Barcelona

Barcelona vive una de las mayores transformaciones urbanas de su historia reciente. En el mayor distrito de la ciudad, el Eixample, los extranjeros son ya un tercio (29.9 %) de los residentes, según los datos del padrón. En el barrio[…]

La Generalitat, tanto la pujolista como posteriormente la socialista, destinó no pocos recursos a la discordia y el enfrentamiento

Mientras sus gobernantes se dedican a la política de gestos y a la diplomacia de salón, los barceloneses de a pie, vemos cómo nuestra ciudad se degrada

Barcelona no necesita más eslóganes vacíos ni campañas institucionales que niegan la realidad

La última aventura de una Ada Colau preside la Fundación Sentit Comú que “nace con el objetivo de dar sentido a aquello que hacemos y al camino hacia dónde vamos en este cambio de época marcado por las crisis y las incertidumbres”

Mario Vargas Llosa denunció el autoritarismo y el nacionalismo cuando lo protagonizaba la derecha

En Barcelona, se registran ya más de 2.000 viviendas okupadas ilegalmente, una cifra alarmante que refleja el fracaso (o el éxito) de este socialismo tan poco social

Ante las políticas de confiscación encubierta, las viviendas con mejor relación calidad-precio desparecen del mercado

La llamada financiación singular, en realidad es la autorización a que el que más tiene se lo quede casi todo y deje sin casi nada al que menos tiene

Las empresas se esfuerzan por atraer visitantes a Barcelona y el gobierno se queda con una parte, cada vez mayor, de ese esfuerzo, pero luego es incapaz de hacer su trabajo

El eje del poder económico se ha desplazado, en gran medida, a Madrid y el del poder político, aún más lejos, a Waterloo

La degradación de la democracia española se produce a marchas forzadas, forzadas por los socios del gobierno y por la ambición sin límites del propio Sánchez.

Lo verdaderamente inaceptable es la comparecencia de un yihadista condenado ante una comisión parlamentaria que no debiera haber existido

Cabe preguntarse qué criterio se ha seguido para actuar en la Casa Orsola en concreto y no en los miles de casos similares que podemos hallar en Barcelona