De los Cobos tacha de «estafa» el dispositivo de los Mossos el 1-O

El coronel que coordinó el operativo policial carga acusa a Trapero y Forn de diseñar un despliegue para facilitar el referéndum, en lugar de impedirlo

El coronel de la Guardia Civil y coordinador del operativo policial del 1-O, Diego Pérez de los Cobos.

Recibe nuestra newsletter diaria

O síguenos en nuestro  canal de Whatsapp

«Una estafa». Así definió el coronel de la Guardia Civil Diego Pérez De los Cobos ante el Tribunal Supremo el dispositivo desplegado por los Mossos d’Esquadra el 1-O, un despliegue que estaba «encaminado a facilitar la celebración de la consulta, no a impedirla», según dijo durante su declaración en el juicio del procés. De esa afirmación deberá defenderse el entonces mayor de los Mossos, Josep Lluís Trapero, que está procesado en otra causa que se sigue en la Audiencia Nacional por dos delitos de sedición y uno de organización criminal.

En las reuniones de coordinación policial los días previos al referéndum ilegal saltaron chispas entre Trapero y Pérez de los Cobos, que tenía el encargo de coordinar el operativo policial  conjunto de Mossos, Policía Nacional y Guardia Civil para desactivar la votación. Ya de entrada, el mayor, como también hizo el conseller de Interior, Joaquim Forn, que así lo dijo en público, se tomó el nombramiento de Pérez de los Cobos como una injerencia y una invasión competencial, y exigió que se le comunicara por escrito, cosa que la fiscalía hizo el 23 de septiembre, dos días después de su designación. A partir de ahí, según remarcó el testigo, nunca hubo colaboración. Ni antes ni durante el 1-O.

Todas esas tensiones afloraron este martes en la declaración de De los Cobos ante el Supremo, la más dura hasta ahora en lo que va de juicio con el papel que jugó la policía catalana en la celebración del referéndum ilegal.

Las conversaciones de De los Cobos

Meses antes de coordinar el operativo antireferéndum, cuando ya se albergaban dudas sobre cómo actuarían los Mossos en caso de que finalmente Carles Puigdemont convocara un referéndum ilegal, Pérez de los Cobos —así lo explicó en el TS— habló con el aún director general de la policía catalana, Albert Batlle, y este le garantizó que mientras él estuviera al frente del cuerpo, éste siempre cumpliría los mandatos judiciales o de la fiscalía.

El coronel también reveló una conversación parecida mantenida el 19 de agosto de 2017 con el número dos de Trapero, Ferran López, al que también expresó sus dudas, y que también le tranquilizó.

Pero para esa fecha, Batlle hacía un mes que había renunciado, después de que el conseller Jordi Jané fuera sustituido en Interior por Forn. Según el coronel, el propio Batlle le dijo que supo que tenía que dimitir al escuchar a Forn afirmar que, llegado el referéndum, los Mossos se dedicarían a garantizar que los ciudadanos pudieran votar. Y, por lo que respecta a López, lo que dio a entender De los Cobos es que a la hora de la verdad, no pintó nada.

Según su relato, quien sí tuvo mucho que decir, y lo dijo, fue Trapero, que en los días previos al referéndum insistió en que nadie había pedido el apoyo de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y que los Mossos tenían capacidad por sí mismos para cumplir los mandatos de la fiscalía y, a partir del 27 de septiembre, los del TSJC, que en esa fecha asumió las riendas del operativo.

Otra cosa es lo que unos y otros entendían que decían esas órdenes. Así, mientras el Gobierno, la Guardia Civil, la Policía Nacional y el coordinador operativo consideraban que de lo que se trataba de forma prioritaria era de impedir la celebración del referéndum, la Generalitat y la cúpula de los Mossos se aferraban a que la prioridad era mantener “la normal convivencia ciudadana”, una cautela expresada también en el auto judicial del 27-S y que a la hora de la verdad la policía catalana se tomó como única y exclusiva guía de actuación.

