Un 24% de los comercios calificados de históricos tienen la persiana bajada en la Barcelona de Colau

La capital catalana cuenta con 180 negocios en funcionamiento en 2021, del total de los 209 catalogados por el consistorio en 2016 para intentar protegerlos de su clausura

Queviures Murria, uno de los negocios considerados emblemáticos en Barcelona / Ajuntament de Barcelona

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Los negocios emblemáticos son un patrimonio en Barcelona que corre peligro. Aunque en 2016 se catalogaron 209 comercios emblemáticos, en 2021 solo quedaban abiertos 180, mientras que los 29 restantes tienen la persiana bajada, lo que representa un 24% del total. La crisis del coronavirus y la capacidad limitada del ayuntamiento han propiciado las clausuras.

Así se recoge en los datos del propio Ayuntamiento de Barcelona sobre las medidas que llevará a cabo el consistorio para frenar el cierre de estos establecimientos emblemáticos. El gobierno municipal prevé 18 medidas de impacto para evitar que sigan bajando persianas más cafeterías o tiendas que forman parte del paisaje de la capital catalana.

Las medidas del ayuntamiento se basan en tres ejes: preservación, promoción y competitivdad. «Este conjunto de propuestas quiere ofrecer nuevos marcos de posibilidades para gestionar el futuro del comercio emblemático y velar por su sostenibilidad, conciliando al máximo posible todos los elementos en juego y promoviendo el máximo retorno social posible«, recoge el texto.

Reforma de urgencia de la Ley del Patrimonio Catalán

Uno de los pretextos del ayuntamiento sobre esta cuestión es la capacidad limitada que tienen los entes locales, por lo que piden más implicación a la Generalitat. En este contexto, los socialistas han dado los primeros pasos para aprobar una modificación por lectura única y vía de urgencia la ley del Patrimonio Cultural Catalán en el Parlament.

La modificación permite que la norma no solo proteja al establecimiento, sino también su contenido. Dicho de otra forma, que más allá de salvaguardar al propio establecimiento, se proteja también su actividad. Si una bodega histórica echa el cierre, se tiene que evitar que su actividad cambie, y no solo su apariencia.

La propuesta ha tirado adelante con la única oposición de Vox, pese a las críticas del resto de partidos. La diputada de Junts en el Parlament y portavoz de su formación en Barcelona, Elsa Artadi, lamentó que, de los 209 comercios catalogados en 2016, «en solo cinco años el 20% o ha cerrado o está a punto de hacerlo».

Artadi también cargó contra «el poco éxito del Ayuntamiento de Barcelona en preservarlo». Para la concejal posconvergente, «existe una emergencia en nuestras calles» para evitar que la capital catalana «se desdibuje», puesto que la crisis de esteos establecimientos suponen que negocios que dotan de carácter a barrios y zonas de la ciudad acaben por desaparecer.

El parlamentario Eugeni Villabí criticó –pese a apoyar la medida– que «el paso de hoy es tan minúsculo que es imperceptible», tras recordar que han cerrado 61 negocios desde el año 2014, cuando gobernaba el convergente Xavier Trias. “El 75% de locales ha resistido pero 60 han bajado las personas», ha lamentado el republicano.

La lista de comercios en Barcelona que han echado el cierre es larga. La cerería Codina, en la calle del Bisbe en el Gòtic; la casa Calicó, en el Born, que tuvo que trasladarse a la calle Ávila ante la inasumible subida del precio de los alquileres; la Granja Vendrell en el Barrio del Eixample o la Carnicería Pons en Gràcia.

Sergi Ill

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