Cómo viajar por Madrid sin salir del Museo del Prado

El Museo del Prado propone un recorrido con 23 paradas por sus salas que nos trasladan a sitios singulares de la Comunidad de Madrid a través de cuadros que van del Barroco al paisajismo moderno

Vista del Monasterio de El Escorial, René-Antoine Houasse. ©Museo Nacional del Prado.

Del Retiro al Escorial y de Aranjuez a la Sierra de Guadarrama, es posible recorrer la Comunidad de Madrid sin salir del Museo del Prado. A través de pinturas de paisajes y edificios, pero también de obras creadas para lugares específicos, un original itinerario nos propone acercarnos a algunos de los sitios más singulares de la región.

Y, además, hacerlo en un itinerario que nos lleva por diferentes estilos y épocas, desde el Barroco al paisajismo moderno, desde Velázquez a Beruete, pasando por Goya.

Una visita a la pinacoteca más popular de la ciudad ofrece este recorrido, que consta de 23 paradas en sus salas y una selección de obras de la colección que nos cuentan historias, describen lugares y nos hablan de personajes a un lado y otro del lienzo, además de componer una original mirada al arte.

El Paisaje de la Luz

El recorrido se inicia en el interior del museo por su escalera central, bajo la intimidante mirada de un gigante que, hace ya casi 400 años, fijaba sus pupilas en los miembros de la corte.

Este óleo, de nombre Cabeza colosal pintado hacia 1635 y atribuido a Vicente Carducho es una de las pinturas de bufones y gigantes que decoraban las escaleras del Casón del Buen Retiro.

A partir de las obras vinculadas a lugares históricos y paisajes de Madrid, se propone una mirada desde el arte que incita al viaje a Aranjuez, El Escorial, la Sierra de Guadarrama o El Pardo, entre otros

También decoraban el palacio la obra Elefantes en un circo, de Andrea di Lione (1610-1685), y Perspectiva de un anfiteatro romano, de Viviano Codazzi y Domenico Gargiulo. Las pinturas formaban parte de un conjunto de 34 escenas de la Antigüedad romana que encargadas en Roma y Nápoles para esta ubicación

‘Elefantes en un circo’, Andrea di Lione. ©Museo Nacional del Prado.

El rey Felipe IV tenía en el Palacio del Buen Retiro su residencia de verano y el Casón era su sala de baile. Los jardines del palacio, ahora Parque del Retiro han sido incluidos en el llamado Paisaje de la Luz, recientemente reconocido como Patrimonio Mundial de la Unesco, del que forma parte también el Paseo del Prado, donde se ubica el museo.

El Prado

El propio museo cuenta su historia a través de algunas de sus obras, como el retrato de María Isabel de Braganza como fundadora del Museo del Prado, pintado por Bernardo López en 1829. Aficionada a las bellas artes y académica de honor, la reina, segunda esposa de Fernando VII, impulsó la transformación del Gabinete de Historia Natural, para el cual se concibió el edificio, en museo de arte.

También el museo, junto a la iglesia de San Jerónimo el Real (popularmente ‘los Jerónimos’) puede verse en el cuadro El Salón del Prado y la iglesia de San Jerónimo de Eduardo Rosales (hacia 1871). Ventura Rodríguez diseñó la fuente de Neptuno mirando hacia Cibeles, como se ve en el cuadro.

‘El Jardín Botánico desde el Paseo del Prado’, Luis Paret y Alcázar. ©Museo Nacional del Prado

Muy cerca, el Jardín Botánico también se incluye en el denominado Paisaje de la Luz que ha sido reconocido por la Unesco como Patrimonio Mundial. En el Prado podemos verlo representado en la sala 93 en la obra El Jardín Botánico desde el Paseo del Prado (hacia 1790) de Luis Paret y Alcázar.

El paseo del Prado era en el siglo XVIII el contrapunto social a la popular ribera del Manzanares.

Real Alcázar y Palacio Real

Una de las paradas nos lleva delante de la que quizás es la obra insigne del Prado, Las Meninas. Pintada por Diego Velázquez en 1656, esta obra decoraba un cuarto del despacho de verano del rey en el Real Alcázar. La antigua fortaleza se quemó en 1734 y sobre ella se levantó el actual Palacio Real.

La famosa obra ‘Las Meninas’ decoraba el Real Alcázar de Madrid. Foto: ©Museo del Prado.

En la sala 15 del museo encontramos la pintura Bufón con libros, un retrato que Velázquez pintó hacia 1644 para el desaparecido Alcázar y en el que se distingue, al fondo, el pico de la Maliciosa ubicado en la localidad madrileña de Navacerrada, en la Sierra de Guadarrama.

Otras piezas del museo fueron adquiridas o ideadas para decorar el Palacio Real –por cierto, una de las pocas residencias reales de Europa que pueden ser visitadas-. Es el caso de la escultura Dioniso, realizada hacia el año 150 en un taller romano y comprada por Velázquez en Italia con el objetivo de decorar los Reales Sitios.

Aunque sin duda más famosos son El 2 de mayo de 1808 en Madrid (o La lucha con los mamelucos) y El 3 de mayo en Madrid o Los fusilamientos. Fueron encargados a Goya en 1814 para Fernando VII, cuando se esperaba ya el regreso del rey tras la Guerra de Independencia. Actualmente los vemos en la sala 64 del Prado.