«El ambiente era muy tenso»

Eso es más o menos lo que ya habían explicado en sus declaraciones el exnúmero dos de Interior José Antonio Nieto y el exdelegado del Gobierno en Cataluña Enric Millo. Y Pérez de los Cobos abundó en esa misma línea. Como Nieto y Millo, el coronel remarcó la extrañeza, la desconfianza y la tensión que presidieron la reunión de la junta de seguridad de Cataluña celebrada el 28 de septiembre a instancias del entonces president Puigdemont. “El ambiente era muy tenso porque al otro lado de la mesa estaban sentados los convocantes de la actividad ilegal que nos habían ordenado impedir”, relató.

A Pérez de los Cobos le extrañó la presencia en la junta, porque no formaba parte de ese organismo, de Trapero, que en cambio había dejado de acudir a las reuniones convocadas por el coordinador —en las que delegó en López—, y que insistió en el planteamiento también remarcado en ese mismo encuentro por el propio Puigdemont: el de que la prioridad era preservar la convivencia. Según el testigo, el mayor remarcó que el 1-O los Mossos no harían uso de la fuerza para impedir las votaciones, sino solo en legítima defensa, y en ningún caso si había personas mayores o niños presentes.

La reconstrucción del 1-O

El coordinador del operativo admitió que hasta la misma mañana del 1-O no supo que el despliegue de los Mossos consistía en enviar parejas de agentes a cada colegio. El ministerio del Interior había previsto dos escenarios, en función de si el dispositivo de la policía catalana resultaba o no suficiente, adecuado y/o eficaz. En el primer caso, policías y guardias civiles se limitarían a actuar a petición de los propios Mossos; en el segundo, tomarían las riendas del operativo.

A primera hora de la mañana el coordinador constató que el despliegue de los Mossos, que asegura que no supo hasta ese mismo momento que consistía en enviar una pareja de agentes a cada colegio, no cumplía ninguno de los tres requisitos.

En realidad, Trapero ya había planteado que ese era el plan el 23 de septiembre, pero tanto Pérez de los Cobos como el fiscal superior de Cataluña, José María Romero de Tejada, lo consideraron insuficiente, y el segundo le instó a presentar otro con el argumento de que ese despliegue parecía más adecuado para unas elecciones que para tratar de impedir un referéndum ilegal. “Ya no volvimos a saber nada de los binomios de agentes hasta la mañana del 1-O”, afirmó el testigo.

Pasividad, obstruccionismo y contravigilancia

Poco antes de las 9, De los Cobos recuerda haber recibido un mail de López pidiendo apoyo en 233 colegios, y dice que eso le reafirmó en la idea de que la actuación conjunta “había terminado” porque no parecía lógico enviar una lista tan voluminosa a esas horas cuando el despliegue había arrancado tres horas antes. Esa, contó el testigo, fue la primera sorpresa del día. La segunda fue el alto nivel de “virulencia” con que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado fueron recibidos en numerosos centros.

El coordinador suspendió las cuatro reuniones de coordinación que tenía previstas esa mañana, porque dada la situación, “ya no tenía sentido” celebrarlas. Además de la «pasividad»como actitud generalizada de los Mossos, De los Cobos añadió que en una docena de casos, hubo agentes de la policía catalana que intentaron «obstruir físicamente» la intervención de la Policía Nacional o la Guardia Civil, y que también constataron que la presencia de vehículos de los Mossos haciendo «contravigilancia»

De los Cobos, que consideró que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado llevaron a cabo su actuación con un «uso exquisito de la proporcionalidad», mantuvo el 1-O una sola, y también tensa, conversación con Trapero, verdadero protagonista de su relato. Fue a mediodía, y dice que recordó una frase que el mayor dijo en aquella tensa junta del día 28: “Cada uno será responsable de sus actos”.

Recibe nuestra newsletter diaria

O síguenos en nuestro  canal de Whatsapp

Salir de la versión móvil