La disuasión política

La disuasión se basa en anticipar lo que el contrario puede hacer y poder demostrar que puedes neutralizarlo

Progresivamente se ha ido pasando de buscar políticas de consenso para llegar a acuerdos orientados a conseguir un objetivo político, a buscar fórmulas para disuadir a otros partidos o naciones que desistan en sus objetivos. El término se puso en boga durante la guerra fría, cuando el armamento nuclear se convirtió en el principal argumento para disuadir al oponente de utilizar el suyo.

El principio básico era: “Las armas nucleares deben estar siempre listas para su uso, pero nunca se deben utilizar”. La disuasión se basa en anticipar lo que el contrario puede hacer y poder demostrar que puedes neutralizarlo.

Avanzamos hacia una concepción de la política basada principalmente en la disuasión y no en la colaboración

La actual radicalización política en España, pero también a nivel internacional, está volviendo a poner de manifiesto que avanzamos hacia una concepción de la política basada principalmente en la disuasión y no en la colaboración. Lo vemos en el modo en que se está gestionando la guerra en Ucrania por parte de Rusia y la respuesta de EEUU; o cómo China disuade a sus enemigos políticos, económicos y tecnológicos para que eviten toda tentación de ir en contra de sus intereses.

Esta estrategia política también la vemos reflejada en la política española donde el PP, el PSOE, ERC o PNV se están convirtiendo en partidos entendidos como bandera/territorio y no como formaciones políticas que se dirigen a los ciudadanos. Son partidos que se defienden de los otros argumentando que pueden actuar contra sus intereses si no cesan en el empeño de perjudicarlos en aras de la defensa de los intereses de un territorio, imaginario o real.

La novedad es que empieza a observarse que la disuasión política, militar o económica no es ya un factor de defensa para evitar un conflicto sino una herramienta para conseguir sus objetivos de expansión; no sirve solo para neutralizar al contendiente sino, sobre todo, para lograr sus propios fines políticos.

Un ejemplo claro es el posicionamiento de Vladimir Putin, planteando “una disuasión ofensiva” al invocar la amenaza nuclear para lograr sus objetivos militares. Ya no se trata de utilizar la disuasión de modo defensivo para evitar la lucha entre fuerzas políticas, sino todo lo contrario: utilizarla para estimular la lucha política con el propósito de conseguir sus objetivos y eliminar a sus oponentes.