Puigdemont se agarra ahora a un pacto de estado que incorpore al PSOE

El presidente Puigdemont busca una regeneración en España que salve la situación de callejón sin salida en Cataluña

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El gobierno catalán busca una salida. Es consciente del enorme riesgo que supone llevar su hoja de ruta hasta el límite, aunque, oficialmente, no quiere ofrecer ninguna duda. Pero también ha visto alguna luz al final del túnel y a ella se acoge. El presidente Carles Puigdemont se agarra a un pacto de estado que pueda incorporar al PSOE, que inicia una nueva etapa tras la victoria de Pedro Sánchez en las primarias a la secretaría general.

Ese fue el espíritu de la conferencia de Puigdemont este lunes en Madrid, en una sala del ayuntamiento, cedida por la alcaldesa Manuela Carmena. Un lugar simbólico, porque hasta hace nada era el gran feudo del PP, un lugar donde el poder de los populares ha sido incuestionable hasta la irrupción de Podemos. Puigdemont, precedido de Oriol Junqueras y Raül Romeva, apostó por “una operación de estado”, como la que se vivió con el regreso de Josep Tarradellas, hace 40 años.

Puigdemont espera un cambio con la victoria de Sánchez, con un pacto de estado

Aunque Puigdemont se refirió constantemente a su petición  de celebrar un referéndum, que pudiera ser pactado con el Gobierno de Mariano Rajoy, el presidente catalán ofreció algunas pistas sobre una posible salida, que calificó de “pacto de estado”. Se trataría de alcanzar algún acuerdo sobre el autogobierno de Cataluña que pudiera ser aprobado en el Congreso, y ratificado en una consulta por los catalanes. ¿Es eso posible? El Gobierno catalán lo ve muy complicado, pero considera que el partido se puede iniciar de nuevo con el concurso del resto de fuerzas políticas, y no únicamente por el PP.

“Si hay voluntad política nos podemos sentar en la mesa sin reproches, sin amenazas y sin tópicos”, aseguró, con la idea de que, si se siguiera el caso del regreso del presidente Tarradellas, “España y su democracia saldrían reforzadas”. En aquel momento, en 1977, sin haber aprobado todavía la Constitución, se llegó a un acuerdo entre el presidente Adolfo Suárez y el presidente Tarradellas que se plasmó en un Real Decreto, que se integró en la Constitución.

La situación ahora es completamente distinta, entre otras cosas porque existe una Constitución, pero lo que está detrás de la propuesta de Puigdemont es alcanzar un acuerdo político con el PP, el PSOE, Podemos y Ciudadanos, además de otras fuerzas como los partidos nacionalistas, para regenerar la democracia española, y que podría pasar por una profunda reforma de la propia Constitución.

Puigdemont se entrevistó con Iglesias para valorar la moción de censura contra Rajoy

La victoria de Pedro Sánchez en las primarias del PSOE puede abrir una nueva etapa que facilite ese objetivo. En la conferencia de Puigdemont, asistió el líder de Podemos, Pablo Iglesias, con quien se reunió posteriormente, junto a Xavier Domènech, el hombre fuerte de la formación en Cataluña y el diputado del Pdecat en el Congreso, Carles Campuzano. Puigdemont e Iglesias acordaron establecer una comisión bilateral para abordar la moción de censura contra Mariano Rajoy que ha presentado Podemos.

Iglesias, por otra parte, anunció que retirará esa moción si el PSOE presenta la suya, dando a entender que Podemos se sumaría a la candidatura de Pedro Sánchez para forzar la sustitución de Rajoy. Y, aunque todo eso es prematuro, y Sánchez tiene un enorme trabajo para levantar ahora internamente al PSOE, y coser la enorme división que se ha producido, esas conversaciones suponen un cambio de rasante en la política española.

El soberanismo quiere, precisamente, aprovechar esa circunstancia para buscar una salida, en la que puede tener un papel fundamental el PSC, liderado por Miquel Iceta, que sale muy reforzado de las primarias del PSOE.

Rajoy, por ahora, no se ha movido, aunque supuso un cierto cambio la oferta lanzada el pasado viernes a Puigdemont, para que presentara su propuesta de referéndum en el Congreso. El presidente del Gobierno se limitó este lunes a rechazar con contundencia los planes del gobierno catalán, que tiene en la recámara la ley de transitoriedad jurídica, con la posibilidad de aprobar en el parlamento catalán una declaración de independencia que se ratifique en unas elecciones constituyentes (eufemismo para convocar unas elecciones al Parlament).

El gobierno catalán está forzando a la sociedad catalana a apoyar en la calle lo que no puede aprobar en las instituciones

Y ahí llega el fondo del asunto. ¿Puigdemont está dispuesto a llegar hasta el final si no hay referéndum ni visos de un pacto político o de una reforma constitucional? ¿Está dispuesto como dijo a aplicar el derecho a la autodeterminación?

Tanto Puigdemont como Junqueras advirtieron de que respetarán “el mandato democrático, que es inviolable”, y que eso significará la convocatoria y celebración de un referéndum, pase lo que pase, y asumiendo inhabilitaciones y penas, según aseguró el propio Junqueras.

Ese es el problema fundamental. Desde el inicio del proceso soberanista, el gobierno catalán ha buscado un plan B, una negociación con el Gobierno español que no ha llegado, porque Mariano Rajoy no lo ha considerado ni necesario ni eficaz. Si no se mueve nada en los próximos dos meses, si se llega a agosto con las mismas posiciones, el gobierno catalán aplicará el plan A, y eso supone un referéndum y una declaración de independencia, y, por tanto, supone una reacción del Gobierno español para impedirlo.

Al margen de la responsabilidad del gobierno catalán, que está forzando a la sociedad catalana a que apoye en la calle lo que no se puede aprobar en las instituciones, el Gobierno de Mariano Rajoy comienza a inquietarse, y valora toda las opciones posibles. Ha llegado el momento de tomar decisiones.

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