCat, Laura Borràs y el secretario general de JxCat, Jordi Turull, junto a varios cargos de la formación, a su llegada a una reunión de la ejecutiva del partido. EFE/Toni Albir

Que Aragonés no cumpla con la promesa de la cuestión de confianza, en cambio, es un caso entre tantos de mentira circunstancial, de aquellas que el propio electorado está dispuesto a perdonar, cuando no a aplaudir. Un ejemplo más, y los hay a millares, y no hay político que no los tenga coleccionados en su haber, y a mucha honra y orgullo.

Una comparación para comprender mejor la magnitud del error de Junts. Si se va Podemos, cae el Gobierno, pero no hay elecciones si se va Junts. Al contrario, Aragonés gobernará en solitario, con todos los cargos de ERC, que doblará plantilla, y todavía más, se presentará como el partido que defiende Cataluña alejándose de veleidades. Mientras el PSOE gobierne en Madrid, se van a cruzar apoyos, de manera que ERC podrá apuntarse de una vez el tanto que le faltaba, o sea el de la estabilidad.

¿Quedará, una vez consumado el error, espacio para Junts? Pues claro, un espacio en el que también anda la CUP, la ANC, el Consell por la República de Puigdemont, amén de todos los que, habiendo equiparado la autonomía al régimen de Vichy, culpan tanto a Junts como a Esquerra de mantener la farsa de la sumisión.

¿No pretendían Turull y Borràs imponer la dirección colegiada del independentismo? Pues toma movimiento asambleario, pues a sumergirse en el guirigay anarcoide mientras los otros gobiernan. Con estos mimbres resultará del todo imposible tejer un cesto que se asemeje a un partido. Y menos si proclama que está avanzando hacia la independencia cuando esta meta no ha parado de alejarse, más y más, y más, desde que Quim Torra, el primer antipolítico que preside una institución de gobierno, asumió la presidencia de la Generalitat.