Gatillazo soberanista: los independentistas se dividen y Rajoy ni se inmuta

El plan de Mas y Junqueras para votar la separación de Cataluña en 2017 pasa sin pena ni gloria por Madrid, provoca el rechazo frontal del PSC y aleja aún más a las CUP, ICV y Unió

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Si en Francia quien ha resucitado es Nicolas Sarkozy, en Cataluña las fuerzas independentistas pretenden que el procés resurja con el mismo ímpetu que ha impulsado a la derecha gala hacia las mejores casillas de partida vista a las próximas elecciones presidenciales de aquel país.

En todo caso, los posibles paralelismos presentan un rasgo en común: la supuesta deriva socialista y la intentona de coger fuerzas a seis meses de los comicios autonómicos. El PSC, a rebufo de la nueva hoja de ruta de Convergència Democràtica (CDC) y Esquerra (ERC), ha desempolvado los argumentos de la «pequeña guerra» y de los carteles que señalan, discretamente, la cárcel a los capitanes de Artur Mas y Oriol Junqueras.

Escenificación en los medios

Miquel Iceta ha sido claro y frontal: «Les veo camino del precipicio, no sé si de la prisión». Las polémicas declaraciones las pronunciaba en una entrevista radiofónica horas después de que Mas y Junqueras trasladaran la fecha de la independencia a 2017, siempre que en el 27S se logre un resultado mayoritario a favor de los partidos que defienden estas tesis.

Y éstos cada vez son menos. Las aproximaciones y matices que se han pronunciado este martes para seducir a los aliados tradicionales –ICV y las CUP– sólo han logrado que el número dos de las plataformas populares diga que se lo pensará. Quim Arrufat no entiende las «prisas», cuando la CUP ha pedido más espacio para el acuerdo político y menos para «la escenificación en los medios».

La exaltación de las bases independentistas ha generado el movimiento empático de activar los simpatizantes de las opciones contrarias. El voto de Podemos y Ciudadanos cada vez ocupa más casillas en las encuestas del CIS catalán. Las últimas elecciones en Andalucía –cabe recordar la abultada presencia de las comunidades andaluzas en Cataluña– no han hecho sino remarcar aún más la tendencia.

¿Subir el souflé?

En ERC y CDC han creído conveniente alimentar el procés, reconociendo con sus propios actos que el souflé se había desinflado. De ahí las «prisas» que denuncia la CUP y otros aliados, como Unió. Y aunque el independentismo quiera acelerar ahora, a las puertas de unas elecciones municipales que pueden transformar en realidad las proyecciones demoscópicas de la propia Generalitat, hay cosas que no cambian.

La Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Ònmium Cultural siguen de piña, de argamasa para los políticos con aspiraciones separatistas… y en Madrid, Mariano Rajoy no se ha movido un milímetro ante la rebautizada hoja de ruta independentista.

«Ningún Gobierno de España va a autorizar la ruptura de la soberanía nacional», ha dicho el jefe del Ejecutivo. Mas y Junqueras vuelven sobre sus pasos, quizá pisando más fuerte, un gesto que ni ha impresionado a Moncloa ni a la oposición: sólo les ha servido para perder aliados; al menos, de momento.

Ismael García Villarejo

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