Ada Colau, desatada: el ‘o yo o el caos’ de la alcaldesa de Barcelona

La alcaldesa de Barcelona quiere repetir un tercer mandato ante la falta de rivales internos y la triquiñuela en el código ético que se lo permite

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, durante la cena inaugural del Mobile World Congress de 2021.- EFE / Toni Albir

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Ada Colau no quiere irse de la primera línea. La mandataria barcelonesa tiene como objetivo perpetuarse al frente de una alcaldía a la que llegó en 2015, tras desbancar a Xavier Trias por un único concejal. Su proyecto inicial era a ocho años vista, aunque las aspiraciones de la primera edil se alargan más allá de 2023, lo que de revalidar la colocaría con 12 años en el cargo.

La alcaldesa es la única carta segura que tiene Barcelona en Comú, un proyecto personalista construido alrededor de su figura. No hay otro liderazgo que el suyo, los Comuns en la capital catalana son «los de la Colau», y ella tiene bajo control un partido casi sin contestación interna tras varias salidas de varios cuadros críticos.

Incluso en toda Cataluña, Ada Colau es quien mantiene las riendas de Catalunya en Comú. La alcaldesa de Barcelona mantiene el liderazgo del partido, apuntalada por la presidenta del grupo parlamentario, Jéssica Albiach, y también por la exalcaldesa de Castelldefels, Candela López.

Una larga lista de abandonos

Numerosos cuadros han ido abandonando el barco de los Comuns. Lo hizo el sector soberanista con Elisenda Alamany al frente. La que fue líder del partido morado en el Parlament abandonó a Colau para sumarse a la lista de Ernest Maragall en las elecciones municipales, enfrentándose contra la propia alcaldesa.

Los postulados cada vez más alejados de posiciones soberanistas ahuyentaron también a Joan Josep Nuet, exdiputado de Catalunya Sí Que Es Pot –la marca de los Comuns en el Parlament hasta 2017–. El exparlamentario forma parte del grupo de ERC en el Congreso de los Diputado, donde se incorporó a través de su plataforma Soberanistes.

Otros líderes también han abandonado el barco de los Comuns. Uno de los más llamativos fue Xavier Domènech, que alegó su cansancio personal para explicar su abandono de la nave morada. Aunque se especuló sobre su hartazgo de Colau, la propia alcaldesa ha negado en varias ocasiones que ella tuviera que ver con su salida.

También ha habido cambios entre las caras que formaron su primer y su segundo gabinete. Concejales ilustres como Gerardo Pisarello o Jaume Asens, ahora diputados en el Congreso, se han ido desgajando del equipo municipal. Otros, como la exconcejal Gal·la Pin, no repitieron tampoco en las listas del partido de la alcaldesa.

Colau choca con los valores de su partido

La voluntad de Colau de repetir como candidata con la aspiración de un tercer mandato es algo que choca contra los principios de su partido. La propia alcaldesa había criticado en varias ocasiones los mandatos prorrogados en el Parlament, algo que choca con un código ético que, pese a permitir la prórroga, está pensado para no alargarse más de dos legislaturas.

En concreto, el código ético de Barcelona en Comú recoge que los cargos deben «limitar su mandato a dos legislaturas consecutivas», aunque reconoce que «excepcionalmente prorrogable a un mandato más siempre que se dé un proceso de discusión y validación ciudadana».

No es de extrañar que el partido que dirige la alcaldesa autorice a través de estos procesos la validación de su tercer mandato. Ya lo hizo holgadamente cuando Barcelona en Comú tuvo que afrontar la decisión de aceptar los votos de Manuel Valls para revalidar al frente del ayuntamiento.

El 71% de las bases avalaron que la alcaldesa de Barcelona repitiera un segundo mandato con el PSC y gracias a los votos del exprimer ministro francés, cuyo objetivo era torpedear la llegada de ERC a la alcaldía. Los partidarios del pacto con Ernest Maragall solo fueron el 28,57% de los votos del total de 4.042 inscritos que participaron.

Colau quiere consolidar su liderazgo al frente de Barcelona, en un momento más proclive a un entendimiento con Podemos que aún le daría mayor poder en Cataluña. Su sintonía con Yolanda Díaz es muy buena, en comparación con una relación más maltrecha con el ex-líder de Podemos, Pablo Iglesias.

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