¿Puede Casado alcanzar la Moncloa?

Si Pablo Casado quiere tener una oportunidad de verse en Moncloa, necesita articular un proyecto constitucionalista con de masas que le haga obtener votos en Cataluña y País Vasco, donde tradicionalmente es más débil

Pablo Casado, durante su intervención en la moción de censura de Vox contra Pedro Sánchez

El PP está celebrando su convención, que tiene por objetivo mostrar apertura a la sociedad, alternativa al gobierno sanchista y reforzar el liderazgo de Pablo Casado. El cónclave diseñado de forma itinerante ha venido condicionado, aparente y fundamentalmente, por el papel de Isabel Díaz Ayuso, en este momento, tras su magnífica victoria electoral en las elecciones de Madrid, verdadero tractor del PP.

El liderazgo de Ayuso no viene solo dado por el resultado electoral sino por la audacia demostrada al intuir la jugada de Sánchez en Murcia y adelantar las elecciones y al aceptar el reto de Pablo Iglesias y dar la batalla cultural y de las ideas. Una heroína antisistema -porque lo progre es lo sistémico en España- con poco aire de establishment, mucho arrojo y lenguaje directo llevó al PP en pocas semanas de la frustración del resultado en las elecciones catalanas al éxtasis.

Ayuso llevó a Cs al desplome, frenó el ascenso de Vox y obró el milagro de poner al PP al frente de las encuestas. Casado pasó del cuestionamiento a aspirar a poder jubilar el colchón de Sánchez en la Moncloa. La sensación, injusta o no, de que desde el aparato del partido se frenaba a Díaz Ayuso ha coincidido con el estancamiento demoscópico del PP que ha pasado de tener mayoría absoluta, siempre con la participación imprescindible de Vox en la investidura, al empate.

Pero la pregunta es ¿Puede Casado ser Presidente del Gobierno?

Las encuestas, excepto el CIS, dicen que sí y por lo tanto hay que creerlo, pero ¿Está hecho lo de la presidencia de Casado? La respuesta es no.

Veamos algunos datos: en ocho Comunidades españolas el PSOE y sus socios de gobierno o parlamentarios ganaron las elecciones generales de noviembre de 2019 obteniendo una ventaja en escaños en esas ocho comunidades de 62 diputados. De esos 62 diputados de ventaja sobre el bloque de la oposición 36, la mitad, corresponden a Cataluña, y 16 al País Vasco. Los otros corresponden 3 a Galicia, otros 3 a Aragón y uno a Navarra, Andalucía, Canarias y Asturias respectivamente.

En tres comunidades la situación fue de empate: La Rioja, Baleares y Extremadura.

En otras seis y las dos ciudades autónomas la victoria fue para el bloque de la oposición con una ventaja total en escaños de 20 diputados. Siete corresponden a Castilla Leon, 3 a Madrid y Castilla La Macha, 2 a Murcia y la Comunidad Valenciana y 1 a Cantabria, Ceuta y Melilla respectivamente.

En definitiva el PSOE y sus aliados sin contar con Cataluña y el País Vasco solo vencen de 8 escaños, si añadimos el País Vasco se encaraman a 24 y si sumamos Cataluña vencen de 60, ahí reside la aportación estratégica de ERC, Bildu, PNV y BNG.

El llamado Frankenstein cuenta con 40 escaños más que la oposición y de esos 36 los obtiene en Cataluña. Es evidente que o bien el PP crece sustancialmente en Cataluña o Pedro Sánchez morará en La Moncloa por muchos años.

La Convención del PP contó con grandes catalanes entre sus invitados: Juan Carlos Girauta y Alejo Vidal-Quadras pero intervinieron en Valladolid no en Cataluña. La oposición no cuenta con diputados en Tarragona, Lleida, Girona, Guipúzcoa y Álava.

Dicho de otro modo en 5 de las 7 provincias de Cataluña y el País Vasco el PP y sus posibles aliados no está representado, es urgente e imprescindible que para que la alternativa política en España sea posible el PP obtenga representación como mínimo en 5 de esas 7 provincias y para conseguirlo celebrar una de las sesiones de la convención allí quizás hubiera sido un primer gesto indicativo de que los populares se toman en serio la recuperación de su voto en esos lugares.

La clave está en Cataluña y País Vasco

No hay que olvidar que el PSOE y sus aliados cuentan con representación en todas las provincias españolas excepto las ciudades de Ceuta y Melilla donde se elige un único diputado para el partido ganador (Vox y PP respectivamente)

Si es una obviedad que el nacionalismo está sobrerrepresentado en el Congreso dado que ERC o el PNV con menos votos y porcentaje que Cs tienen muchos más escaños, no es menos obvio que el constitucionalismo esta infrarrepresentado en el Congreso dado que los votos de dichos ciudadanos se pierden excepto en el caso de Vizcaya y Barcelona. 233.978 votos constitucionalistas (PP, Cs y Vox) se pierden al no alcanzar el umbral de la representación en estas provincias.

El PP en Cataluña ha zigzagueado, con constantes cambios de liderazgo y de rumbo. Alejandro Fernández fue un magnifico candidato que salvó al PP del extraparlamentarismo en las últimas elecciones pero la debilidad de la organización y las dudas de Génova 13 sobre el discurso a mantener en Cataluña lastran las opciones de una marca que por sus acuerdos con el nacionalismo en el pasado, la corrupción en otros lares, las luchas internas y la presión social que limita de forma antidemocrática sus posibilidades de implantación es muy endeble en Cataluña.

Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado. EFE

Cs ocupó el espacio del PP y demostró capacidad de captación de voto socialista y catalanista pero se hizo el harakiri tras su emocionante victoria de diciembre de 2017. El constitucionalismo en Cataluña pide a gritos ser representado, alguien que prometa que sus votos no serán entregados en el altar diabólico de los pactos con el nacionalismo a cambio de investiduras humillantes tendrá éxito .

El tema de la representación del constitucionalismo en Cataluña, y también en el País Vasco, no es un asunto local, es un tema nacional. Sin implantación en estas comunidades toda España está condenada a ser gobernada por la influencia de Bildu, de ERC, del BNG, del PNV y de Compromís, partidos que deciden la gobernación y el futuro de España a la vez que anhelan su destrucción.

Solo si se articula un proyecto político solvente, que prometa estabilidad, lealtad a España, europeísmo y que esté implantado social y territorialmente Casado alcanzará la Moncloa. Si yo fuera él haría el camino contrario de miles de catalanes que están mudando su empresa y su casa fuera de Cataluña, como en el pasado ocurrió en el País Vasco, y me mudaría a Barcelona, el 80% del recorrido del maratón que le queda hasta el Gobierno discurre en territorio catalán.