La última oportunidad del PSC

Los socialistas temen una posible ruptura tras las decisiones de Pere Navarro

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“Los socialistas catalanes son imprescindibles, el PSC es de vital importancia para la sociedad catalana”. Es una afirmación contundente, repetida en numerosas ocasiones en público y en privado por los dirigentes de Convergència Democràtica, y, principalmente, por los de Unió Democràtica. También por el resto de responsables políticos de la izquierda catalana, de Esquerra Republicana y de ICV-EUiA.

El problema para el PSC es que es una aseveración vieja, que se ha repetido como una letanía desde hace años, pero que en los últimos meses se ha dejado de pronunciar.

Los socialistas catalanes han dejado de ser una de esas columnas necesarias para el presente y el futuro de Catalunya. Y, en gran medida, por culpa de sus propios dirigentes, que han entrado en una dinámica de desorientación, sin horizontes claros, con un sentimiento de frustración, desolados porque no saben qué deben defender o qué deben proponer en un contexto económico de profunda recesión que invita a otras salidas más atractivas, más fáciles y más desacomplejadas como refleja el movimiento independentista.

Los últimos cambios en la dirección del grupo parlamentario del PSC promovidos por su primer secretario, Pere Navarro, secundado por el secretario de organización, Daniel Fernández y por Antonio Balmón, secretario de Acción Política y alcalde de Cornellà, obedecen a diferentes motivaciones, siempre entrecruzadas.

El liderazgo de Navarro

Navarro, alcalde de Terrassa, bien valorado entre la militancia socialista, correcto y con un aire que le capacita para establecer consensos y acuerdos, como aseguran las fuentes consultadas, no ha conseguido, no obstante, ejercer un claro liderazgo político y social. No es, en estos momentos, una clara alternativa al president Artur Mas.

Pero es el dirigente que la organización del PSC ha querido. Es el responsable de un pequeño comercio que prefiere, a corto plazo, sobrevivir a la espera de tiempos mejores, y que renuncia a establecerse como gran superficie para captar el máximo de clientes. Quizá porque no puede hacer otra cosa.

¿Quién gana, quién pierde?

El nombramiento de Xavier Sabaté como presidente del grupo del PSC en el Parlament en sustitución de Joaquim Nadal, tiene esa lógica interna, siguiendo el símil del pequeño comercio. Sabaté es un hombre de partido, dirigente histórico del PSC de Tarragona. Directo, ágil, conocedor al detalle del mundo municipalista socialista.

Es el enlace que Navarro necesita para que le ayude a ganar algo de dimensión, teniendo en cuenta que Navarro no es diputado. Nadal, como ha hecho toda la vida, sin abandonar nunca su aire de gran alcalde, ha ido por libre en los últimos meses. ¿Qué es más catalanista, más partidario de mayores cotas de autogobierno para Catalunya? Sí, ese factor es importante, “pero no es decisivo en estos momentos”, como recuerda uno de los principales dirigentes del PSC y como ha señalado otro de los damnificados, Miquel Iceta, que deja de ser portavoz del grupo parlamentario.

Sabaté intentará un giro en el Parlament, más contundente, más crítico con CiU. Pero, de nuevo, hay que pensar en los aspectos internos de la organización. Como cualquier organismo o empresa, Navarro quiere rodearse de personas que le ayuden, que le sirvan, en las que pueda confiar.

Como portavoz, en sustitución de Iceta, Navarro ha situado a Jaume Collboni, un hombre joven, que busca renovar el discurso, que incide en los aspectos sociales y que apuesta por romper esa dicotomía histórica entre catalanistas y no catalanistas. Collboni es un dirigente de la organización, consciente del valor de las siglas del PSC, pero que busca cómo superar la resignación de la cúpula socialista.

Las opciones de Rocío Martínez

La portavoz adjunta será Rocío Martínez-Sampere, otra dirigente joven, bien preparada, con discurso, más liberal que la dirección del PSC y que no se ha cansado de repetir en numerosas ocasiones que ella ingresó en el PSC, que no le interesa las batallas que se basan en el mayor o menor fervor catalanista. Martínez-Sampere, por tanto, aunque muy consciente de que un partido político tiene sus reglas internas y que los giros se deben impulsar como organización, es una mujer con criterio propio.

Algunas fuentes consultadas aseguran que valora presentarse a las primarias del PSC para elegir candidato o candidata a la Generalitat. Su ascenso, por tanto, aunque de hecho ya era una de las portavoces más significativas del PSC, es también una forma de señalarle que debería ir de la mano de Pere Navarro.

Con esos cambios, difíciles, que han provocado la renuncia de un histórico Higini Clotas al acta de diputado, después de que Navarro haya decidido sustituirlo de la vicepresidencia de la Mesa del Parlament para acomodar a Joaquim Nadal, el primer secretario buscar ganar las elecciones primarias para ser candidato y ganar legitimidad.

Terremoto interno

Pero puede provocar un terremoto en el interior del PSC que le lleve, incluso, a una ruptura, como ha apuntado Montserrat Tura, que podría ser rival de Navarro en las primarias. Porque los cambios no se han producido con las mejores formas, como ha reflejado Àngel Ros, el alcalde de Lleida, otro de los dirigentes candidatos a las primarias, representante claro de la sociovergència.

Otra de las damnificadas ha sido la portavoz adjunta del grupo, Laia Bonet, ex secretaria del Govern con el president Montilla, que se queda como diputada de base y que había impulsado una plataforma para reclamar la mayor transparencia posible en las elecciones primarias, con la posibilidad de presentarse ella misma.

Algunos dirigentes de la dirección admiten que se quiere seguir contando con Bonet, y que, tal vez, debería haber conservado esa responsabilidad en el grupo.

Con todo, el pequeño comercio que es ahora el PSC, con 28 diputados, arrastrado por un debate que se centra ahora en el independentismo y que se reflejará en la manifestación de la Diada, a la que no asistirá como partido político, puede quedar más empequeñecido aún.

Ya no será ese “partido vital” para la sociedad catalana, porque quizá esa sociedad catalana ha cambiado más rápidamente.

Esa es una interpretación posible. La otra es que el PSC nunca ha intentado, de verdad, dejar de jugar en el terreno de juego que le ha marcado el nacionalismo catalán. El problema, como recuerdan algunos dirigentes, es que cualquier cambio de estrategia llega ya demasiado tarde. En pocos meses se verá, si el president Mas decide, finalmente, convocar elecciones anticipadas.

Será la última oportunidad del PSC.

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