El 20% de los afectados de Covid-19 persistente sigue teniendo niebla cerebral después de varios meses

Los médicos tendrán que seguir haciendo un seguimiento de los pacientes de larga duración para saber si experimentan trastornos neurológicos.

GRAFCAV3042. GALDAKAO (BIZKAIA), 16/02/2021.- Varios sanitarios trabajan este martes en la Unidad de Cuidados Intensivos de Coronavirus del Hospital de Galdakao (Bizkaia). Bizkaia ha abandonado la llamada «zona roja» de alta transmisión de la covid-19, que en las últimas horas ha dejado 453 nuevos contagios en Euskadi y un 4,7 % de positividad, con lo que ya son tres jornadas seguidas por debajo de los 500 casos diarios.EFE/ Miguel Toña

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Cuando la gente empezó a decir que tenía niebla cerebral, mareos y vértigo tras haber contraído el COVID-19, los médicos no tenían claro cuánto durarían los problemas. ¿Eran estos síntomas el resultado a corto plazo de una enfermedad vírica o los primeros signos de un trastorno neurológico? Ahora los investigadores se acercan a una respuesta.

Un nuevo análisis preliminar, que todavía está pendiente de revisión por pares, ha descubierto que uno de cada cinco enfermos de larga duración por el coronavirus —personas que han estado enfermas de COVID-19 durante aproximadamente tres semanas o más— ha experimentado un deterioro cognitivo al menos seis meses después de su infección inicial.

Para muchos pacientes, esta niebla cerebral ha provocado pérdidas de memoria o dificultades para concentrarse o tomar decisiones. En algunos casos, los pacientes han tenido que pedir la baja laboral o incluso solicitar el paro.

«Los síntomas neuropsiquiátricos parecen ser una parte importante de los síndromes que experimentan algunas personas que sobreviven al COVID-19», explica a Business Insider Alasdair Rooney, coautor del análisis.

La investigación de Rooney ha agrupado a casi 19.000 pacientes adultos en 51 estudios, lo que la convierte en uno de los mayores exámenes de los síntomas neurológicos entre los enfermos de covid persistente hasta la fecha. Los patrones fueron los mismos tanto si los participantes estuvieron hospitalizados como si no, e incluso con independencia de la gravedad de su enfermedad en un primer momento.

Pero sin saber cuánto duran estos síntomas, los médicos aún no pueden clasificarlos como trastornos neurológicos, ni siquiera como enfermedades crónicas. Los conjuntos de datos se complican por el hecho de que los distintos estudios hacen un seguimiento de los enfermos de larga duración durante distintos periodos de tiempo y desde diferentes puntos de partida.

«Antes de llegar al punto de establecer umbrales o un número de semanas después de las que se declara una enfermedad crónica, hay que llegar a acuerdos sobre el punto de partida de la medición», afirma Rooney. «Y en los estudios que hemos analizado, no hay ninguno por el momento».

Aun así, algunas pruebas apuntan a una posible relación entre el COVID-19 y los problemas neurológicos persistentes: un reciente estudio descubrió que el 72% de los supervivientes del coronavirus a los que se les había diagnosticado trastornos o daños cerebrales recibieron esos diagnósticos por primera vez en los seis meses siguientes a su infección por COVID-19.

Uno de los retos a la hora de diagnosticar los síntomas del COVID-19 a largo plazo es que los médicos todavía están aprendiendo los mecanismos subyacentes del propio virus. Por ejemplo, los investigadores no han averiguado por qué algunos enfermos de larga duración desarrollan fatiga, mientras que otros tienen dolor en el pecho o problemas para respirar.

Muchos posibles síntomas, de una misma enfermedad

«Es casi como si para los enfermos de covid persistente existiera todo este lote de síntomas y metieran la mano en un saco y sacaran un puñado aleatoriamente», declaró en su día a Business Insider Noah Greenspan, fisioterapeuta que dirige un centro de rehabilitación pulmonar en la ciudad de Nueva York. «Para algunas personas, puede ser el intestino. Para otras, puede ser el sistema nervioso autónomo. Para otra gente, pueden ser los pulmones».

Además de la niebla cerebral, el 27% de los enfermos de covid persistente por el coronavirus en el análisis de Rooney manifestaron tener problemas de insomnio y el 24%, fatiga. Rooney afirma que ambos síntomas pueden tener su origen en problemas neurológicos, pero no es la única causa posible.

«La razón por la que incluimos la fatiga fue porque la vemos con mucha frecuencia en la clínica neuropsiquiátrica», señala. «Es bien sabido que en algunas personas la fatiga tiene una causa física y otras describen una fatiga mental. Pero todavía no sabemos cuál es».

¿Síntomas del virus, o de la pandemia?

Alrededor del 19% de los pacientes con coronavirus que participaron en el análisis también manifestaron sufrir ansiedad, mientras que el 15% declaró sufrir estrés postraumático. Rooney afirma que es difícil saber si estos problemas son síntomas directos del COVID-19, si están simplemente relacionados con la pandemia en general o si son algo más. Pero los pacientes deben tomarse en serio cualquier problema neurológico o psiquiátrico persistente, añade.

«Siempre les aconsejaría, si les preocupa, que pidieran consejo; en otras palabras, que pecaran de precavidos y no lo minimizaran», subraya Rooney.

Los estudios futuros también deberían tener en cuenta la gravedad de estos síntomas, añade, ya que la niebla cerebral puede alterar la vida de una persona pero ser un mero inconveniente para otra.

«Lo que necesitamos ahora es, esencialmente, mucha más investigación sobre estas cuestiones concretas para entender cuáles son los límites de estos síntomas», afirma Rooney. «¿Son funcionalmente incapacitantes o son síntomas con los que la gente puede vivir?».

Noticia original: Business Insider

Autor: Aria Bendix

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