El nacionalismo catalán y su universo paralelo

"Ahí está esa Cataluña.cat, ese universo paralelo en donde impera la nada de lo .cat.  En donde predomina la verborrea existencialista preocupada por el Ser y por el sentido del Ser. Traduzco: la nada con sifón. Expresión que utilizaba el crítico cinematográfico Alfonso Sánchez cuando se refería a directores cinematográficos pretenciosos"

El nacionalismo catalán sigue jugando a ser Estado. Ese diferenciarse lo máximo posible de España como si Cataluña estuviera acampada provisionalmente en el solar del Estado español.  

Todo ha de ser “cat” 

Un diferenciarse que toma cuerpo mediante las denominadas estructuras de Estado entre las cuales se encuentran las pioneras Meteocat, Neucat, Inuncat, Ventcat, Procicat, Diplocat o Cesicat; esto es, previsión meteorológica, planes para hacer frente a la nieve, las inundaciones o el viento, plan de protección civil, organismo asesor en materia de acción exterior y centro de seguridad de la información: todo ello “cat”.  

A eso, habría que añadir otras estructuras de Estado proyectadas o diseñadas in mente –en su día el Consejo Asesor para Transición Nacional hizo la lista- como, la Agencia Tributaria propia, el Banco de Cataluña propio y una serie de entes reguladores propios in statu nascendi –en la Cataluña nacionalista todo es propio para diferenciarse de lo impropio español– que se encargarían de la hacienda y la fiscalidad, el crédito, la seguridad social, el deporte, la energía e, incluso, el Poder Judicial, la Administración Electoral o el Servicio Exterior. A lo que habría que añadir otras estructuras patrocinadas por el susodicho Consejo Asesor como el “Consejo Ibérico” y el “Consejo Catalano-Español” para “buscar las máximas sinergias de cooperación entre los dos países”.  

«En la Cataluña nacionalista todo es propio para diferenciarse de lo impropio español»

La obsesión por las estructuras de Estado  

La pregunta: ¿cuál es el secreto de la persistencia de ese jugar a ser Estado del nacionalismo catalán? Diversas variables explicativas.  

En primer lugar, la variable emocional -la frontera interior romántica y el narcisismo de las pequeñas diferencias- característica de quien construye una identidad a la carta con el objetivo de diferenciarse del Otro, tiende a exagerar su personalidad, reclama ser valorado como una cosa especial en virtud de su ser, y reivindica la soberanía nacional que le correspondería.  

En segundo lugar, la variable psicológica –la personalidad política inmadura- que explica la tendencia a escapar de la realidad a través de una fantasía impaciente, que no suele ser consciente de las consecuencias de sus actos y exige lo que desea, aquí y ahora, porque cree tener derecho a poseerlo.  

En tercer lugar, la variable antropológica -el chivo expiatorio- propia de quien dice cargar sobre sí las culpas y excesos de los demás, precisamente por ser un cuerpo distinto y no asimilable, y apela a la independencia como manera de librase del maltrato que se le infligiría.  

En cuarto lugar, la variable política y económica -la competición por los recursos- inherente a quien se vale de la identidad para obtener ventajas de toda índole.  

Un juego –el del nacionalismo catalán- que remite a la ficción y busca el privilegio y el poder a través de la afirmación heráldica, el victimismo, el golpe a la democracia y la tergiversación del derecho internacional. Ahí está el universo paralelo del nacionalismo catalán.   

La construcción de un pensamiento global propio desde Suiza   

La penúltima manifestación de la obsesión por lo propio, vía estructuras de Estado o asimilados, la brinda el Catalonia Global Institute. Así se define: “Centro de análisis de asuntos internacionales que tiene como objetivo dotar la sociedad catalana de pensamiento propio en política global”. Un Instituto afincado en ese edén -¡vaya!- que es Suiza. 

Catalonia Gobal Institute –más allá de los análisis sobre Rusia, Turquía, Italia, Taiwan, Dinamarca, Palestina, Israel o la cuestión de un nuevo paradigma global y el asunto de las élites contrahegemónicas escocesas- es una suerte de estructura de Estado que cumple los requisitos propios de esa obsesión estatalista catalana que no cesa.  

Ese jugar a ser Estado que no cesa  

Ese fantasioso seguir jugando a ser Estado, ese “dotar la sociedad catalana de pensamiento propio en política global”, ese “trabajar a favor de nuestro interés nacional [catalán]” que supere la explicación de “los fenómenos internacionales a través de marcos ideológicos estrechos”, ese hablar de las “alianzas que Cataluña sea capaz de tejer en un mundo multipolar”, ese “orientar las acciones [incluso, la de los grupos empresariales] hacía los intereses nacionales de Cataluña”, ese “facilitar… las oportunidades políticas… y geoestratégicas que permitan mejorar y perfeccionar el perfil y la posición internacional de Cataluña”, ese “recuperar la credibilidad de Cataluña como sujeto político que aspira a la plena soberanía”, esa “internacionalización de Cataluña en clave, visión y aspiraciones de Estado”.  

Todo, sin olvidar el proselitismo voluntarista nacionalista de aires tercermundistas que se desprende del texto Moviments secessionistes i estratègies d´internacionalització: un estudi comparatiu (“las estrategias internacionales de interacción doplomática y paradiplomática de diez movimientos secesionistas, entidades estatales parcialmente reconocidas y estados actualmente miemberos de las Naciones Unidas, de Europe, Asia y África”) y del texto   La independència del Cap: el retorn de la història a Sud-àfrica (“la narrativa secesionista [de El Cabo] tiene una relativa semejanza con el discurso imperante en Cataluña”).  ¿Cataluña y El Cabo?  

Como no puede ser de otra manera, el Catalonia Global Institute, en su trabajo, Propostes per a l´Acció Exterior del Nou Govern de la Generalaitat (2021) sugiere el “diseño de una política exterior de Estado”.  Y queda claro que un nuevo referéndum en Escocia tendría “implicaciones y oportunidades para Cataluña”. Y no son pocas las elucubraciones y fantasias que, propias o ajenas, se deslizan en algunos trabajos del Catalonia Global Institute sobre la maldad de España, el comportamiento de los independentistas o cómo debería actuar una Cataluña independiente en la Unión Europea. ¡Qué cosas!  

Un detalle que retener: la presentación de Moviments secessionistes i estratègies d’internacionalització: un estudi comparatiu, tuvo lugar –se admiten interpretaciones freudianas- en la Casa de la Convalescència de Barcelona. 

Otro detalle que retener: el Catalonia Global Institute acierta, a medias, cuando habla de “la pérdida de credibilidad exterior que ha sufrido nuestro país [Cataluña] desde las expectativas internacionales generadas en octubre de 2017 y las vacilaciones posteriores”. Digo a medias, porque es cierta la pérdida de credibilidad de Cataluña después del golpe fracasado de septiembre-octubre de 2017, pero no lo es el que Cataluña generara grandes expectativas y cuando eso ocurría el panorama no era ni bueno ni edificante. Por cierto, ¿qué vacilaciones?   

La nada con sifón  

Sacando a colación a Karl Popper, podría decirse que el nacionalismo catalán se ha instalado en el Mundo 3 de Karl Popper, pero sin la herencia cultural que le es propio. Ahí está esa Cataluña.cat, ese universo paralelo en donde impera la nada de lo .cat.  En donde predomina la verborrea existencialista preocupada por el Ser y por el sentido del Ser. Traduzco: la nada con sifón. Expresión que utilizaba el crítico cinematográfico Alfonso Sánchez cuando se refería a directores cinematográficos pretenciosos.    

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