Presidencia en disputa

Las elecciones catalanas del 14-F abren un sinfín de posibilidades que van más allá de los ejes independentista e izquierda-derecha

El ministro de Sanidad, Salvador Illa, durante la sesión de control al Ejecutivo en el Congreso, el 24 de junio de 2020 | EFE/JJG
El ministro de Sanidad, Salvador Illa. EFE

Una de las cosas que a muchos nos ha costado más de aprender en política es la pervivencia, al alza, de las alianzas repulsivas, entiéndase entre formaciones que se repelen. La excusa siempre es la misma: para que no gane el otro. En vez de enfadarse, sus votantes tienden a perdonar las infidelidades por monstruosas que sean.

En buena ley, por lo menos moral, nadie debería votar a favor de lo que más combate. Por el mismo motivo, y todavía más, nadie debería aceptar los votos de quien no comparte ni una milésima de su programa. Pero no sucede así.

Es pues de prever que tras las de nuevo inminentes elecciones catalanas, el electorado quede sorprendido por las combinaciones que vayan a darse para investir a un presidente. Por la misma razón que Manuel Valls apoyó a Ada Colau contra Ernest Maragall, ganador de las últimas municipales, Vox anuncia su disposición a apoyar al candidato socialista.

¿A cambio de nada? No, a cambio de que alguien que consideran peor no logre alcanzar sus objetivos. Qué duda cabe pues de que si entre las tres formaciones independentistas no suman los preceptivos 68 escaños, Illa será el próximo president de la Generalitat. Tanto si gana, como si queda segundo como si es relegado al tercer lugar.

Illa necesita a los Comuns y a la extrema derecha para ser ‘president’

Combinación contra natura en el eje derecha-izquierda. PSC y Comuns apoyados no sólo por la derecha sino, agárrense, por la extrema derecha. En caso de que todos los que están contra la independencia sumen, algo poco probable pero anunciado por la encuesta más manipulada de cuantas ha pergeñado Tezanos, ésta no sería la única posibilidad del todavía ministro para alcanzar su objetivo.

Le quedaría otra, consistente en un pacto de izquierdas, por él presidido, que incluyera a ERC. Esquerra obtendría el calorcillo de la vicepresidencia y un sinnúmero de puestos de trabajo, algo mucho mejor que pasar frío en la oposición a la implacable sombra de JxCat.

Si entre las tres formaciones independentistas no suman 68 escaños, Illa será el próximo president de la Generalitat

En cualquier caso y como queda apuntado más arriba, las posibilidades de Illa para alcanzar la presidencia no dependen tanto de sus resultados y escaños como de los demás. Las victorias son irrelevantes por completo cuando el ganador no consigue el puesto al que aspira. Quienes tengan dudas que se lo pregunten a Artur Mas.

Pongamos por caso que los socialistas ganan seguidos de ERC pero el independentismo mantiene su mayoría absoluta. ¿De dónde sacaría entonces Illa sus imprescindibles apoyos, más allá de los Comuns? De ERC o de nadie.

Vale. Pero hay que tener en cuenta que en el escenario anterior, con mayoría absoluta no independentista, ERC obtenía un premio de consolación al pactar con el PSC. Pues bien, en este otro escenario, el premio, el premio gordo, o sea la presidencia, lo obtendría mediante una alianza con el resto de fuerzas independentistas.

En este caso, aún habiendo ganado pero a fin de evitar un nuevo gobierno independentista, el trágala para Illa consistiría en resignarse a apoyar a Pere Aragonès. Poco probable, pero no imposible si Pedro Sánchez decide sacrificar un peón para conseguir una Generalitat doméstica y punto menos que domesticada.

Las infinitas combinaciones tras el 14-F

Aunque muchos, con finalidades electorales o por grave miopía, den por hecha una sola agregación de siglas y otros nieguen lo que van a votar pero que votarán si se dan las circunstancias, lo cierto es que las combinaciones son tantas que no se agotan en este breviario de posibilidades.

¿Y si JxCat llega primero en una nueva mayoría independentista de escaños? ¿Qué le convendría a ERC? Debería optar entre la repetición de la fórmula actual, aún a sabiendas de que está agotada, o encabezar una alianza de izquierdas, con apoyo socialista. Ante este escenario, Laura Borràs se quedaría como Artur Mas, pero con la diferencia de que no dispone ni del temple ni de la inteligencia política de Artur Mas.

El vicepresidente del Govern en funciones de presidente, Pere Aragonès, durante una intervención ante la diputación permanente del Parlament, el 20 de enero de 2021 | EFE/QG
El vicepresidente del Govern en funciones de presidente, Pere Aragonès. EFE

La conclusión, la premisa, la regla principal que debe tenerse en cuenta es la siguiente: cualquier candidato, gane o no gane, que esté en condiciones de hacerse con la presidencia de la Generalitat hará todo lo posible y lo imposible para alcanzarla, quedando en segundo lugar de donde saque los votos para ser investido.

Si tenemos en cuenta esta regla, y a tenor de los resultados previstos, la victoria en escaños puede muy bien resultar irrelevante, en algunos casos pírrica. Pero entre les tres candidatos solamente dos, Aragonès e Illa, podrían contar con bastantes posibilidades de llegar a presidente y con muchas más de no estar en la irrelevante posición de la oposición.

En cambio, para que Laura Borras sea investida o esté en el govern, aún ganando JxCat y aumentando el independentismo, sería necesario que, o bien la suma ERC-Comuns-PSC-CUP no llegara a 68 escaños, algo impensable, o bien que Aragonès quedara en tercer lugar y ERC tan humillada que no tuviera otro remedio que entregarse a Puigdemont.

Dos situaciones poco o nada previsibles. Pero tampoco lo era la pérdida de la mayoría absoluta por parte del independentismo y ahora ya hay, en todos los campos, quien la da por hecha.