La CEOE bendice la receta de Sánchez ante Torra: formas sin fondo

El empresariado catalán orquesta un acto conciliador entre Gobierno y Generalitat repleto de buenas palabras y sin apenas compromisos

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Ha vuelto el talante. Aquella fórmula de hacer política que hizo célebre José Luis Rodríguez Zapatero vuelve a gobernar España. Pedro Sánchez no lo llama talante ni promete a los nacionalistas un nuevo Estatut. No hay proyecto conjunto que construir con Quim Torra. Si acaso, sólo uno: combatir a Vox.

Después de semanas y meses jugando al gato y al ratón, y de intercambiar varios tipos de amenazas, el presidente del Gobierno y el presidente de la Generalitat no se hicieron sólo una foto este jueves, sino dos: la primera en el Palacio de Pedralbes y la segunda en una multitudinaria cena organizada por Foment del Treball, la patronal catalana.

Sánchez y Torra se emplazaron en uno y otro sitio a dialogar, pero nadie supo acerca de qué. El único que dio una pista fue el presidente de la Generalitat, que observó una predisposición del jefe del Ejecutivo para alcanzar un «pacto de Estado» que sirva para «desfranquizar» España y para «aislar a la extrema derecha».

El papel de Sánchez Llibre

Así lo explicó ante la flor y nata del empresariado catalán, que siguió en un salón del hotel Sofía de Barcelona la evolución de las relaciones entre Sánchez y Torra. A nadie se vio tan satisfecho como al presidente de Foment, Josep Sánchez Llibre, feliz en su papel de mediador, orgulloso de mostrarse ante la opinión pública como el artífice de un acto conciliador. 

«Presidente, creo que lo que hemos decidido de emplazarnos en el diálogo para encontrar una solución democrática, que ambos gobiernos hemos compartido, me parece una idea esencial de la reunión que hemos tenido, y en la que le agradezco que hayamos podido hablar de todo», explicó Torra, dirigiéndose al presidente del Gobierno, ante 300 empresarios catalanes.

Torra y Sánchez se sentaron en una gran mesa redonda junto a destacados empresarios —Gonzalo Gortázar (Caixabank), Francisco Reynés (Naturgy), Ángel Simón (Agbar)—, líderes sindicales —Javier Pacheco (CC.OO) y Camil Ros (UGT)— y otras autoridades como Ada Colau, que aprovechó su turno de micrófono para realizar un mitin basado en la equdistancia.

Silbidos a Torra

Torra trató de conectar con el empresariado recordando, una vez más, sus 18 años en la aseguradora Winterthur. Pero no logró. De hecho, se llevó algunos silbidos cuando mencionó que la gran mayoría de los catalanes rechaza la Corona. Acabó su intervención y anunció que no se quedaba a cenar con un pretexto muy notable: «Cada año participo en unas lecturas sobre el exilio producido a partir de 1939».

Antes de poner pies en polvorosa, se quedó a escuchar a Zapatero. O a Sánchez. No se sabe. Prometió el presidente del Gobierno abrir una etapa de concordia, prometió tanto diálogo como sea posible imaginar y prometió un puente sobre otro puente.

Los empresarios, satisfechos porque nadie amenazó con rupturas ni platos por la cabeza, se fundieron en aplausos. Clausuró el acto el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, que dio su bendición al diálogo y a la moderación. Finalmente, Sánchez Llibre, a quien nunca se vio tan realizado, incluso pidió presupuestos. Era medianoche y los CDR todavía no habían hecho de las suyas. 

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