Eduardo Sacheri: de Independiente y lector por vocación

Eduardo Sacheri firma 'El funcionamiento general del mundo', una novela en forma de relato de viaje que toca varios temas, desde el narrarse a uno mismo hasta la incomunicación que hay dentro de ese país inabarcable que es Argentina

Eduardo Sacheri presentó su nuevo libro en Madrid. Foto: Juan Carlos Hidalgo | EFE.

Eduardo Sacheri recuerda que la última vez que viajó fuera de Argentina fue a España. Era 2019 y presentaba el que en aquel momento era su último libro, Lo mucho que te amé (Alfaguara). Tres años después regresa a Madrid a presentar otro libro, que también es el último y publica la misma editorial.

El funcionamiento general del mundo es el título o la excusa que le ha traído de vuelta a uno de los estadios de fútbol de la capital española. En esta ocasión aprovechó para ir al Santiago Bernabéu y ver jugar al Real Madrid y el Granada. Partido que dice que vio desde un andamio del nuevo techo que le están haciendo al campo. Y, a pesar de la altura, cuenta que pudo oír los gritos de los jugadores, así como algunos cánticos que pudo tararear porque le eran familiares.

Además de estadios de fútbol, Sacheri y su mujer, quien le suele acompañar en estos viajes promocionales por España, aprovecharon para ver los alrededores típicos de Madrid. La pandemia todavía limita los movimientos, es como un marcaje al hombre. Una sombra incómoda.

Esta entrevista se podía haber hecho en una grada, en una tribuna o entre los tres postes de una portería, un lugar que conoce bien Eduardo Sacheri, quien fue arquero antes que escritor. Sin embargo, la editorial nos cita en una biblioteca sin lectores, en el sótano del Hotel Las Letras, en la Gran Vía de Madrid.

Eduardo Sacheri en Madrid. Foto: Juan Carlos Hidalgo | EFE.

El sitio está bueno, expresión que me sale decir después de pasar una hora con Eduardo Sacheri (1967), licenciado en Historia y profesor, dice que chapado a la antigua y al que le gusta explicar, un técnica tan vieja como útil, de esa misma asignatura en un instituto en el que da clases las mañanas de los lunes.

El resto del tiempo escribe libros y guiones en su Castelar natal, sin perdonar una siesta y sin dejar de cenar todas las noches con su familia y pasar con ellos el domingo. Es un tipo disciplinado y familiar. Cree más en el esfuerzo y la disciplina que en la inspiración, tanto en el fútbol como en la escritura. Dice que sus libros no surgen de ratos místicos. Quien dice libros dice películas.

Y es que en sus novelas comenta el propio Sacheri que hay una serie de características que hacen que sea más fácil convertirlas en películas: una estructura clásica a la hora de contar una historia y el desarrollo de los diálogos. De esta manera se han llevado al cine El secreto de sus ojos, por Juan José Campanella e interpretada por Ricardo Darín y que obtuvo, entre otros premios, el Oscar a la mejor película extranjera.

Papeles en el viento, dirigida por Juan Taratuto, y La noche de la Usina, en cine convertida en La odisea de los giles, dirigida por Sebastián Borensztein y protagoniza también por Ricardo Darín

Los sentidos del mundo

Cuenta que en su casa había muchos libros y lectores, no como en esta biblioteca en la que nos encontramos. Dice Sacheri que los libros por algún lado uno se los encuentra. De joven él se encontró y leyó a Julio Verne, Alejandro Dumas y Emilio Salgari, entre otros. Autores de aventuras a los que fue sumando cuentistas como Cortázar, Horacio Quiroga y Borges.

Los cuentos de estos escritores los empezó a leer cuando ya era un lector más formado, autónomo y dispuesto al esfuerzo. El mismo que le gusta exigir a sus lectores latinoamericanos y españoles, a estos últimos un poco más porque sus libros no se traducen. Se publican como los escribe un autor que se expresa como argentino que es.

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Sacheri confiesa que es escritor por casualidad, que fue algo imprevisto. La única vocación que ha tenido es la de lector porque para él leer es una manera de encontrarle sentidos al mundo. Escribir dice que es hacer eso con un poco más de profundidad. Encontrar un sentido al mundo es una búsqueda personal, por eso dice que escribe para él y no para los lectores. No es un escritor tribunero.

