El juego de la sedición  

PP y Ciudadanos han respondido con celeridad y a la altura de la decisión sorpresiva

La decisión de Pedro Sánchez de activar la reforma o derogación -va por familias- del delito de sedición del que tanto se ha hablado es un golpe bajo a Feijóo o, todo lo contrario. La noticia sorprendió no sólo a los populares, sino al resto del arco parlamentario contrario. Excepto a ERC, con quien ha ido negociando este momento, aunque al final desconociera el día del anuncio. Sin embargo, también se convierte en una oportunidad buenísima para los populares con la intención de marcar un criterio propio que puede conectar con el que mantienen dirigentes del PSOE. 

La pregunta que se hicieron en la Moncloa y en Ferraz, por supuesto, es si una apuesta tan radical tras los difíciles años del ‘procés’ erosionaba la intención de voto socialista. Quiero decir: ¿dejará un votante de Pedro Sánchez de coger la papeleta del PSOE en su comunidad o ayuntamiento por una cuestión que nos conecta con el pasado reciente? No tengo respuesta. 

Lo que sí evidencia esta decisión, trabajada con tiempo por Jaume Asens, de Comuns, línea Ada Colau, es que este país no es de grandes acuerdos. Que estos son imposibles cuando hay dirigentes que sólo quieren utilizar las instituciones, en momentos precisos, para consolidar su voto. Y a veces ganan, pero otras pierden.  

PP y Ciudadanos han respondido con celeridad y a la altura de la decisión sorpresiva. También Vox. En Cataluña tanto ERC como Comuns dan por buena la fórmula, aunque a algunos dirigentes de ERC hayan dejado entrever que han sido los impulsores de la decisión. Una forma de consolidar la “mesa de negociación”.  

Quién peor ha recibido la noticia es JxCat y, en concreto, Carles Puigdemont. Es de esos titulares envenenados porque, aunque en un principio suena positivo para las intención del president fugado, la letra pequeña complica su situación de prófugo, ya que no sólo está acusado de sedición, sino también de más delitos como la malversación y desordenes públicos. Los expertos le conceden una condena de al menos nueve años.  

¿Qué cambios pueden producirse?, se preguntarán. En estos momentos una respuesta clara sigue siendo terreno de la ciencia ficción. Existen tantas declaraciones sobre el tema, como colores tiene el arco iris. Lo cierto es que todo apunta a que las penas por inhabilitación serían inferiores y podría facilitar que, por ejemplo, Oriol Junqueras o Jordi Turull acabaran presentándose a las próximas elecciones al Parlament en 2025.  

En el caso de ERC qué significa. ¿Junqueras estará por la labor de abandonar toda meta que persiga ser president de la Generalitat? ¿Se generará una lucha interna por el poder? ¿Se adelantarán elecciones para que no haya dudas sobre el candidato? Es que, aunque la propuesta sea sólo un anuncio parece que ya muy consolidado, como decíamos es una solución envenenada como casi todas las que el hábil de Pedro Sánchez pone sobre la mesa. 

Esta decisión soluciona las dudas antes los presupuestos de 2023. Ni en el Congreso, ni en Cataluña ahora pueden existir dudas sobre su aprobación. Pero eso no pacifica el estado de alteración que tiene el Estado desde hace demasiados años. Una agitación que ya parece instalada en el ADN de esta sociedad.