Cinco experiencias gastronómicas que solo podrás vivir en Girona y la Costa Brava

En terrazas a pasos del mar, en una sidrería o en masías en medio de las montañas, en un hotel boutique dedicado al cacao o en una antigua finca medieval; estas vivencias de la mejor cocina solo se pueden experimentar en el norte de Cataluña

La terraza de Ses Negres frente al Mediterráneo. Foto Ses Negres

¿Mar o montaña, pescado o carne, en una terraza en la playa o a metros de un bosque? Una de las ventajas de la provincia de Girona es su diversidad de paisajes en un territorio reducido, donde se puede pasar de la belleza agreste de la Costa Brava a la montaña rusa de curvas de los antiguos volcanes de La Garrotxa en menos de una hora.

Desde el Patronato de Turismo Costa Brava – Pirineu de Girona se preocupan en mostrar los valores de su territorio bajo el lema ‘vivir el doble’, pero si me permiten la analogía matemática, diría que las sensaciones se multiplican por mucho más.

Entre las diferentes experiencias que se pueden tener en este pequeño territorio de grandes emociones elegimos la gastronómica, con una ruta desde las sierras al Mediterráneo, con escalas en terrazas de sofisticados hoteles y en inmensas sidrerías.

Casa Cacao, mucho más que chocolate

Los hermanos Joan, Josep y Jordi Roca han creado un imperio gastronómico en la ciudad de Girona, su patria chica.

Además del famoso Celler de Can Roca está el espacio Mas Marroch destinado para eventos; el nuevo restaurante Normal (estos días en trabajos de renovación), la heladería Rocambolesc, una confitería de nombre oculto que está por abrir en breve, y Casa Cacao, el hotel que homenajea al chocolate.

Su terraza es uno de los mejores miradores para ver los tejados y cúpulas del casco antiguo de Girona y el paso del río Onyar, en un ambiente relajado pero sin dejar esa estética de discreta elegancia que caracteriza a todo el universo Roca.

Brunch en Casa Cacao. Foto Josep Oliva. Arxiu Imatges PTCBG

Antes reservado para los pasajeros, la terraza del Hotel Casa Cacao (4 estrellas superior), ofrece un impactante brunch de cinco platos que colma más que cualquier comida.

Con un cava de bienvenida, y con la opción de cambiar por vinos como el Terra Remota (DO Empordà), hemos probado unos entrantes de paté de campaña Can Roca con pistacho, queso armagnac y jamón ibérico; seguido por un huevo Vilaroi con alcachofas y bechamel; y luego un canelón de pularda con salsa de foie y salsa de mostaza.

Así comienza un brunch en Casa Cacao. Foto JP Chuet-Missé

Y luego los dulces: un plato de fruta natural y yogurt de Peralada con cacao de México, y la cuesta arriba de rematar con la torre dulce: xuxos de chocolate 64% con crema de Can Castelló, con una galleta nevada rellena de chocolate y pequeños bombones de fruta de la pasión y plátano recubiertos de más chocolate. Y una taza del derivado del cacao mexicano, del 70%.

Su precio es de 45 euros por persona y se sirve todos los días.

Can Buch: cocina bio en la soledad de La Garrotxa

Cuando se viaja desde Girona hacia La Garrotxa por la carretera comarcal GI-531, a la altura del km 25 y tras unas cuantas curvas, un pequeño cartel de madera dice “Can Buch”.

Y aquí comienza un camino más serpenteante todavía, en continuo ascenso, hasta que en el corazón de la sierra de Sant Roc se divisa la masía de 1621 transformada en un coqueto hotel rural.

Can Bruch por la noche. Foto Can Bruch

El impulsor de Can Buch Eco Turisme es Gerard Bófil, cuya vida de futbolista profesional se vio truncada a los 21 años y decidió reconvertir su futuro en promover un tipo de alojamiento conectado con la naturaleza donde la sostenibilidad y el respeto al medio ambiente es un mantra que se cumple a rajatabla.

En Can Buch el mantra de la sostenibilidad y el respeto al medio ambiente es un mantra que se cumple a rajatabla

Su amplio salón comedor está reservado para los 22 pasajeros, pero con reserva previa y a 26 euros por persona se pueden probar los platos que elabora el chef argentino Fede Igarzabal, quien también demuestra sus dotes de maestro cervecero con la roja y la IPA Escampar la boira.

La mitad de su carta se centra en platos vegetarianos, y la otra mitad se enfoca en carnes de granjas cercanas o de la suya propia, con sabores más auténticos de los que se encuentran en las ciudades.

Unos ejemplos son el pollo de Can Buch al horno con milhojas de patata, la entraña de ternera a baja temperatura con chimichurri (el toque argento) o el cordero de Can Buch deshuesado.

Pollo de Can Buch al horno. Foto JP Chuet-Missé

Previamente se puede elegir entre la crema de coliflor del huerto, la ensalada de lechugas recién recogidas a metros del restaurante, la tortilla de patatas con huevos de sus gallinas o los gnocchis caseros.

Para el mediodía preparan canastas para picnic (14€), que se pueden degustar en el salón, frente a la piscina o en una excursión por el bosque. En tanto su desayuno de forquilla (14€) también todo bio y orgánico, es otra opción para excursionistas madrugadores.