Compara su carrera literaria con la de un futbolista en el sentido de no saber qué va a pasar en el próximo club, en el siguiente libro. “Y eso me da una extraordinaria libertad. Me devuelve a la ingenuidad de los inicios y no me paraliza a nivel creativo”, añade. Algo que se puede comprobar en este nuevo libro que presenta, El funcionamiento general del mundo, una novela en forma de relato de viaje que toca varios temas, desde el narrarse a uno mismo hasta la incomunicación que hay dentro de ese país inabarcable que es Argentina.

Una novela de casi seiscientas páginas en las que sus personajes recorren unos 2.530 kilómetros, los que hay entre Buenos Aires y el ficticio Monte Mocho, cerca de la real localidad de Río Mayo, en el desierto patagónico, que poco tiene que ver con esa Patagonia montañosa y verde que hay a los pies de los Andes, en la frontera con Chile y que todos identificamos en esas postales que ya casi no escribimos.

Para hacernos una idea del viaje que hizo sin apenas preparación Sacheri antes de convertirlo en esta novela, es como si arrancásemos el coche en Madrid y nuestro destino final fuera la ciudad de Malmö, en Suecia. La diferencia es que en la Patagonia no hay nada, casi no hay gasolineras en las que repostar para seguir adentrándose en la nada. Es una estepa plana y vacía. Sin puntos de referencia.

Sacheri dice que es raro avanzar en la nada. Y eso es lo que hacen sus personajes; Federico y sus adolescentes hijos Joel y Candela, mientras no dejan de lanzarse boludos y pelotudos a diestro y siniestro y su padre, poco a poco, se va narrándose así mismo cuando tenía la edad de ellos. Así, como si fuera un maestro, va ganándose el silencio, la atención de los dos. Adolescentes que pueden pensar algo así como mi padre sabe algo que no sé y que estaría bien saber, por lo tanto le voy a escuchar.

‘El funcionamiento general del mundo’ es su última novela. Foto: Juan Carlos Hidalgo | EFE.

Maestra entrenadora

Como padres podemos preguntarnos qué contamos de nosotros mismos a nuestros hijos y qué quieren y no quieren saber nuestros hijos de nosotros. Hijos que, por otro lado, harán lo que hacemos todos, naturalizar nuestro propio tiempo, como si siempre hubiera sido todo así, como si las generaciones anteriores hubieran estado equivocadas.

A lo largo de esos 2.530 kilómetros Federico trata de explicar a sus hijos por qué se hacía lo que se hacía cuando él tenía la edad que ellos tienen ahora. Dice Sacheri que, cambiado el contexto, muchos de esos valores que se quieren enarbolar desafinan, por eso requieren de una explicación. Explicación que a Federico no le resulta fácil y que tampoco les es fácil de entender a sus hijos.

En ese viaje hecho novela que es El funcionamiento general del mundo, Federico se va narrando así mismo poco a poco. A medida que se gana la atención de sus hijos se va pensando mucho qué y cómo va contarse. Contarnos, de alguna manera, es contar a los demás también. También una cosa es vivir y otra es recordar. Que es lo que hace constantemente al volante Federico.

Un padre vulnerable y desbordado por el loco viaje que está haciendo acompañado por sus dos hijos adolescentes para saldar una deuda de gratitud con la que fue algo más que su maestra, Marta Muzopappa. Un personaje que crece en cada capítulo de la novela, en cada eliminatoria del Torneo Interdivisional de Fútbol del Colegio Nacional Normal Superior Arturo Del Manso jugado en 1983 y que obsesiona y marca de por vida a Federico, el mismo que lo está contando casi cuarenta años después a sus hijos.

Ese colegio de nombre tan grandilocuente es un personaje más de la novela. Es la vida en miniatura. Su nombre completo, la jerarquía del centro, el rector, los profesores, los bedeles y los estudiantes mayores y pequeños, es un reflejo de la sociedad.

Y dentro del mismo el fútbol es un medio para el descubrimiento de uno mismo y de los demás. En el caso de Sacheri, el fútbol más que un deporte es un recurso, un ámbito que usa para fortalecer un vínculo. Igual que hace Muzopappa, que pasa de maestra a entrenadora de ese grupo de amigos que conforman el equipo de fútbol Los otros de Tercero 6ª. Cabe preguntarse quién necesitaba más al otro, Federico a Muzopappa o ésta a él.

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