Stiglitz apuesta por la salida de Alemania del euro para salvar Europa

El Nobel carga en su último libro contra el euro, y recibe severas críticas porque deja de lado los avances para mejorar el diseño de las instituciones europeas

Recibe nuestra newsletter diaria

O síguenos en nuestro  canal de Whatsapp

Josep Stiglitz, premio Nobel de economía, está dispuesto a agitar las aguas. Lo ha hecho con su último libro El Euro, como la moneda común amenaza el futuro de Europa, (Taurus en castellano; Edicions 62 en catalán) y en sus últimas entrevistas públicas. De gira por España, Stiglitz constata que las carencias políticas e institucionales en el diseño del euro han causado estragos, logrando un severo correctivo de otros economistas, como Joaquín Almunia, que le reprocha que no haya atendido a los avances que se han alcanzado en los últimos años.

Stiglitz, sin embargo, no está en contra de la moneda única. Lo que refleja en su libro, prolijo, con explicaciones detalladas, es que el mayor error de la Unión Europea, y en concreto de la zona euro, sería quedarse a medio camino, buscando parches de forma permanente, que, a su juicio, es lo que se ha hecho desde el inicio de la crisis.

Europa dual

La crítica frontal de Stiglitz es contra Alemania. Entiende el economista que los alemanes se aprovecharon de su propia estructura laboral, de la propia forma de actuar de sus sindicatos y patronales, para rebajar salarios, dentro ya del euro, y buscar una enorme ventaja competitiva, sabiendo que el resto de países no podía devaluar ya las monedas.

Con un sistema productivo totalmente inclinado al sector exterior, Alemania se ha ido distanciando, y ha provocado una dualidad en la zona euro entre países nórdicos y los estados del sur de la periferia.

La idea de Stiglitz es que Europa debería asumir su realidad, y avanzar en una de las dos direcciones que tiene por delante: «O ser más Europa, o menos Europa». Si la opción es el primero caso, eso reclamará «llevar a cabo reformas que hagan que el euro funcione para toda Europa», y eso pasa por «un esquema de fondos de garantía de depósitos común para toda Europa», con una «autoridad central» que puede ser más pequeño que el de Estados Unidos (Banco Central Europeo, respecto a Reserva Federal), pero, en cualquier caso, mayor al actual.

Sufrimiento en vano

La otra opción, la de menos Europa, implicaría «rebajar las expectativas del proyecto de la moneda única». ¿Qué quiere decir con ello? Stiglitz explica que «la manera más fácil y menos costosa sería que saliera Alemania», porque, a su juicio, distorsiona toda la zona euro.

Según el economista «los gobiernos de los países afligidos no quieren decir a sus ciudadanos que han sufrido en vano». Y que los pequeños avances que se han conseguido, con las políticas de control del déficit, no resuelven el problema de fondo. «Un ligero descenso del paro, un ligero incremento de las exportaciones, cualquier signo de vida económica es ahora una excusa para proclamar que los programaas de auteridad están funcionando».

Costes sociales «indescriptibles»

Lo que propone Stiglitz, en todo caso, es que las autoridades europeas tomen una dirección. En el caso de que se descarte la opción de la salida de Alemania, el economista propone que, «con un coste más elevado» salgan de euro algunos de los países periféricos. Otra alternativa sería «la formación de dos bloques que utilizasen el euro del norte y el euro del sur». Y una cuarta posibilidad sería la creación de un «euro flexible».

Lo que Stiglitz rechaza es «la situación intermedia actual, porque es insostenible, porque los intentos de mantener la moneda única a partir de tapar agujeros comportará unos costes políticos, sociales y económicos indescriptibles».

Una década perdida

La cuestión es si ya se ha avanzando en la dirección que sugiere Stiglitz. Almunia recuerda que ya existe un procedimiento para la vigilancia de los desequilibrios macroeconómicos de naturaleza no fiscal. Asegura que ya se prepara un sistema común de garantía de depósitos para el conjunto de la UEM, y que el desastre anunciado sobre la desaparición del euro no se ha producido.

Lo cierto, en todo caso, es que los países de la zona euro mantienen un lento crecimiento, o casi estancamiento, y que no han resuelto el enorme desempleo. Eso es lo que Stiglitz sostiene, con la idea de que se ha perdido «una década». El economista no niega los progresos, y de ellos escribe con enorme detalle, pero no se los acaba de creer, porque no ve una voluntad política clara.

Recibe nuestra newsletter diaria

O síguenos en nuestro  canal de Whatsapp