¿Hay vida después de la muerte? Anna Alós volvió para contarlo

En los momentos más críticos del covid la periodista Anna Alós tuvo cuatro encuentros cercanos con el más allá. Y los describe, junto con su recuperación, en ‘Muerta un rato'

Anna Alós escribiendo su libro ‘Muerta un rato’

La periodista Anna Alós estuvo cara a cara con la muerte. No fue una vez, fueron cuatro oportunidades en que se la encontró en una especie de túnel, bajo una luz blanca que describe como fuerte pero no enceguecedora, agradable y reconfortante; un testimonio similar al de personas que pasaron por un trance similar.

Fue el momento más crítico en su lucha por sobrevivir frente a la covid, enfermedad de la que se contagió en diciembre del 2020 y que la llevó a estar dos meses en la UCI, con coma inducido y que la castigó con la imposibilidad hablar y mover sus músculos.

Una experiencia real

Su esforzado pero positivo proceso de rehabilitación necesitaba ser contado, según dice, para poner en orden sus ideas pero también para evitar que el olvido se lleve su Experiencia Cercana a la Muerte (ECM, según términos científicos).

De eso se trata el libro Muerta un rato: Cuatro viajes entre la vida y la muerte, donde la crudeza por los síntomas y las consecuencias de la covid se contraponen con la experiencia extra corporal que describe.

“La puerta existe y existe ese otro lado. Sé, además, que es puerta de viene y va”.

Anna Alós
Anna Alós con su familia: sus hijos Albert y Bárbara en los extremos, con su hermana Esther (2d) y su madre Elisa

“¿Hay un más allá? No sé si fueron los días en coma, no sé si fueron las drogas, si el subconsciente. Sé que fue real, sé que las imágenes de mis viajes a la luz, las siluetas y la paz coinciden con las de otros viajeros que han estado en esa otra dimensión que escapa a la mente humana”, describe Alós, quien se declara como no creyente; y que no puede ni quiere olvidar las experiencias que ha tenido.

El pacífico reencuentro con sus familiares

“La puerta existe y existe ese otro lado. Sé, además, que es puerta de viene y va. Lo ha sido para mí, que he muerto cuatro veces y otras tantas he vuelto a la vida. Una vez, la primera, sin quererlo más allá del subconsciente, y las tres siguientes trasladé mi alma al filo del tránsito sin lograr lo que deseaba: quedarme allá, al otro lado. Tal es el placer que produce estar en el reverso de la vida”, dice en la introducción.

Anna Alós en la Cerdanya. En su paso por la UCI soñó con la nieve.

Alós, con una larga carrera periodística (entre ellas, en el diario Tendenciashoy), describe que su experiencia no se puede explicar por los efectos de los medicamentos, y era demasiado lúcido para ser un sueño.

En las tres primeras oportunidades reconoció a sus padres Elisa y Juan y a su abuela. “Todo lo que siento es placer. Hay paz y serenidad, ausencia de todo, de sonidos, de dolor y, sobre todo, no hay miedo. Apenas percibo mi cuerpo, mi piel se me antoja transparente y estoy flotando, como ellos, en un espacio indefinido sin límites”, describe, en medio de una sensación placentera que quiere prolongar como sea.

Pero su madre se lo impide: “Todavía no, no es tu momento”, le dice. Y así en dos oportunidades más, hasta que en la cuarta vez se encuentra sola. Y sabe que regresará para pelear por la vida.

Sin miedo a la muerte

Alós aprovecha su experiencia para meterse en el debate de la eutanasia y la futilidad de prolongar la vida sin dignidad y bajo sufrimientos.

Alós con su nieta Cora

Una de las certezas que se lleva de este encuentro con el ‘mas allá’, por ponerle un nombre es la ausencia de temores. “Morir, cuando has visto de cara a muerte, no provoca ningún miedo”, apunta.

La larga recuperación

La segunda parte de su breve libro es la cuesta arriba que tuvo que remontar con dos meses de internación en la UCI, con la desesperación de no poder comunicar su dolor, y la impotencia de tener a sus familiares sin poder visitarla.

Fue un camino duro, donde comprobó que no podía hablar ni moverse; pero la misma tenacidad que ha puesto en su carrera (“eres de raza Prat”, le decía su padre) también la aplicó en su recuperación, con un paciente esfuerzo acompañado por el personal médico del Hospital Clínic de Barcelona y con el apoyo de sus familiares, hasta que por fin pudo regresar a su hogar.

“Morir, cuando has visto de cara a muerte, no provoca ningún miedo”.

Anna Alós
Ante la esfera dorada de Aurovilla, pieza clave en su relato.

Tuvo secuelas, como el agotamiento al caminar o la pérdida parcial de visión en un ojo. Y mientras escribía, a fines de 2021, recordaba que la recuperación plena le iba a llevar entre seis meses a un año. Pero sigue Anna sigue adelante.

Aparte de despejar los miedos en torno a la muerte, Alós aconseja “rematar nuestras historias inacabadas” y que “el amor no sabe de condiciones”, para puntualizar “al llegar al final no estamos solos”.

Lo dice alguien que vio el final del camino y regresó para contarlo.

a.
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