Un año de ‘simonadas’

La última prueba de la incompetencia de Fernando Simón se produjo hace apenas un mes, cuando afirmó que el impacto de la cepa británica sería “marginal” en España

El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón, durante una rueda de prensa el 4 de febrero de 2021 en Madrid | EFE/JJM
El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón, durante una rueda de prensa el 4 de febrero de 2021 en Madrid | EFE/JJM

Se cumple ahora un año desde que las autoridades confirmaron el primer caso de coronavirus en España. Desde entonces, el Gobierno ha contabilizado más de 60.000 muertos oficiales, mientras que las estadísticas avanzan más de 90.000 fallecidos.

Que España se haya convertido en uno de los países con mayor número de víctimas por millón de habitantes, sufriendo, además, una de las peores crisis económicas del mundo, no es consecuencia de la pandemia, sino de una desastrosa gestión.

Y una de las principales características de tan funesto mandato es la absoluta desinformación e incompetencia que ha evidenciado y sigue evidenciando la clase dirigente.

Así, por ejemplo, resulta increíble que el Ministerio de Consumo siga recomendando a la población el uso de mascarillas higiénicas o quirúrgicas, a sabiendas de que no protegen adecuadamente contra la cepa británica, mucho más contagiosa y mortal, cuya incidencia en España será predominante en pocas semanas.

Resulta imposible combatir eficazmente la pandemia si las recomendaciones que se transmiten a la opinión pública son erróneas, y mucho más si las medidas de prevención que se adoptan parten de un diagnóstico equivocado e incompleto.

No en vano, la regla número uno de la medicina es contar con el diagnóstico adecuado para poder aplicar uno u otro tratamiento. España, sin embargo, avanza a ciegas, sin rumbo ni dirección, por culpa de un Gobierno al que no le preocupa la vida de la gente.

Sólo así se entiende que el máximo responsable del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, siga en su cargo tras los gravísimos e incontables fallos cometidos. Fallos que, sin duda, han costado miles de muertos.

Un país que no reconoce a sus villanos está destinado al fracaso

La última prueba de su incompetencia se produjo hace apenas un mes, cuando afirmó que el impacto de la cepa británica sería “marginal” en España. El Ministerio de Sanidad admite ahora que esta cepa elevará la incidencia de casos y, con ella, el número de muertos en las próximas semanas.

Lo trágico, por no decir vergonzoso, es que no es algo aislado. El error es la norma, no la excepción, en el caso de Simón:

  • 31 de enero: “España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso aislado”
  • 26 de febrero: “No es necesario que la población use mascarillas”
  • 1 de marzo: “Podemos evitar prácticamente todos los contagios porque no hay circulación del virus”
  • 7 de marzo: “Si mi hijo me pregunta si puede ir al 8M le diré que haga lo que quiera”
  • 8 de marzo: “No tenemos una situación en la que se pueda pensar en una transmisión generalizada y descontrolada, ni muchísimo menos”
  • 29 de junio: “Las mascarillas FFP2 son las egoístas”
  • 27 de julio: “No creo que ahora mismo estemos en una segunda ola”
  • 17 de diciembre: “Creo que el crecimiento de contagios va a ser relativamente lento”
  • 28 de diciembre: “Podríamos estar claramente en fase de estabilización de la tendencia”
  • 11 de enero: “La variante británica, en caso de tener algún impacto, será marginal”

Simón no sólo sigue al frente de la estrategia nacional contra la pandemia, sino que es aplaudido por el Gobierno e incluso parte de la prensa, mientras que su superior, el ahora exministro de Sanidad, Salvador Illa, ha sido premiado con la candidatura del PSC para presidir la Generalitat de Cataluña debido al apoyo que, en teoría, suscita en las encuestas.

Un país que no reconoce a sus villanos es un país destinado al fracaso.