Llega el 1 de mayo: los sindicatos arrodillados frente a Sánchez, se manifiestan contra Trump

La batalla por las 37,5 horas empieza ahora y el resultado final es incierto

El gobierno aprobará el próximo martes la reducción de la jornada como antesala al 1 de mayo. La demagogia gubernamental no tiene límites. Sánchez ha decidido que la izquierda a su izquierda es inútil e incompetente y que la única solución para seguir en el poder, tras las próximas elecciones, es hacerse con todo el espacio de Sumar y Podemos a base de populismo barato y radicalidad izquierdista extrema.

La batalla por las 37,5 horas empieza ahora y el resultado final es incierto. El empresariado catalán usará toda su influencia para evitarlo y, a día de hoy, es uno de los dos lobbys más poderosos que hay en España, con hilo directo en La Moncloa y acceso libre a Waterloo, donde vive Puigdemont. Frente a los empresarios el otro gran lobby de este país: los sindicatos. UGT y CC.OO. no son hoy organizaciones independientes, sino sectoriales al servicio del poder, anestesiados y dopados por subvenciones millonarias. La única causa de movilización sindical desde ya hace años es para apoyar al gobierno, nunca para defender derecho alguno de los trabajadores.  

Las manifestaciones del 1 de mayo no discurrirán por las calles sino en el atasco de la Carretera de la Coruña y la de Valencia, a las puertas de un puente, acueducto en Madrid. En Barcelona, agotada de tanta manifestación independentista que ha dejado exhausta a la sociedad catalana, no se prevé que acudan a la llamada de los sindicatos ni los liberados sindicales.

Alvarez, máximo dirigente de UGT, centra la convocatoria del 1 de mayo contra el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump del que afirma que ha venido a quitar derechos, pero la realidad es que son los trabajadores americanos los que han encumbrado a Trump con la esperanza de frenar la mano de obra ilegal y con el sueño, casi imposible, de que las fábricas de coches vuelvan a Detroit. En EE.UU., Alvarez ni lideraría un sindicato, ni cobraría un subsidio, tendría que haber trabajado como hacemos cada día los 21 millones de personas que le pagamos su oneroso salario.

La próxima estafa del sanchismo a los trabajadores

Alvarez, en realidad, no tiene interés alguno en que las manifestaciones tengan éxito. Ningún gobierno quiere ruido en la calle, y los mal llamados sindicatos de clase si son de clase pero clase funcionarial dirigente en forma de casta progre elitista.

La reducción de la jornada laboral es la próxima estafa del sanchismo a los trabajadores. Tras esquilmarles la mitad del sueldo a base de impuesto, con el resultado de empobrecer a las clases medias a cambio de unos servicios tercermundistas y hacerles imposible acceder a la vivienda, ahora, con la fiscalidad en niveles insoportables promete el mismo salario por trabajar menos.

No dudo que habrá millones de personas que aplaudirán trabajar menos cobrando lo mismo. En realidad, si las 37,5 horas se aplican todos nos acercaremos a ser sindicalistas, casi el único colectivo que ha conseguido trabajar menos, o mejor dicho nada, cobrando no solo lo mismo, sino más.

En realidad, nadie ha pedido las 37,5, tampoco nadie confía ya en los sindicatos, ni nadie voluntariamente irá a la manifestación del 1 de mayo. En la España contemporánea, con más funcionarios que autónomos, ya son millones los que trabajan menos de 37,5 horas. Entre fijos discontinuos, mini Jobs, funcionarios, excedentes, prejubilados, parados y absentistas, tenemos tanta gente ocupada en pensar a que dedica su tiempo libre que en realidad las 37,5 horas no salvarán a Yolanda Díaz de su extinción política.

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