El voto en Cataluña

Las elecciones catalanas del 14 de febrero son distintas, aunque no la parezcan

Los nueve candidatos de los principales partidos que concurren a las elecciones catalanas del 14-F, en el debate del 9 de febrero de 2021 en TV3 | CCMA
Los nueve candidatos de los principales partidos que concurren a las elecciones catalanas del 14-F, en el debate del 9 de febrero de 2021 en TV3 | CCMA

Hace unos años, el voto en Cataluña era vertebrado y dual. Vertebrado por la ideología y dual porque una parte de los ciudadanos no votaba al mismo partido en las elecciones catalanas que en la generales. La situación actual es muy distinta, ya que los partidos exigen a los ciudadanos tener que votar marcados por la urgencia del momento.

El voto que antes se depositaba sabiendo lo que pasaría después, ahora es un voto flexible y manipulado que acaba siendo utilizado en razón de los intereses de cada partido. El voto tranquilo es ahora un voto sobre excitado para conseguir, en muchas ocasiones, generar más excitación.

Hemos pasado del voto en unas creencias políticas a un voto marcado por el resentimiento o la emoción del momento. El voto al que apelan los partidos en Cataluña, si exceptuamos al PSC que dibuja un escenario de superación del conflicto, se ha centrado en ahondar en la confrontación.

Se critica a los partidos populistas y se construye un argumentario basado en técnicas populistas. Cuanto más denso e irrespirable sea el clima mejores se darán las condiciones para seducir a los votantes. Esta ha sido la tónica general en la mayoría de elecciones autonómicas celebradas en Cataluña en los últimos diez años.

Elecciones plebiscitarias, elecciones de resistencia, elecciones refrendatarias, elecciones de salvación o elecciones para separarse de España. Tras las elecciones, el paisaje político se ha ido enrareciendo, los bloques se se han ido consolidando y la división ha ido dejando sin espacio al diálogo.

Todo esto y mucho más han acontecido en las elecciones catalanas hasta ahora. Las elecciones del 14 de febrero son distintas, aunque no la parezcan. Ningún partido, si exceptuamos Junts per Catalunya, plantea un día después basado en la confrontación. Incluso el tono populista de Vox no consigue prender fuego en las filas independentistas.

El voto del 14-F ya no está sometido a la urgencia o la excitación

Todo el mundo es sabedor de que la fase en la que se entrará tras las elecciones está más cerca del neo autonomismo que de la independencia. El cambio no obedece solo a la urgencia sanitaria y a la crisis económica, sino también en el agotamiento de la fórmula de la confrontación.

El voto del 14 de febrero ya no está sometido a la urgencia, a la excitación, a la confrontación y el antagonismo, sino que busca liberarse de esta dependencia emocional. Los buenos resultados que puede cosechar Salvador Illa deben leerse en esta dirección.

Pasar de Ciudadanos como primera fuerza política del parlamento a PSC, muestra hasta qué punto los votantes aspiran a dejar atrás esas trincheras tras las que hace tres años se mantenían agazapados sin querer salir.

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