‘El 2 de mayo de 1808 en Madrid o ‘La lucha con los mamelucos’, Goya. ©Museo Nacional del Prado.

El Pardo

Varias obras nos remiten también a El Pardo, municipio madrileño conocido por albergar alberga el Palacio Real de El Pardo, residencia alternativa de los reyes de España hasta Alfonso XIII y luego de Francisco Franco, así como el Palacio de la Zarzuela.

Es el caso de la pintura El príncipe don Baltasar Carlos, cazador, de Velázquez. El rey encargó a Velázquez y Rubens retratos, mitologías y escenas cinegéticas para decorar el pabellón de caza Torre de la Parada de El Pardo, actualmente desaparecido. En esta pintura, el joven príncipe aparece ante el monte del Pardo con la sierra de Guadarrama al fondo.

‘El príncipe Baltasar Carlos, cazador’, Velázquez. ©Museo Nacional del Prado

En este mismo lugar se encontraba la pintura Marte de Velázquez (1638). Hoy en la sala 15A, esta obra decoraba la torre junto a las imágenes de Esopo, Menipo y varios retratos de enanos que se pueden ver en la sala 15.

Y también Goya estuvo representado en El Pardo, en concreto en el Palacio Real. Su obra Las floreras o La Primavera de 1786 sirvió de base para el correspondiente tapiz que decoraba el comedor de los Príncipes de Asturias. La pintura original está en la sala 85 del museo.

Otro de su ‘cartones’, Las lavanderas, de 1780, se pintó para un tapiz destinado al dormitorio de los Príncipes de Asturias, mientras que La gallina ciega y La pradera de San Isidro fueron realizadas por el artista en 1788 para los tapices del dormitorio de las infantas.

‘Las lavanderas’, Goya. ©Museo Nacional del Prado

Sin salir de El Pardo, concretamente en los jardines de la Quinta del Duque de Arco, se encontraba dos jarrones, uno con los retratos de los emperadores romanos Augusto, Vitelio, Calígula y Otón y otro con los retratos de los emperadores romanos Julio César, Vespasiano, Nerón y Tito que ahora vemos en las escaleras del museo.

Palacio Real, Aranjuez

Viajamos ahora a Aranjuez de la mano de La Inmaculada Concepción, de Bartolomé Esteban Murillo. Se pintó hacia 1675 y decoraba la capilla de San Antonio del Real Sitio. Lo encontramos en la sala 17 del Museo del Prado.

En la sala 20 encontramos dos obras que nos remiten también a este lugar; son Vista del palacio de Aranjuez y Fernando VI y Bárbara de Braganza en los jardines de Aranjuez de Francesco Battaglioli. Ambas pinturas, fechadas en 1756, pertenecieron al cantante Farinelli, encargado de organizar los festejos con motivo de la onomástica del rey.

‘Fernando VI y Bárbara de Braganza en los jardines de Aranjuez, Francesco Battaglioli. ©Museo Nacional del Prado.

En ellas Battaglioli demuestra una precisión casi topográfica en el tratamiento de la arquitectura y de los jardines, lo que confiere a estas obras un valioso contenido histórico y testimonial. Los jardines de Aranjuez forman parte del Paisaje cultural de Aranjuez, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2001.

Real Monasterio de San Lorenzo, El Escorial

Otro de los Reales Sitios Representados es el Monasterio de San Lorenzo, en El Escorial. Un primer plano del conjunto arquitectónico domina la pintura Vista del monasterio del Escorial que Michel-Ange Houasse pintó hacia 1722. El monumento que mejor resume las aspiraciones ideológicas y culturales del Siglo de Oro español está incluido en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 1984.

Parque del Capricho

La siguiente parada del paseo nos conduce a uno de los parques más hermosos (y menos conocidos) de Madrid, El Capricho. Allí, el Palacete de la Alameda de Osuna alojaba la pintura Los duques de Osuna y sus hijos de Goya, 1787-88.

Templete de Baco en el parque de El Capricho. Foto: Wikipedia.

El Capricho y su romántico jardín fueron construidos por los duques, grandes mecenas del pintor. Especialmente la duquesa, María Josefa de la Soledad Alonso Pimentel, protectora de artistas, toreros e intelectuales, se esforzó en crear este pequeño paraíso natural que frecuentaban las personalidades más ilustres de la época y en el que trabajaron los artistas, jardineros y escenógrafos con más prestigio.

Boadilla del Monte

En la sala 89 del museo encontramos un retrato de La condesa de Chinchón pintado por Goya en 1800. La obra formó parte de la colección de su marido, Manuel Godoy, hasta que fue requisada y posteriormente devuelta a la condesa, que la destinó a su palacio de Boadilla del Monte.

‘La pradera de San Isidro’, Goya. ©Museo Nacional del Prado

Paisajes

También inspirado en la ciudad está la obra Paisaje de invierno (Madrid) de Aureliano de Beruete, pintado ya en el siglo XX (1911). Una obra donde la silueta de unos álamos se recorta sobre el cielo y el bosque de fondo y que logra captar la luz precisa del momento y el lugar a través de pinceladas cortas y empastadas de ocres y amarillos que contrastan con los tonos verdosos del primer término.

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