Hacia dónde mira el independentismo

El país independentista ha pasado de ser liderado por la “confrontación inteligente” a serlo por la “vía amplia”

Pedro Sánchez saludando a Pere Aragonès (ERC) minutos antes de la primera reunión de la mesa del "conflicto catalán" en el Palacio de la Moncloa, el 26 de febrero de 2020 | EFE/Archivo
Pedro Sánchez saludando a Pere Aragonès (ERC) minutos antes de la primera reunión de la mesa del «conflicto catalán» en el Palacio de la Moncloa, el 26 de febrero de 2020 | EFE/Archivo

Alguien podría llegar a la conclusión de que el independentismo sigue enfrentado con el Estado español y que nada ha cambiado.

Sin embargo, si nos atenemos a los hechos, podemos constatar que ERC, el ganador del independentismo, ha variado su estrategia y ahora ha pasado de seguir los pasos de Junts per Catalunya a provocar que sean éstos quienes les deban seguir a ellos.

El país independentista ha pasado de ser liderado por la “confrontación inteligente” a serlo por la “vía amplia”, que aspira a un modelo de relación que supere la confrontación con el Estado.

Las declaraciones de Gabriel Rufián, tras hacerse público que los “presos políticos” perdían el tercer grado penitenciario, indicando que el gobierno de Pedro Sánchez debía apresurarse para enmendar el error si no quería perder el apoyo de ERC, son un ejemplo del cambio de ciclo que vive la política catalana.

Hace cuatro años se hubieran convocado manifestaciones, el Gobierno catalán en pleno se hubiera pronunciado contra la decisión en todos los medios de comunicación y el presidente o presidenta del Parlamento hubieran convocado un pleno de urgencia para abordar la cuestión.

Ahora son unas declaraciones que no son muy diferentes a las que podemos oír en Italia cuando amenaza la caída de un gobierno por motivos de cálculo político.La mirada del independentismo actual nada tiene que ver con su retórica de confrontación

El independentismo está orientado a conseguir una estabilidad interna, acabar con la batalla por el liderazgo independentista y establecer una interlocución externa con el gobierno de España que le permita avanzar hacia una legislatura de cuatro años.

El próximo presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, es conocedor de que en los próximos tres meses se va a jugar la estabilidad de su gobierno y su orientación política, al tener que afrontar la movilizaciones sociales que se esperan, la crisis económica, el ritmo de vacunación que marcará la temporada estival del turismo y establecer las ayudas europeas que recaerán en proyectos catalanes.

El independentismo que ahora gobernará seguirá mostrando un tono crítico con el Estado pero propiciará una renovada mesa de diálogo. La mirada del independentismo actual nada tiene que ver con su retórica de confrontación.

Después de varias legislaturas fallidas, todos saben que en esta legislatura tan marcada por la recuperación económica no pueden fallar a los ciudadanos.

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