Expertos de la OMS: la vacuna puede tener una eficacia de solo el 10%

La reducción de los tiempos de espera debido a presiones políticas y económicas puede restar efectividad a las vacunas contra el coronavirus

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Hace meses que comenzó la carrera para desarrollar la primera vacuna contra el coronavirus pero no ha sido hasta este mes de agosto cuando las principales candidatas, farmacéuticas privadas de todo el mundo, han empezado a mostrar avances significativos. Una situación que no beneficia que la cura sea más efectiva, sino todo lo contrario. 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que el periodo medio para el desarrollo de una vacuna es de alrededor de 18 meses. Teniendo en cuenta que el primer caso de Covid-19 se detectó en Wuhan (China) a finales del pasado diciembre, y que no se revistió a la enfermedad de pandemia hasta finales de febrero, cuando el gigante asiático contaba los casos por miles, la llegada de una vacuna, de acuerdo con la OMS, debería llegar a mediados de 2021. 

Sin embargo, a lo largo del verano, y en especial del presente mes, se han conocido avances en varias vacunas. Rusia aseguró que ya había patentado su propia cura; la farmacéutica norteamericana Moderna y distintas compañías chinas empezaron sus ensayos en personas a lo largo de julio; y la principal candidata europea, la vacuna de la compañía británica AstraZeneca, ha cerrado incluso acuerdos con la Comisión Europea para la entrega de 300 millones de dosis de una cura que aún no ha sido testada en personas.

Es por ello que este acortamiento de plazos preocupa a ciertos sectores de la comunidad científica. Un estudio publicado en la revista The Lancet asegura que una reducción del tiempo de espera de la vacuna podría provocar que solo reduzca los riesgos de la enfermedad entre un 10% y un 20%. Una eficacia similar estaría muy lejos de la que se busca con las vacunas, alrededor del 50%.

«Existe el peligro de que las presiones políticas y económicas para la introducción rápida de una vacuna puedan llevar al despliegue generalizado de una vacuna que en realidad es débilmente efectiva», apuntan los investigadores, pertenecientes al grupo de expertos de ensayos solidarios de la OMS.

Asimismo, los responsables del estudio señalan que el despliegue de una vacuna «marginalmente eficaz» también podría «interferir con la evaluación de otras vacunas», ya que podría producirse que el efecto que produzca se pueda «comparar al de un placebo».

Los investigadores señalan que la OMS recomienda, para una vacuna «existosa» que muestre una reducción de los riesgos que sitúen la verdadera eficacia a largo plazo de la vacuna por encima de un 30%, una pauta mínima que incluso exige la Agencia de Medicamentos de EEUU, y que idealmente debería ascender al 50%.

Para ello, los responsables del estudio señalan que se necesitan «pruebas fiables sobre la eficacia a largo plazo», así como «seguridad y protección» contra el coronavirus. «Se necesitan ensayos de suficiente duración para proporcionar esto», añaden.

AstraZeneca no afrontará indemnizaciones

Junto a la de Rusia, la vacuna de AstraZeneca, desarrollada conjuntamente con la Universidad de Oxford, es la más avanzada del territorio europeo. La Comisión Europea cerró un trato para adquirir 300 millones de viales -de los que 30 corresponden a España- mientras que el montante final podría incrementarse en otros 100 millones de dosis en función de las necesidades epidemiológicas. 

En este sentido, según fuentes del organismo europeo consultadas por Reuters, la biofarmacéutica británica no estaría dispuesta a correr con los gastos de posibles indemnizaciones a los ciudadanos europeos en caso de que su vacuna, por acortar plazos de entrega, produjera efectos secundarios. Una reducción de plazos que, según el responsable de la investigación, el profesor de Oxford Andrew Pollard, haría que la vacuna estuviera lista a finales de este año, «probablemente en diciembre», según declaró a la BBC esta misma semana. 

Es por ello que el departamento de ensayo de vacunas solidarias de la OMS, los mismos que han alertado de los peligros de acortar las entregas, propongan una serie de ensayos previos al lanzamiento de entre «tres a seis meses posteriores» a la introducción de la vacuna, para evaluar su eficacia. Así, se «ayuda a garantizar», señalan, que no se distribuyan vacunas «eficacia débil». .

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