El Pdecat hace el ridículo

Lo increíble es que los neoconvergentes sean tan sumisos ante el desafío de Puigdemont y Torra y tan políticamente estúpidos como para no verlo

La Guinness es una cerveza negra que viene elaborándose en Dublín desde el año 1759, pero el Guinness es otra cosa, aunque la idea saliera de esa factoría cervecera en 1954 para promocionarla y distinguirla de la competencia.

Con el tiempo, dio lugar a un registro de récords de toto tipo, previamente verificados como tales. No he sabido encontrar el récord de los ridículos. Tal vez porque en estos tiempos abunden en demasía.

El independentismo es un artefacto inventado para sobrevivir en el mundo de la política

En Cataluña llevamos un mínimo de ocho años haciendo añicos todos los récords de ridículos que han precedido al último producido. Lo del independentismo, una martingala con la que entretener y encabronar al personal, además de enriquecerse personalmente con suelos astronómicos, da para mucho en esta materia.

Sólo se precisa despreciar hasta anular el raciocinio, inflamar a las huestes con discursos encendidos de odio hacia todo lo español, predicar la desobediencia a las leyes, a la policía y a los jueces, contar y difundir mentiras sin que la propia dignidad del autor lo desautorice, y poner el corazón a galopar por la estepa y la sabana hasta que la aorta explote.  

Observen y pregúntense: ¿Qué es y en qué consiste el independentismo catalán? Para mí, un artefacto inventando para sobrevivir en el mundo de la política que no dispone ni de ética ni de moral.

Esquerra no se fía ni de la Crida ni de Puigdemont

Eso sí, sus capitostes más conocidos se autoproclaman católicos practicantes, pero hasta donde yo sé, la Iglesia nunca ha convertido en dogma que, si el fin sea intrínsicamente bueno, cualquier medio para conseguirlo sea igualmente bueno a los ojos de Dios.

 Todo lo contrario. Y hasta lo saben los conspicuos frailes y monjas del independentismo a la usanza que se hallan en Montserrat.

La Crida del pecador de Puigdemont I, “el fugitivo”, no es otra cosa que un artefacto dispuesto a convertir el independentismo en un movimiento único cuyo objetivo no es alcanzar la independencia de Cataluña respecto de España, sino cazar cuantos conejos torpes encuentre al fin de disponerlos en una inacabable rueda donde el fin son los medios. Por eso ERC no se fía.

Es y desea ser un partido político que, entre otras muchas cosas programáticas, se halla alcanzar la conversión de Cataluña en un estado un día, pero sin poner el apellido de año o era. Quiere ser un partido de gobierno; luego, ya se verá.

El Pdecat es un estorbo para Puigdemont y su vicario general en Cataluña, ese tal Torra, pues su vocación es ser partido y no movimiento. Siendo así, es lógico que le propine tantas embestidas y tantas puyas, pues no es su adversario, sino su enemigo. O yo, se dice, o él.

Lo increíble es que los neoconvergentes sean tan sumisos ante el desafío de la dominatrix y tan políticamente estúpidos como para no verlo. Hasta ponen dinero de su bolsillo para peregrinar a la ermita de Waterloo.

Las expectativas del Pdecat

El Pdecat lo tiene muy crudo. Tiene encima las elecciones municipales y aún no sabe con qué nombre aparecerá si antes no lo hace desparecer la Crida, porque como todo movimiento político, tiende a tragarse sus propios hijos.

En mi distrito electoral observo que unos se van a casa, que otros ya han decidido usar el “junts por…” tomando el camino de en medio entre la Crida y el Pdecat, y que otros abandonar el barco y se presentan como independientes de toda locura y hasta fraguan acuerdos para así poder alcanzar escaños en los consejos comarcales o en la diputación. Un caos.

El récord del ridículo, con el bueno de Bonvehí mirando sin ver.  

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