La corrupción es “combustible bio” para los socios de Sánchez
Sánchez necesita tiempo para terminar de destrozar los estamentos del Estado que aún se le resisten
Si Pedro Sánchez quiere librarse de todos los líos judiciales en los que está metido, necesita que España sea un país diferente al actual. Porque parece cada vez más evidente que solo podrá irse de rositas si consigue la impunidad de la justicia, la misma que él ha conseguido para los independentistas catalanes o los presos etarras que van saliendo a la calle sin cumplir íntegramente sus condenas.
Sánchez necesita tiempo para terminar de destrozar los estamentos del Estado que aún se le resisten. Tiene que llegar a 2027, por lo menos, para culminar su obra y la de sus socios, que no es otra que derribar definitivamente los pocos muros que aún quedan en pie: unos cuantos jueces y fiscales, el Tribunal Supremo, la UCO y un puñado de periodistas que no se han sometido al PSOE y sus tentáculos.
Quienes confían aún en que al PNV le dé un ataque de dignidad y retire su apoyo a Sánchez deben abandonar toda esperanza. El erróneo cálculo político de Aitor Esteban y los suyos los lleva a compartir con Bildu y el resto la idea de que, cuanto peor le vaya a esta España, mejor para ellos. Creen que acabar con los jueces, tribunales, medios e investigadores “molestos” les dará la deseada impunidad. Así que ven en Sánchez al gran demoledor de un edificio que odian y que están deseando hacer añicos para campar luego a sus anchas sobre lo que quede del solar en ruinas.
Por eso, la corrupción destapada ahora es, para los socios del Frankenstein, lo más parecido a combustible ecológico. La descomposición del PSOE, y de todo lo que toca, genera el metano que mueve el motor de quienes odian a España y todo lo que representa. Por eso, lejos de molestarles el fuerte olor de la putrefacción, disfrutan entre los gases que envuelven la política española. Habían venido a combatir la corrupción del PP, pero porque esa no generaba ningún combustible que ellos pudieran aprovechar. De la del PSOE, en cambio, extraen el máximo rendimiento. No es casual que Santos Cerdán, implicado ahora en una red criminal, fuera el interlocutor del Gobierno tanto con Bildu en Navarra como con Puigdemont en Bruselas.
Solo así se entiende que no estemos hablando de elecciones generales anticipadas. Porque lo que está saliendo a la luz no es un simple escándalo: es un retrato descarnado de la hipocresía, el cinismo y la corrupción que, lejos de tambalear a este Gobierno, parece consolidarlo en una especie de pacto de conveniencia. Así que, desde Europa, nos miran asustados: lo que en cualquier país democrático de nuestro entorno ya hubiera supuesto la caída estrepitosa del Gobierno en pleno, aquí se solventa con una rueda de prensa del presidente en la que se limita a pedir perdón maquillado de falsa decepción por la traición del amigo.
Quien en algún momento llegó a creerse que este Gobierno Frankenstein tenía algo de “progresista” es que estaba absolutamente despistado. El informe de la UCO es tan sórdido como escandaloso: dos antiguos secretarios de organización del PSOE, abanderados del «progresismo», se repartieron servicios de prostitutas después de votar solemnemente en el Congreso contra la prostitución; y lo hicieron proclamando que la explotación de seres humanos es incompatible con el “ADN socialista”.
Quien en algún momento llegó a creerse que este Gobierno Frankenstein tenía algo de “progresista” es que estaba absolutamente despistado
Y no solo utilizaban este tipo de servicios, lo hacían además pagándolos con el dinero público que desviaban con adjudicaciones fraudulentas. Pedro Sánchez no se enteraba de nada, tal y como aseguró en la lamentable rueda de prensa del jueves en la que pidió perdón, así que puede seguir envolviéndose en la bandera de la ética y la justicia social como si lo descubierto no le afectara. Igual que Yolanda Díaz y la izquierda, que tan exquisita se puso con la corrupción del PP.
Si el nacionalismo independentista se alimenta del metano que sale de la descomposición del PSOE, Sumar y su líder necesitan la continuidad de Sánchez por simple supervivencia y por seguir cobrando y manteniendo los privilegios que perderán cuando ya no estén en el poder. Lo que no deja de ser otra forma de corromperse y de defraudar a su electorado.
Y luego están los medios del “equipo de opinión sincronizada”. Los guardianes autoproclamados del «progresismo», que ahora van saliendo de la trinchera con los brazos en alto. Son los “abajofirmantes”, que llegaron a denunciar y perseguir a los medios que publicaban todo lo que ahora se está conociendo y revelando como información trascendental. Mientras unos periodistas se la jugaban denunciando los escándalos, ellos se ganaban la palmadita de sus jefes acusándoles de formar parte de una campaña de la ultraderecha. Ahora, como aventajados oportunistas, están dando un giro de timón que en algunos casos resulta ridículo.
Pero el daño ya está hecho, porque va a ser difícil que recuperen la credibilidad de una sociedad que observa atónita el espectáculo de trampas y engaños que han representado todos estos años.