La televisión es mala maestra

En estos días de sobreexposición televisiva de todos los candidatos políticos [sin ir más lejos, Pablo Iglesias, siendo entrevistado por María Teresa Campos en el programa Qué tiempo tan feliz, fue invitado en directo a asistir al programa Sálvame de Luxe] observamos hasta qué punto la televisión se ha convertido en el mejor mediador entre políticos y electores.

Es la televisión, no la prensa escrita, ni la radio, ni las redes sociales, la gran hacedora del liderazgo político. Pedro Sánchez con Bertín Osborne, Albert Rivera y Pablo Iglesias con » la Campos» por separado; y juntos con Évole; y todos en El Hormiguero de Antena 3 o en La Sexta Noche, o en programas matinales o en tediosas tertulias.

Tanta sobreexposición ha llegado a provocar chistes del estilo «apago la televisión y sale Rivera». Es tanta la necesidad de los candidatos de ganarse el favor televisivo que todos, sin excepción, quieren ser vistos, más que como estadistas, como personas normales al estilo de la protagonista de la serie Borgen. Una mezcla de ama de casa voluntariosa y a la vez presidenta de un país. La televisión convertida en púlpito para el político y espectáculo para los telespectadores.

Hacia 1986, el filósofo Karl Popper alertó y definió a la televisión como mala maestra. Desplegó  una constante campaña para concienciar a la opinión pública y a la política de los males que podía provocar una televisión sin un control efectivo, ya que se inserta sin filtro en la vida de los jóvenes y los niños.

El enorme tiempo que los niños pasan delante de la televisión, al que hay que sumar la segunda pantalla, es tan enorme que Popper reclamó su papel educador. Popper se preguntaba cómo era posible que la democracia (que siempre ha procurado elevar el nivel de la educación; esta es una vieja y tradicional aspiración), haya renunciado a ser un medio con el fin de educar y formar.

La mala maestra convertida en la examinadora de los diferentes candidatos, en el árbitro entusiasta por un equipo u otro, en el espejo deformado que convierte a los políticos en programación y la programación en oferta política.

Nada puede escapar a su capacidad de convertir la aburrida política en un nuevo circo romano, donde los gladiadores luchan con espadas de madera, aunque alguno de ellos aún no lo sepa. Todos deberíamos hacernos una pregunta: ¿Cómo es que la mala maestra es la que guiará nuestras decisiones electorales? La respuesta tal vez sea porque, de niños y no tan niños, todos nos hemos abotargado, entusiasmado, emocionado, o sentido insultados por la mala maestra mientras nos hundíamos en el sofá.

Iglesias contestó a la invitación de Jorge Javier Vázquez cantándole el estribillo de una conocida canción con un sugerente «quizás, quizás, quizás». Como podemos ver, aún queda abierta la posibilidad de que Iglesias exponga su revolución de algodón en Sálvame Deluxe.