El PSOE entierra su código ético

El expresidente socialista José Antonio Griñán no ha sido condenado por ser mala persona, sino por haber prevaricado

Se entiende que el gobierno de la Moncloa necesite lesionar la imagen del PP en pleno ascenso de Núñez Feijóo en los sondeos. Pero, en su empeño de hacer oposición a la oposición, se le está yendo de las manos dando palos de ciego sin guardar las mínimas formas y cayendo en errores de bulto.

No ha sido esta una buena semana para el presidente Pedro Sánchez que persigue con obsesión el reto de hacerse con el control político de la justicia en lo que queda de legislatura. Por eso tiene retenido al actual Consejo del Poder Judicial exigiendo, para su desbloqueo, una rendición del PP, que se vaya olvidando de sus condiciones, que no son otras que las que exige la unidad europea: que se despolitice la justicia y se cambie el sistema de selección de los vocales del Consejo General del Poder Judicial.

Que parte de los vocales puedan ser elegidos por los mismos jueces y no por los partidos del Parlamento. Y por eso también, por la necesidad de convertirse en mandatario judicial (¡Ay, la separación de poderes!) se va preparando en la cocina de la sede de Ferraz el caldo de cultivo para proceder al indulto de José Antonio Griñán, condenado a seis años de cárcel por prevaricación y malversación en los ERE fraudulentos desde la Junta de Andalucía.

Con Feijóo se le rompe el relato a Sánchez

Del pulso que mantienen los sanchistas con los populares en la pugna por la renovación del Poder judicial saldrá fortalecido quien mejor haya sabido transmitir que el responsable del bloqueo es el otro. La burda maniobra de la Moncloa de filtrar un documento de acuerdo sobre la Justicia firmado por el ministro Bolaños y el PP de la época de Teodoro García Egea ha volado los puentes del pacto.

Sánchez no está interesado en seguir la normativa europea en este caso porque con una elección directa de los jueces por los jueces, saldría perdiendo porque la mayoría de la judicatura asociada es de tendencia conservadora. Él prefiere el reparto entre los partidos. “¿De quién depende la Fiscalía?» Esas declaraciones le van a perseguir hasta el final de su mandato. Esas declaraciones y su nombramiento de Dolores Delgado como Fiscal General del Estado.

El indulto: una operación de riesgo electoral

Del mayor escándalo de corrupción de nuestra democracia, de esos 680 millones de dinero público desviados, se está preparando el ambiente favorable para que “el bueno de Pepe” no vaya a la cárcel a donde le envía el gran Tribunal por haber consentido la creación de un sistema fraudulento.

Todos los promotores, incluido Zapatero y Felipe González, insisten en que se trata de una persona buena y honrada. Pero el expresidente socialista no ha sido condenado por ser mala persona, sino por haber prevaricado. El Fallo del Tribunal Supremo no habla de su enriquecimiento personal, sino de que los condenados fueron conscientes de la palmaria ilegalidad de los falsos ERE. Ratifica que desde aquellos gobiernos socialistas andaluces se creó un sistema “fraudulento” a través del que se repartieron 680 millones de euros públicos sin medida ni control. Un procedimiento orientado a eludir controles y poder repartir la millonada de euros entre amigos, comisionistas, falsos jubilados y colectivos conflictivos que podrían alterar la paz social.

La responsabilidad, en el caso de Griñán, fue mayor por su condición de consejero de Economía y Hacienda que debió atender los avisos continuados del interventor sobre el uso inadecuado de las transferencias de financiación. ¿Condescendencia u omisión? ¿Consentimiento o silencio? Esa fue la cuestión.

Un código que no permite a los militantes socialistas ni proponer ni apoyar indultos de cargos políticos por delitos ligados a la corrupción

Desde el PP Feijóo ha criticado más las formas. Que se esté gestando un indulto sin consultar con el principal partido de la oposición. Pero la cuestión de fondo no es baladí. Y si se trata de destacar que el PSOE quiere borrar los antecedentes penales de uno de los suyos, tendrá que decirlo. Ellos ya utilizaron bazas de dudosa ética cuando la moción de censura contra Rajoy se basó en una sentencia que, de pasada, incluía una consideración sobre la financiación del PP incluida ilegalmente por el juez de Prada como luego sentenció el Tribunal Supremo.

Pedro Sánchez, si ve margen, lo hará. El precedente catalán, con el indulto a los condenados por sedición y malversación en el ‘procés’, ya nos demostró que está dispuesto a adoptar medidas que nadie entendería. Ese abuso de la ley para aplicar un delito político le puede pasar factura en las urnas. Como le ha ocurrido en Andalucía. Sánchez ya dijo que va “a por todas”. Y será capaz, si firma el indulto de Griñán, de enterrar el código ético del PSOE. Un código que no permite a los militantes socialistas ni proponer ni apoyar indultos de cargos políticos por delitos ligados a la corrupción. ¿El código ético? ¿Quién se acuerda de él? ¿El PSOE? ¿Qué ha quedado más allá de Sánchez?