La izquierda radical y la derecha se unen contra Hollande

El plan de ahorro de 30.000 millones de euros logra una coincidencia política inédita

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El anuncio por parte del presidente francés François Hollande de un plan de saneamiento para economizar 30.000 millones de euros en los próximos dos años ha logrado un hecho inaudito: poner de acuerdo a la derecha francesa con la izquierda radical.

Unos, los conservadores, auguran una recesión de la economía del país dentro de dos años, con un aumento del paro y de la pobreza. Los otros, los que se sitúan a la izquierda de los socialistas, critican el plan por poco “social”.

Más paro

Con el paro subiendo desde hace 15 meses (se prevé que se llegue al 10% a finales de año), con las previsiones de crecimiento a la baja (0,8% en 2012 por el 1,2% previsto hasta ahora) y con su índice de popularidad cayendo al 49% a finales de agosto (primera vez que baja del 50% desde que fue elegido), Hollande estaba obligado a dar un golpe de timón, dejar de ser un “presidente normal” para pasar a un verdadero capitán de barco que dirige con mano firme la nave.

Pero la “agenda del saneamiento” ha contentado a muy pocos.

Hollande anunció el domingo por la noche, en una entrevista en prime-time en la televisión francesa que fue vista por 9,9 millones de personas, un plan para sanear las cuentas de país en dos años, lo que se traduce en un ahorro de 30.000 millones de euros para 2013: un tercio con el recorte de los gastos del Estado, otra tercera parte con aumento de impuestos a los contribuyentes y, el resto, incrementando las tasas a las empresas.

Sablazo a los ricos

En los recortes del Estado, sólo los ministerios de Educación, Interior y Justicia no se verán afectados. El aumento de los impuestos afectará a la mayor parte de los hogares, especialmente a los más acomodados y, sobre todo, con el tramo de imposición al 75% para todos aquellos que ganen más de un millón de euros al año.

Por último, las empresas verán también incrementados sus impuestos, aunque Hollande aseguró que se verán más perjudicadas las grandes multinacionales y que el gobierno distinguirá entre aquellas sociedades que reinviertan los beneficios en innovación de aquellas otras que se limiten a repartir las ganancias entre los accionistas.

Con estas medidas “en dos años habrá más paro y estaremos en recesión”, lanzó el ex primer ministro François Fillon, una de las figuras de la derecha que se postula para las presidenciales de 2017. Para crear empleo, hace falta crecimiento económico, según Fillon: ¿Cómo se quiere que las empresas crezcan con más impuestos?”.

La líder de la ultraderecha, Marine Le Pen, aseguró que Hollande incumple lo prometido: “El cambio se ha desactivado”.

Los extremos

Pero las críticas al plan Hollande llegan también desde el otro extremo del pensamiento político. El presidente del Parti de Gauche, Jean-Luc Mélenchon, auguró que la “austeridad conducirá a la recesión”, aunque para él el culpable es la política europea. “Quizá Merkel acabe dándose cuenta de que asfixiando a sus socios económicos, Alemania también estará en peligro”.

El Partido Comunista, por su parte, lamentó que el plan “olvide completamente el cambio social”.

Los sindicatos ya predicen un otoño caliente, con movilizaciones de los trabajadores. Jean-Claude Mailly, secretario general de Force Ouvriere se mostró “inquieto” por los anuncios, ya que éstos implican que el cambio prometido por Hollande para un crecimiento de la economía da paso a que se siga “en un mundo de austeridad”.

La prensa, en general, tampoco se muestra muy entusiasta. “20 millones: Hollande presenta su factura fiscal”, asegura Le Figaro, añadiendo que el objetivo de reducir el desempleo dentro de un año “no es posible”.

Para Le Monde, Hollande se inspira en la “Agenda 2010”, el programa de reformas del mercado de trabajo y de la protección social aplicado a principios de esta década por el gobierno socialdemócrata alemán de Gerhard Schröder y que ha llevado a Alemania a ser el país europeo que mejor resiste a la crisis.

El diario va un poco más allá y detecta tics “sarkoycistas” en Hollande: ya no se presente como un presidente “normal” sino como “un presidente de combate” y el “nosotros” de la campaña ha dado paso al “yo”.

La prensa de izquierdas, en cambio, ha preferido continuar con el tema que más conversaciones ha provocado en los últimos días. La demanda de nacionalidad belga del hombre más rico del país, Bernard Arnault, quizá un primer paso para el exilio fiscal. Libération le dedica en su portada un “Lárgate, pobre gilipollas” que ya ha provocado una demanda por difamación por parte del patrón de LVMH. El diario comunista L’Humanité le pregunta “Francia: ¿se ama o se abandona?”.

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