La nueva guerra fría es tecnológica: del feed al fotón
El reto para EE. UU. será acreditar una gobernanza verificable del sistema: cómo se entrena, se actualiza y se audita
Hay batallas que se libran en el timeline y otras en silicio. La pugna entre EE. UU. y China por la primacía tecnológica ya no es una fricción comercial: es el armazón del orden geopolítico que viene. TikTok y NVIDIA son dos frentes distintos —plataformas y hardware— de una misma guerra por datos, cómputo y control.
En 2024, EE. UU. aprobó una ley que obliga a ByteDance a vender TikTok en el país o afrontar su prohibición, medida avalada por un tribunal de apelaciones. El foco ya no es la competencia, sino la seguridad nacional: quién controla el algoritmo que determina lo que ven 170 millones de estadounidenses y cómo se gestionan sus datos. Según Pekín, Washington y China han esbozado un acuerdo: propiedad y control operativos en EE. UU., con un socio local para la seguridad de datos, mientras el algoritmo de recomendación seguiría siendo tecnología de ByteDance bajo licencia. China no contempla vender ese “motor”. El reto para EE. UU. será acreditar una gobernanza verificable del sistema: cómo se entrena, se actualiza y se audita.
En el frente del cómputo y hardware están las restricciones de Washington a los chips de IA que forzaron a NVIDIA a diseñar versiones “capadas” para China. En 2025, tras parones y permisos intermitentes, se informó de directrices en China para que empresas de tecnología dejen de comprar chips de NVIDIA y prioricen alternativas locales. Pekín lo ha matizado oficialmente —“seguiremos dialogando”—, pero el mensaje estratégico es claro: sustitución de importaciones y autonomía en cómputo de IA.
Pero la estrategia tecnológica no acaba aquí. ASML (Países Bajos) fabrica las únicas “impresoras” del mundo capaces de dibujar, con luz ultravioleta extrema, los circuitos diminutos de los chips más avanzados (los que usan NVIDIA, Google, etc.). Sin esas máquinas no se pueden producir en volumen los chips rápidos y eficientes que entrenan y ejecutan modelos de IA. Países Bajos ha limitado las ventas de equipos de ASML a China, en otro ejemplo de cómo aliados de EE. UU. alinean su política industrial y de exportaciones para contener la escalada tecnológica de China. Por supuesto, China está reaccionando y fuentes cercanas al proyecto dicen que SMIC está probando una máquina fabricada por una startup de Shanghái llamada Yuliangsheng.
Minerales críticos (la base de la pirámide). Cuando Washington aprieta en semiconductores, Pekín responde por abajo: licencias y controles a exportaciones de grafito (clave para baterías de EV), y restricciones o vetos a galio y germanio, esenciales de la industria. Europa ya nota retrasos en licencias para tierras raras. Es la “interdependencia armada” en estado puro.
Podemos sumar más casos: la pugna por la tecnología ya es la gramática del poder. En Europa, el discurso de “soberanía digital” convive con una ejecución desigual: la UE insta a restringir a proveedores de alto riesgo en 5G —como Huawei y ZTE—, pero la aplicación depende de cada país y el mapa sigue fragmentado. De hecho, análisis recientes muestran que muchas redes europeas continúan apoyándose en Huawei pese a esas directrices. España ilustra bien esa tensión: aunque el Gobierno ha cancelado contratos sensibles por el uso de equipos Huawei, la Comisión Europea ha alertado del “riesgo de injerencia extranjera” en adjudicaciones críticas, prueba de que la balanza entre seguridad, coste y dependencia tecnológica sigue sin resolverse.