Jo Leinen o el dislate de la contaminación independentista

He leído con gran preocupación las declaraciones de Jo Leinen, sobre la situación en Europa de una Cataluña independiente, recogidas por un periódico catalán que promueve la separación de Cataluña del resto de España. En ellas, Herr Leinen afirma que en caso de independencia, Cataluña (o Escocia) estarían en la UE desde el minuto 1 (sic.). Dado que parece que, en el interior, el independentismo ha tocado techo o, incluso, decrece en algunos ámbitos, sus defensores acrecientan la presión exterior. Bien apoyados institucional y económicamente, consiguen contaminar incluso al mismo Presidente del Movimiento Europeo Internacional, Jo Leinen, europarlamentario perteneciente al Grupo de los Progresistas Socialistas y Demócratas.

Mi preocupación, como europeísta que soy desde hace largos años, habiendo trabajado codo a codo con el Movimiento Europeo en las reformas de los Tratados, la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE y la Constitución Europea, se debe a que como es bien conocido, los federalistas defendemos la unión, no la desunión, ni en los estados ni en la Unión Europea.

Quizás Herr Leinen no tiene suficiente información acerca de la situación que estamos viviendo en Cataluña, puesto que se están tergiversando interesadamente las cosas desde el propio Gobierno de la Generalitat y, también, por parte de algunos de los parlamentarios europeos catalanes.

Cataluña es una Comunidad Autónoma integrada en uno de los estados de la UE más descentralizados (incluso puede que sea el más descentralizado, pues las competencias que ostenta son superiores a las de los propios Lander alemanes, que el Sr. Leinen bien conoce). Su sociedad, la sociedad catalana, es una sociedad plural y dinámica, bien enraizada en España y en Europa.

En Cataluña, los partidarios de la independencia constituyen una minoría, ciertamente no despreciable, pero que no representa ni de lejos a la sociedad catalana en su conjunto. En las últimas elecciones, los votos que recibieron los partidos políticos declaradamente partidarios de la ruptura con España, representan alrededor de un tercio del censo de votantes. Y en voto emitido no llegan a la mayoría, aunque, por efecto del sistema electoral, tengan una representación en el Parlamento catalán que les proporciona una mayoría absoluta desde la cual plantean sus políticas, dirigidas a la creación de un estado independiente, que no tendría ni mucho menos respaldo suficiente por parte de la sociedad catalana.

Estos posicionamientos independentistas están fracturando sin piedad a nuestra sociedad, a fuerza de ser impuestos por una mayoría parlamentaria que no se corresponde con la mayoría social.

Además, la estrategia que se sigue desde el Gobierno de la Generalitat y desde los partidos políticos secesionistas, es totalmente contraria a la Constitución española, al propio Estatuto de Autonomía de Cataluña y a las directrices que emanan de los órganos del Consejo de Europa, concretamente las emitidas por la Comisión Europea para la Democracia a través del Derecho (Comisión de Venecia). La Constitución no ampara la celebración de un tal referéndum ni la separación de Cataluña de España mediante una declaración unilateral de independencia, el Estatuto de Autonomía tampoco y las «Buenas prácticas» o recomendaciones del Consejo de Europa sostienen que no hay que organizar este tipo de consultas cuando no están legalmente previstas.

Defender la separación de Cataluña mediante un referéndum o una declaración unilateral de independencia sería tan contrario al Derecho como si se pretendiera que ello pudiera ser realizado por los Lander de Baden-Wurtemberg o Baviera, por ejemplo

De ahí que me haya preocupado tanto que una personalidad como Herr Leinen, a quien conocí durante el período «constituyente» europeo, en el que reforzamos los lazos federales entre los Estados y el papel integrador de las regiones, asegurando la integridad territorial de los primeros y la participación de las segundas en la toma de decisión, mediante los principios de subsidiariedad y proporcionalidad, muestre públicamente cierto nivel de simpatía por una Cataluña fuera de España, a sabiendas de que ello constituye un torpedo en la línea de flotación de la propia Unión Europea (véanse los problemas originados por el Brexit y lo que puede llegar a suceder si el ejemplo cunde en otras regiones de Europa).

El Sr Leinen tiene que saber que la mayoría de catalanes queremos ser catalanes, españoles y europeos, queremos sumar entre nosotros, no queremos dividir, ni a España, ni a Europa, ni a la propia Cataluña. Ha de ser consciente de que sus palabras pueden ser utilizadas no sólo por los secesionistas catalanes, sino por la Liga Norte, los corsos, los habitantes del sur de Francia, los vascos, escoceses, los de Irlanda del Norte, los flamencos, etc. etc.

¿Esta es la Europa que se nos presenta? ¿Cree realmente el Sr Leinen que «desde el minuto 1» de la independencia, todos los hipotéticos nuevos Estados van a estar dentro de la Unión Europea? En nombre de todo el trabajo que los federalistas hemos realizado en Europa, desde los inicios, algunos incluso desde la clandestinidad de las dictaduras por las que hemos tenido que pasar, y sufrir… en nombre de todos ellos, me gustaría que el Sr. Leinen reconsiderase sus palabras, que no diera, aunque fuera inconscientemente, alas a los que, sin respetar la democracia ni la ley, pretenden destruir no sólo a Cataluña o a España, sino a la propia Unión Europea.

Me gustaría, insisto, que el Sr. Leinen rectificara porque ello sería importante para todos aquellos que, como yo, hicimos hace ya muchos años, de Europa nuestra bandera. Una bandera que, bajo los principios de la paz, la democracia, los derechos humanos y el Estado de Derecho, nos guió en el camino hacia la democracia que conquistamos con la Constitución de 1978 y que nos ayudó a poder formar parte de las Comunidades Europeas primero y de la Unión Europea actualmente. Lo hicimos entre todos y entre todos lo hemos de mantener, uniéndonos en la construcción de una Cataluña próspera y moderna, en el marco español y europeo, superando divisiones internas y proyectando esa ilusión común.

No nos decepcione, Herr Leinen. El Movimiento Europeo no se puede hacer eco de quienes pueden llegar a destruir Europa, sus principios y su modelo de integración, cooperación y justicia social. Así lo constata también el Consejo Federal Español del Movimiento Europeo.

Nuestros valores, como europeos, los valores que tan trabajosamente logramos incorporar al art. 2 TUE, presiden nuestra actuación como catalanes, como españoles y como europeos. Y queremos que sigan haciéndolo, garantizando el respeto a la ley, a la democracia y a los derechos civiles.

(Teresa Freixes Catedrática de Derecho Constitucional en la Universidad Autónoma de Barcelona Catedrática Jean Monnet ad personam Miembro de la Real Academia Europea de Doctores Premio Mujer Europea (España) por su contribución al desarrollo de la integración jurídica de la Unión Europea Premio del Movimiento Europeo Internacional al mejor discurso europeísta).