¿Por qué chocan los liberales Bernaldo de Quirós y Sala i Martín?

Los dos economistas comparten la doctrina ideológica, pero el espacio se reduce: de la España versátil de estados asociados al Adéu España

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Escudriña el mundo desde un despacho situado entre el Retiro y el Museo del Prado. En la milla de oro de Madrid, pajarita en ristre, se afila este caudal de la derecha irónica que mira a Cataluña con cariño: Lorenzo Bernaldo de Quirós. Nunca hay un por qué pelearse, aunque la pelea dialéctica es buena por naturaleza para un admirador de David Cameron; para un hombre formado bajo el rigor de Eton y la casuística de Harvard.

¡Ah, si la política se hiciese declamando en los viejos cafés de la capital o en los sillones afelpados del Casino de Madrid o en los menos muelles y más rancios del Ecuestre de Barcelona!

La vuelta a la cultura de la conversación es una asignatura pendiente desde que desapareció Romanones. Para incentivar el debate, Quirós publicó en 2011, junto al socialista Jordi Sevilla, ¿Mercado o Estado? (Deusto). Ahora, en pleno estallido catalán, la buena letra pierde presencia en el espacio público para manifestarse en los vitrales del Barrio de Salamanca o en las glorietas del Eixample.

En lo único que están de acuerdo Bernaldo de Quirós y Xavier Sala i Martín es en que la «mejora económica sepultará el malestar».  Son economistas ambos y partidarios de una teoría del crecimiento libre de las ataduras de la oferta: trabajo libre, despido libre, idea libre, tecnología libre, crédito libre y así sucesivamente.

Estado propio

Sala i Martín aspira a una Catalunya con Estado propio creciendo a dos dígitos por lo menos. En Columbia, donde imparte clase de economía teórica, lo conocen por sus debates con Jeffrey Sachs, profesor del mismo campus, sabio y ex asesor de Bill Clinton. Sala Martín y Jeffrey Sachs son la oferta contra la demanda; la doctrina liberal contra la socialdemócrata. 

Bernaldo, con ojos de oso americano, resume así a su colega: «Sala i Martín es un viejo liberal al que le ha dado el calentón de la independencia y de ahí no se mueve».

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El respeto intelectual del abulense por el catalán es máximo, pero desde el desacuerdo político. «Estamos pillados en medio del guerracivilismo de independentistas y españolistas sin matiz». ¿Cómo saldremos? «Sólo sé una cosa: La reforma del sistema de 1978 es inaplazable». «Y sé otra cosa» ¿Cuál? «Que España se sostiene gracias a Catalunya y a la Comunidad del Madrid, con la ayuda de Valencia y Baleares»

¿Ve una España sin Catalunya? «Hombre, España es fruto de Catalunya; y de la vieja Corona de Aragón, claro. ¿Y Castilla? «El Renacimiento floreció en Castilla, un invento genial de Blasones y obispos, pero la relación con Europa, la política internacional de los Reyes Católicos, la puso la Corona de Aragón y Catalunya». Rotundamente. En eso trabajaba Vicens Vives cuando le sorprendió la muerte prematura.

La independencia es posible

Sala i Martín no le teme a una independencia célibe de su patria. Sabe que los estados de la UE no están escritos en piedra. «Si Croacia y Serbia han obtenido la independencia a través de guerras y con crímenes contra la humanidad juzgados en la Haya, ¿qué podría reprobarse a un proceso pacífico como el catalán?»

El prestigioso profesor de Columbia ha reunido sus reflexiones en És l’hora dels adéus (Rosa dels vents), libro del que extraemos la línea argumental en este cara a cara hecho de fragmentos y desprovisto de mirada. En el Foro de Davos de 2012, Sala i Martín puso de largo el independentismo catalán ante el magisterio global de la economía. Mantuvo un rifirrafe dialéctico (que ganó) con el entonces presidente de la Comisión, Durao Barroso, hombre romo y valet de chambre en las Azores de Bush, Blair y Aznar.

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Sala i Martín se explaya en su libro sobre la futura deriva monetaria de la Catalunya indepe, de sus relaciones con el BCE, de los bancos locales y globales que nos envuelven, de las leyes, de la casación y del dividendo fiscal. Es un hombre que va de cara, y con Bernaldo de Quirós (autor de Por una derecha liberal, Ed. Deusto) no llegan a chocar.

Ambos hacen política, pero no pertenecen a la clase política, una acepción que incluye el desafecto que sienten los de abajo por los de arriba. El Estado maneja la nomenclatura como si fuera su botín. Quienes mandan hoy sufren lo que Peter Mair llamó «el síndrome de Tocqueville»; es decir, no nos representan.

Cataluña, no el principal problema

Ante el 20 D, Sala i Martín exhibe desinterés y apatía; España ya no va con él. Bernaldo, por su parte, pide tiempo. A él no le duele España a la manera del 98 y está convencido de que el desafío catalán no es el mayor de los problemas en curso.

«La cuestión catalana está mal resuelta desde hace 300 años»; no es la primera vez que lo verbaliza, pero sí es el primer español que lo dice con el ademán de romper filas. Contrariamente a lo que proponen formaciones como Ciudadanos, Catalunya no es soluble: «La solución será original, asimétrica, confederal, como en el País Vasco. El mal de España no es Catalunya, sino Andalucía».

¿Por qué? «Catalunya solo se quiere marchar. Pero Andalucía, la región socialista que no mejora sus ratios desde hace más tres décadas y que vive de la subvención, quiere exportar su régimen a toda España».  

Corredor de fondo

Descendiente de Quirós y Mariño de Lobera, VI Marqués de Campo Sagrado, Bernaldo dejó los escudos para hacerse cantonalista. Su Palacio de Carrió en el concejo asturiano de Carreño es un blasón abandonado en manos de Hidroeléctrica y de los Masaveu. Lorenzo proviene. Se adorna a menudo en el club de las Españas.

¿De qué va eso? «Es una forma de funcionar en la que las partes son independientes y libres de asociarse o no, como lo hacen los socios de los clubs privados británicos». La conversación entre ED y Bernaldo es a través del teléfono; este neoliberal de lo más acaba de salir de un partido de tenis en el Club de Campo y todavía jadea. Es un corredor de fondo en tierra batida y con buena muñeca; un anti-castizo, siempre alerta. 

¿Ha dicho estados asociados? «Claro, por qué no una España en la que Catalunya sería un Estado asociado, si así lo desea». El Plan Ibarretxe redivivo. «No exactamente; dejemos al País Vasco que ahora, con el Concierto económico engrasado y sin ETA, va muy bien».  ¿Y el cupo catalán? «Una esperanza». Ya lo ven: in dubio pro reo, en caso de duda, el reo (Catalunya) es inocente.

El debate lo cura todo. Nadie se jacta; ninguno es más.

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