Es Portal: homenaje al mar y la montaña en Pals

Viajamos de una masía a otra masía. Un siglo más vieja que la anterior, Es Portal se encuentra en una finca de siglo XVI en el bonito pueblo medieval de Pals.

El lugar mantiene sus paredes de piedra y sus ventanas de arcos góticos, y hace ocho años se convirtió en un exclusivo hotel de cuatro estrellas.

Arroz a la cazuela Es Portal. Foto JP Chuet-Missé

Allí se encuentra el restaurante donde el cocinero Joan Carles Sánchez diseñó un menú que homenajea a la rica gastronomía del norte de Cataluña, en una sala vidriada que mira al jardín de 10.000 metros cuadrados.

Maridado con vinos Perelada como el exquisito Collection, propone un menú especial de arroz (48€), aunque también hay opciones como el degustación corto de seis platos (47€) o el largo de ocho (65 €); más 25 € del maridaje de vinos.

Terraza y restaurante de Es Portal. Foto Es Portal

Pero vamos a la primera opción: tras un aperitivo de aires indios como el Pani Puri con olivas rellenas llega el Tierra-Mar (espárragos blancos confitados a la brasa con berberechos al vapor), seguido por el laminado de atún rojo (lomo de este pescado con crema de raíz de apio al estilo ajoblanco, hinojo y anacardos tostados) y unas cigalas con salsa de mantequilla ibérica y espalda ibérica.

Si estos platos son joyas de proporciones minúsculas, todo cambia con el abundante arroz a la cazuela Es Portal, elaborado con arroz bomba con sofrito oscuro del Empordà y sepia, gamba roja de Palamòs y trozos más que tiernos de costillar ibérico de Masía Tero.

Para cerrar, el bizcocho de caramelo con cremoso de chocolate con leche en su crujiente y helado de toffee.

Ses Negres: disfrutar mediterráneamente a metros del mar

A metros de la arena de la playa Sa Riera, en Begur, el 1 de abril el Hostal Ses Negres reabrirá su terraza; uno de los mejores balcones para desayunar, comer o cenar con vistas al Mediterráneo que pide permiso entre los muros rocosos.

El establecimiento hace un par de años renovó un hostal de los años ’50, que se presenta con 17 habitaciones y cuatro apartamentos de 75 m2, en un estilo de paredes blancas y toques de colores que parecen una prolongación estética del mar.

La terraza de Ses Negres, en la playa de Sa Riera. Foto Ses Negres

La terraza de Ses Negres, a metros de la arena de la playa de Sa Riera, permite desayunar, comer o cenar con el Mediterráneo como escenario de fondo

El cocinero Vicenç Fajardo es responsable de una carta basada en la tradición marinera del Empordà, pero sin olvidar el toque de las granjas cercanas; como dan prueba las croquetas de pollo asado, las anchoas de L’Escala, el tartar de gamba blanca de Palamós y la berenjena rustida con queso seco de oveja.

El fuerte son los arroces, como el Ses Negres de calamar, salchichas y cigalas, el arroz negro con mejillones, gambas y costilla (ambos a 23,5€) o el risotto de gambas 26,5€).

Uno de los platos del restaurante de Ses Negres. Foto JP Chuet-Missé

Pero si hay oportunidad, es mejor dejarse llevar por las sugerencias y probar platos como el pescado del día, que en nuestro caso fue el rodaballo con patatas, tomate y cebolla; un toque bien marinero para homenajear al Mediterráneo cuyo sonido es lo único que se escucha por las noches de Begur.

Mooma: la primera sidrería catalana

Hace 50 años en las tierras ampurdanesas de Palau-Sator Pere Frigola se lanzó a cultivar manzanas, y hace cinco años sus nietos han dado un giro a su potente emprendimiento agrícola (que llega a las 75 hectáreas) con la producción de sidra y zumos de esta fruta.

Mooma es el primer fabricante catalán de sidra, bebida que se puede degustar en un establecimiento de estética más sofisticada que los restaurantes rústicos de Asturias o el País Vasco.

Lo que sí mantiene es el paralelismo de porciones abundantes con toda clase de entrantes, platos de carnes y pescados; combinados con vinos del Empordà o las tres variedades de sidras que producen a metros del restaurante.

Sidrería Mooma, la primera de Cataluña. Foto Arxiu Imatges PTCBG

Lo mejor es pedir varios platillos para compartir, como las gambas de Palamós a la plancha, la chistorra a la sidra Mooma, la ensalada de queso de cabra con manzana Granny Smith o los fingers de pollo con manzana.

Chuletón de Mooma. Foto JP Chuet-Missé

Y al momento de los principales, hay más opciones de mar y montaña como el pulpo con parmentier de patata, los calamares con perejil o los descomunales chuletones de ternera de Girona a la piedra, que puede llegar a 1 kg.

La sidrería cuenta con espacios cerrados y semi abiertos; además de un inmenso predio de mesas y bancos de madera que entre unos y otros permiten dar de comer y beber a 400 comensales, en una experiencia donde la comida se puede combinar con catas y visitas a los campos de manzanos (desde 34,5 €).

a.
Ahora en portada