La decisión del PSC deja a Mas en la intemperie

CiU admite que el proceso soberanista “se debilita” sin los socialistas

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Un partido toma una decisión, acertada o equivocada, pero consciente de lo que hace. Se refuerza. Es lo que considera la dirección del PSC, que ha clarificado su discurso. Se siente fuerte, aunque el PSC no sabe si la votación de su consejo nacional de este domingo acabará teniendo premio o no electoralmente. Pero el PSC, y lo sabía desde hace meses, también ha conseguido algo más tangible en estos momentos: ha creado serias dudas en sus adversarios políticos, principalmente en CiU y en ICV. Y ha dejado al President Artur Mas en la intemperie, porque necesitaba al PSC en su intento de plantear una gran batalla frente al Estado.

Esa batalla, ahora, será muy desigual. Mas lo admitió este lunes al asegurar que en el “momento más importante”, el PSC se ha descolgado del derecho a decidir, y el “tren del proceso” se ha quedado sin un vagón de gran importancia. No se trata del peso que pueda tener el PSC ahora mismo en el Parlament, sino del bagaje, de la historia del PSC y de su papel determinante en la Catalunya que nace en la transición.

Apoyo social sin calibrar

La actual dirección del PSC cree que pierde fuelle porque en el terreno social, en el eje izquierda-derecha, no consigue presentar un discurso alternativo, porque los socialistas gobernaron en el conjunto de España y en Catalunya hasta hace dos días, y su legado no es, precisamente, brillante, a pesar de que se pueda explicar por la crisis financiera internacional.

Todo eso lo sabe la dirección socialista y ha decidido quitarse la careta, según fuentes del partido, y dejar de ir a remolque del proyecto de CiU y de ERC. Sin embargo, ese proyecto político soberanista ha logrado un gran apoyo social, y eso es lo que el PSC no sabe calibrar todavía. Como tampoco lo sabe calibrar CiU, que no deja de perder apoyos, como reflejan todas las encuestas.

El caso es que CiU quería al PSC, quería una amplia mayoría soberanista. Josep Antoni Duran Lleida lamentó, tras la reunión de la ejecutiva de CiU, la actitud de los socialistas, aunque, personalmente, entiende a la perfección lo que decidió el consejo nacional del PSC, que no votará ninguna propuesta, ni en el Parlament ni en el Congreso, si antes no se ha acordado con el Gobierno central. Es, de hecho, lo que ha ocurrido en el Reino Unido con Escocia.

Decisión complicada en el Parlament

Ahora el Parlament votará el 4 de diciembre una resolución que sigue siendo confusa, que no cumple con todos los requisitos legales, pero que se ha presentado como una especie de prueba de algodón sobre la actitud del presidente Mariano Rajoy. La idea es la siguiente: trasladar al Congreso una proposición de ley que reclame al Gobierno central traspasar la competencia para convocar un referéndum de autodeterminación a través del artículo 150.2 de la Constitución.

Pero la Mesa del Congreso podría recoger esa propuesta y votarla cuando lo considere, porque hay otras muchas antes en la cola. Por ello, para que sea más rápido, los partidos favorables al derecho a decidir se inclinan por una resolución que la recojan los partidos catalanes en el Congreso, y sean ellos, y no como proposición de ley del Parlament, los que la eleven en la cámara baja. Pierden legitimidad, y saben que no tienen ninguna posibilidad de éxito.

¿Por qué lo hacen, entonces? Eso es lo que el PSC ya ha decidido que no hará.

Saltar pantallas y ganar tiempo

Mas quería, quiere, ir saltando pantallas, como si fuera un juego de ordenador. Pasada la pantalla de ‘probamos la actitud del Gobierno, en el Congreso’ , se pasará a la pantalla de la consulta, en el seno de una ley de consultas catalana, que no puede ser un referéndum y que, por tanto, no podrá contar con el censo electoral. Pero Mas también quería, quiere, ir pasando pantallas para ir ganando tiempo, y con la posibilidad de poder contar con el PSC en un determinado momento.

A todo ese juego de pantallas el PSC no jugará, aunque el sector crítico quiere intentar un último proyecto, generando un apoyo externo del mundo socialista más catalanista. La prueba será la votación del 4 de diciembre. El diputado Joan Ignasi Elena, que lidera la corriente Avancem, asegura que no dejará el partido, pero que desea defender sus posiciones. Y el primer secretario, Pere Navarro, confía en que todo el partido siga las instrucciones de su consejo nacional.

En cualquier caso, la decisión del PSC de este domingo no afectará sólo a los socialistas. Ha dejado en una situación precaria a todo el proceso soberanista, aunque el presidente de Esquerra Republicana, Oriol Junqueras, asegurara este lunes que está más vivo que nunca.

¿Y qué pasa con ICV?

El siguiente partido en experimentar la decisión del PSC será ICV. Dolors Camats afirmó que la formación ecosocialista respeta al PSC, per que no comparte su estrategia. ICV defiende el derecho a decidir, aunque en su seno conviven independentistas y federalistas, votantes del sí y del no a la independencia.

El problema es que han dejado de lado, con todo este debate –como el PSC hasta ahora—el flanco izquierda-derecha, y apenas suben en las encuestas, cuando se darían todas las condiciones objetivas para que un proyecto de izquierdas, socialmente avanzado, pudiera crecer con fuerza en estos momentos.

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