Gerardo Pisarello imparte doctrina   

El secretario primero de la Mesa del Congreso y diputado de Sumar critica al juez Manuel García Castellón y aboga por un proceso constituyente democrático

El 30 de enero de 2024, a eso de las cuatro de la tarde, el diputado de Sumar y dirigente de En Comú Podem, Gerardo Pisarello, secretario primero de la Mesa del Congreso, impartió, de nuevo, doctrina desde el atril del Congreso de los Diputados por la vía de arremeter a lo bruto –perdonen la expresión- contra un juez de instrucción que piensa distinto a Él.   

El personaje imparte doctrina en el Congreso de los Diputados  

Él arranca banderas españolas del balcón del Ayuntamiento de Barcelona –también, inspector de la retirada del busto de Juan Carlos I del Salón de Plenos del Ayuntamiento de Barcelona-, embistió sin contemplaciones contra Manuel García Castellón –de “dotes telepáticas”, asegura el ingenioso secretario primero- por percibir un “terrorismo retrospectivo” durante el período de paz perpetua que imperó en Cataluña mientras persistió el “proceso”. Ya saben, el aeropuerto del Prat, la llamada batalla de Urquinaona, la AP-7 o sustancias explosivas o incendiarias. 

Gerardo Pisarello imparte doctrina a la manera de los sofistas clásicos –de los populistas de primera generación, si prefieren- que se dirigen a un tercero ausente que, en realidad, es él mismo y su público.  

El texto es antológico: “Si yo preguntara por azar a uno de mis estudiantes de Derecho Constitucional en primer lugar cómo ven estos comportamientos, sin duda me dirían que estamos ante un juez parcial, que nunca leyó a Montesquieu, que merece ser acusado de prevaricación o directamente ser recusado en esta causa”. Sin duda, Gerardo Pisarello es un demagogo de primer orden.     

La monserga parlamentaria de nuestro personaje vino acompañada por ideas

Como no podía ser de otra manera, la monserga parlamentaria de nuestro personaje vino acompañada por ideas –es una manera de hablar- como las siguientes: la derecha cree que solo ella puede gobernar, la derecha se cree con “derecho de cuna” para “gobernar siempre”, la derecha es “capaz de todo” como practicar el “lawfare” y el “espionaje” y afirmar que la izquierda tiene relaciones con “golpistas” o “terroristas”. Por supuesto, el “mensaje pacificador de la amnistía está calando”.       

El personaje ya impartió doctrina hace una década   

El secreto de la doctrina impartida por Gerardo Pisarello en el Congreso de los Diputados se encuentra en un libro –escrito a cuatro manos con Jaume Asens, impulsor del “indulto preventivo” antes incluso de la celebración del juicio para así amnistiar al prófugo Carles Puigdemont- titulado Procesos constituyentes. Caminos para la ruptura democrática, 2014).  

Sostiene Gerardo Pisarello y compañía que existen “procesos constituyentes democratizadores y procesos constituyentes (o deconstituyentes) desdemocratizadores”. Los segundos, “suelen asumir un punto de vista ex parte principi, desde arriba, y tienden a su concentración despótica o en pocas manos”.  

El autor prosigue hablando de “un nuevo orden oligárquico que a menudo descalifica a sus adversarios como ‘populistas’…de concentración de poder de todo punto incompatible con la generalización de derechos básicos, con el mantenimiento de estándares democráticos elementales y con la propia preservación del medio ambiente”. La cosa es grave, porque es “cada vez más difícil pensar en una respuesta democrática y jaranista a la crisis dentro del marco constitucional vigente”. A ello, hay que añadir la “camisa de fuerza que impone el marco jurídico de la Unión Europea”. 

La monserga del 30 de enero de 2024, pronunciada en el Congreso de los Diputados, no es, sino, el inicio de la ejecución de los “caminos para la ruptura democrática” teorizada en 2014: hay que iniciar un proceso constituyente democrático para neutralizar el proceso deconstituyente y desdemocratizar de una derecha española lawfare, capaz de todo, porque se cree con el “derecho a cuna” para “gobernar siempre”. Una derecha, en suma, oligárquica.  

Una nueva democracia para España   

El reto de la democracia española, según Gerardo Pisarello (y Jaume Asens): “Oponer a esta restauración oligárquica [la de la derecha española] un nuevo constitucionalismo radicalmente democrático y transformador”.  

Los antecedentes: el “constitucionalismo radical democrático”, el “constitucionalismo social que se abrió camino condicionado por el impacto de la Revolución rusa” y la “energía constituyente” en “América Latina, el norte de África o Islandia”. ¿Por qué Islandia? Porque, abrió un proceso constituyente “capaz de contrarrestar el sesgo crecientemente antidemocrático adoptado por la Unión Europeo” (Solidaridad e insolidaridad en el constitucionalismo contemporáneo: elementos para una aproximación, 2013). Por cierto, el artículo acaba hablando de “un estado de cosas en el que la solidaridad y la fraternidad, concebidas como aspiraciones igualitarias, aparecen como un antídoto necesario, quizás el único, para revertir la degradación violenta a la que el actual capitalismo financiarizado está conduciendo a la humanidad”. Dicho queda.  

El secretario primero de la Mesa del Congreso, el diputado de Sumar Gerardo Pisarello, a su llegada a la reunión del órgano, este martes en la Cámara Baja. EFE/ Fernando Alvarado

Los caminos en los que inspirarse: en “Cuba, la revolución… desató numerosas transformaciones… estos cambios en la Constitución material se hicieron por vía legislativa y administrativa” y en “Yugoslavia se desarrollaron formas constitucionales novedosas”. Tomen nota: el texto no se escribió en 1968, sino en 2014. Tiene mérito.  

Nos vamos aproximando al objetivo: “El constitucionalismo de tercera generación”. ¿Dónde? Bolivia, Ecuador y Venezuela. La Constitución bolivariana de 1999: “democracia participativa o ‘protagónica’… mecanismos correctivos de la democracia participativa… mayor y mejor reconocimiento de los derechos… reconocimiento de la participación popular”.  

El constitucionalismo de tercera generación

Todo por nuestro bien y felicidad 

Dicho/leído lo cual uno entiende por qué a Gerardo Pisarello (y a Jaume Asens) le preocupa la “camisa de fuerza que impone el marco jurídico de la Unión Europea”. De lo que se entiende a lo que se percibe: queda claro que quien no ha leído a Montesquieu es Gerardo Pisarello y, si lo ha leído, o no ha entendido nada, o ya no se acuerda de lo que leyó, o le ha dado miedo enfrentarse a una nueva lectura que acabe contaminando su modelo populista antidemocrático chavista de democracia.  

Visto lo visto, habría que preguntarse si llegará el gran día en que Gerardo Pisarello suba al atril del Congreso de los Diputados para avanzar el paraíso que nos espera a los españoles una vez realizada la ruptura democrática que, generosamente, está preparando por nuestro bien y felicidad. 

Ese olor a rancio y esos camaradas 

No se lo tomen a broma, porque es el mismo Gerardo Pisarello (y Jaume Asens) quien en su libro habla de una “nueva democracia en su sentido original y plebeyo… alternativas populares que surjan desde abajo con consignas igualitarias… necesidades básicas, los bienes comunes, la paz y la diversidad cultural y nacional”.  

Ese retroprogresismo iluminado y pegajoso con olor a rancio y esos camaradas que quieren rescatarnos por decreto de las garras y tentáculos del orden liberal. De cine. Pero, de ese cine que pretende controlar y dirigir a la masa. Una pedagogía que asusta.      

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